CULTURA
Dubravka Ugrešic (1949-2023)

Adiós a la peor enemiga de los nacionalismos

La escritora yugoslava (detestaba que la llamaran croata) sigue siendo una incógnita. Aunque buena parte de su obra se encuentra traducida en España y es accesible al lector argentino, sus libros no despertaron aún la atención, algo que es preciso remediar prestamente. Emigrada en primer lugar a Alemania y luego a los Estados Unidos, terminó recalando en los Países Bajos, en cuya capital falleció el pasado 17 de marzo. Su nombre sonó en los últimos años varias veces como candidata al Nobel de Literatura, pero su voz se apagó antes de alcanzar el máximo galardón literario.

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Ugrešic. La autora recalcaba que ella era “transnacional”, “anacional”, o “posnacional”, pero no croata. | cedoc

El 17 de marzo pasado, a los 73 años, falleció en Ámsterdam la escritora Dubravka Ugrešic, varias veces candidata al Premio Nobel de Literatura. Había nacido en Zagreb, resultado de la unión entre su padre croata (partisano yugoslavo que luchó contra los nazis) y su madre originaria de Bulgaria. Detestaba que la clasificaran como escritora croata, recalcando que era “transnacional”, “anacional”, o “posnacional”, actitud con la que renegaba de los riesgos políticos y sociales derivados del nacionalismo tanto como del patriotismo, la historia de la ex Yugoslavia la precedía con toda su infamia.

Durante la Yugoslavia de Tito estudió en la Universidad de Zagreb y se especializó en literatura comparada y en el aprendizaje del ruso; viajó a la Unión Soviética para su capacitación y desarrolló una carrera docente en esa misma institución. Siempre escribió en lengua croata y su primera novela publicada data de 1981, fue traducida al inglés bajo el título In the Jaws of Life (En las fauces de la vida). Con ella obtuvo un masivo reconocimiento de lectura y crítica en su país, que hacia 1990 dejaría de serlo. O como afirmaba: “Los habitantes de la ex Yugoslavia de repente se encontraron en la situación de tener dos vidas y una sola biografía”.

Es en esa contradicción cuando su vida sufrió un vuelco. Croacia se instituye como república en 1991 y ascendió al poder Franjo Tudman, quien anunció que estaba “contento de que su esposa no fuera ni serbia ni judía, sino croata. Para, de inmediato y siguiendo el ejemplo del presidente, un humilde miembro de la asamblea anunció que él también se alegraba de que su esposa fuera croata y no, por lo tanto, serbia, judía o, Dios no lo quiera, negra”. La nueva nación abrazaba el catolicismo más conservador y un nacionalismo más que inquietante. A esto se opusieron Ugrešic junto con las escritoras Slavenka Drakulic, Rada Ivekovic, Jelena Lovric y Vesna Kesic.

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La motivación era clara: querían borrar medio siglo de historia yugoslava y vincular el año 1991 con 1941, año en que se funda el estado títere del nazismo, bajo el régimen fascista Ustasha, liderado por Ante Pavelic. El mismo cae en 1945, no sin antes asesinar a más de un millón de personas en sus campos de concentración, siendo el más conocido Janosevac, cuyas condiciones infrahumanas espantaron al mismísimo Heinrich Himmler, jefe de las SS alemanas. Pavelic, junto a otros jerarcas y criminales de guerra, se refugió en la Argentina.

La oposición de estas escritoras tuvo una respuesta inquietante: en 1992 la revista Globus, controlada por el Estado croata, las calificó de traidoras y brujas. La madre de Ugrešic recibió amenazas por ser búlgara, algo tan malo como ser serbia. Y la escritora sufrió el ostracismo por parte de sus compañeros en la universidad, cerrando el conjunto de motivos que la llevaron al exilio que implicó su tarea docente en Alemania, Estados Unidos, hasta recalar en Países Bajos. 

En un reportaje planteó tal paradigma: “La política de identidad es un juguete; podría ser benigno, podría ser peligroso, podría ser liberador, podría ser esclavista. Cuando las personas se den cuenta de que se les dio una identidad de juguete barata y que los verdaderos problemas están en otra parte, tal vez comiencen a buscar formas de ser iguales, no diferentes. Porque perpetuar el trauma de las identidades étnicas y de otro tipo, reprimidas, produce una niebla ideológica espesa y manipuladora”.

En plena pandemia del covid, también afirmó ante la dependencia global por internet: “Perdimos el sentido de continuidad: pasado-presente-futuro, pero no somos capaces de procesar un presente radical, lo que provoca atascos mentales. Parece que la única forma de volverse compatible con dicha tecnología es adaptarse a ella, en otras palabras, convertirse en transhumanos. (…) Nuestra cultura es una combinación entre alta tecnología y barbarie. Parece que la gente, a pesar de todas las posibles fuentes de información, se hunde lentamente en una especie de analfabetismo”.  

La figura de mujer, escritora y opositora a regímenes autocráticos vincula a Dubravka Ugrešic con Olga Tokarczuk y Svetlana Aleksiévich. Novela, cuento y ensayo forman parte de su obra, traducida a nuestra lengua con los siguientes títulos: Gracias por no leer (La Fábrica Editorial); El Ministerio del Dolor y No hay nadie en casa (Anagrama); Ficcionario americano, El Museo de la Rendición Incondicional, La edad de la piel, Zorro y Baba Yagá puso un huevo (Impedimenta).

Entre sus reconocimientos literarios se destacan: Premio NIN, Premio anual a la mejor novela yugoslava nueva (1988); Premio Heinrich Mann, Academia de las Artes de Berlín (2000); nominada al Premio Internacional Man Booker, Reino Unido (2009); Premio Jean-Améry de Ensayo Europeo, Austria/Alemania (2012); y el Premio Internacional de Literatura Neustadt, Estados Unidos (2016).

Para Susan Sontag fue “una escritora para ser apreciada”, y en sus ensayos anticipó varias problemáticas culturales, como en 1997, cuando advirtió que la literatura adquiría cierto rol banal mientras los editores exigían a los escritores que se conviertan en proveedores de contenido. Entonces preguntó: “¿Qué será de los forasteros, ratones de biblioteca, románticos y perdedores que formaban la despreciada y olvidada profesión de escritores?”.