A través del blog de la Society for U. S. Intellectual History, el estadunidense Patrick Iber dio a conocer una noticia de la que no se han dado por aludidos los diarios mexicanos: durante décadas la mítica Agencia Central de Inteligencia (CIA) patrocinó en secreto a los principales escritores del país a través del Centro Mexicano de Escritores (CME), una institución que contuvo entre sus muros a gente como Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Salvador Elizondo y Juan José Arreola, entre otros.
De acuerdo con el texto de Iber, fue a través de la Farfield Foundation, una mascarada de la época mediante la cual suministraban subsidios para distintas operaciones estratégicas, que el CME becó y patrocinó a los principales exponentes literarios del siglo pasado. Así, obras como La región más transparente de Carlos Fuentes, Pedro Páramo de Juan Rulfo y Farabeuf de Salvador Elizondo habrían sido escritas como parte de un programa para desestabilizar la influencia cultural de algunos escritores comunistas, cuya figura principal era Neruda.
¿Tuvo la CIA una influencia decisiva en la cultura mexicana? Todo indica que sí, ya que si bien el CME tenía como prerrogativa no aceptar comunistas, es sabido que muchos de sus miembros tenían posturas reacias al gobierno de Estados Unidos, y los libros hechos bajo el auspicio del CME –de alta calidad– no traslucen los probables intereses de los americanos. Es lícito asegurar que, como tentativa de diplomacia cultural, los esfuerzos de la CIA fueron un fracaso.
En Conversaciones con Bloomsbury, uno de los más hilarantes cuentos de Jorge Ibargüengoitia, se cuenta la historia de un escritor gringo afincado en México interesado en conocer intelectuales locales y ver la manera de ayudarlos, por lo que luego de su periplo azteca llega a una rotunda conclusión: “Pienso que lo único que se puede hacer por ustedes es darles dinero”.