Branislava Stojanovic es serbia y hace 2 años y medio vive en Argentina, crea accesorios hechos a partir del reciclaje de tapas metálicas y materiales plásticos que renacen con una nueva vida. Cada pieza es única y exclusiva: surge no solo de una idea creativa, sino también del deseo de transformar materiales usados en algo nuevo y lleno de significado.
“Recuerdo mi primer encuentro con el arte figurativo. Era una niña de nueve años y en una revista vi una bailarina de Edgar Degas, en ese entonces no conocía el famoso pintor y no tenía experiencia con la historia del arte. Este cuadro era tan distinto de la pintura monumental socialista o a la pintura realista que nos enseñaban. Sentí una fuerte atracción por formar parte de este mundo. Lo reproduje con tiza en una hoja de papel, casi a la perfección, y ahí decidí que el arte sería mi camino”, compartió la artista a Perfil.
“Mi emoción fue el placer del descubrimiento, excitación y la maravilla. Un impulso interno que me llevó a explorar este mundo”, agregó. Hoy sus obras se encuentran en la tienda del Museo Nacional de Arte Decorativo y en la tienda de Amigos del Bellas Artes.
Branislava Stojanovic nació en Kragujevac, Serbia en 1983 y a los 15, se instaló en una academia de Belgrado para estudiar diseño industrial y de interiores. Cuando cumplió 19 se fue a Roma a estudiar Bellas Artes y, cuando conoció a su actual pareja que trabaja para la Embajada Italiana, siguieron los viajes hasta que se instaló en Argentina.

“Me encanta estar acá, los porteños son hospitalarios y me hacen sentir en casa, mi divierto y recibo nuevos estímulos. Esta ciudad tiene todo, belleza, energía y eventos. De hecho, es fácil no pensar en otros lugares porque esta ciudad es muy cautivadora”, reconoció.
De todos modos, sus viajes son clave a la hora de crear: “Me inspiran las culturas diferentes de los lugares donde viví como Mozambique, Rumania y Rusia. Estos lugares distintos entre ellos me enseñan siempre algo de nuevo. Argentina me parece una síntesis perfecta, donde encuentro vitalidad, los colores y la naturaleza extrema de África combinados con el amor por el arte que experimenté en Europa”.
Obsesión por el reciclaje
“Tengo una obsesión exagerada con la reutilización y el reciclaje, impulsada por la culpa de la contaminación”, sostuvo la artista. “Casi siempre logro encontrar una segunda, tercera y otra vida para los objetos. Como los palillos de sushi, después de su propósito original, los uso para mezclar colores y luego los transformo en joyas. Los frascos de vidrio se convierten en las piernas de las mesas que construyo. Las tapas de plástico o metal cortadas se convierten en aros. El plástico derretido, aplastado hasta quedar plano, se convierte en una barra reutilizable. Y tantos otros objetos acumulados tienen su propia belleza, siempre esperando ser transformados”.
Lo éxtimo a través del arte: eso que expone lo más íntimo, una “fractura expuesta”
Entre tantos estímulos, Stojanovic se inclinó por el arte por su capacidad de “comunicación creativa”. “Sirve para transmitir algo a través de diferentes lenguajes, despertando emociones y permitiéndonos experimentar las realidades expresadas por los creadores de arte. El significado es la relación que se crea entre el creador y el público, y la capacidad del público para interpretarla”, concluyó.
Su trabajo se puede ver en su Instagram @brana_baires y en las tiendas del Museo de Arte Decorativo y del Museo de Bellas Artes.
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