Del capítulo “El Apple I”.
(…) Nevada, donde jugaba a las máquinas tragaperras y vivía gracias a los cheques de la seguridad social. Afirma que no lamenta sus actos. “Tomé la mejor decisión para mí en aquel momento – señaló-. Los dos eran un auténtico torbellino, y sabía que mi estómago no estaba listo para aquella aventura”.
Poco después de firmar la creación de Apple, Jobs y Wozniak subieron juntos al estrado para realizar una presentación en el Homebrew Computer Club. Wozniak mostró una de sus placas base recién fabricadas y describió el microprocesador, los 8 kilobytes de memoria y la versión de BASIC que había escrito. También puso especial énfasis en lo que llamó el factor principal: “Un teclado que pueda ser utilizado por un ser humano, en lugar de un panel frontal absurdo y críptico con un montón de luces e interruptores”. Entonces llegó el turno de Jobs. Señaló que Apple, a diferencia de Altair, ya tenía todos los componentes esenciales integrados. Entonces planteó una pregunta desafiante: ¿cuánto estaría dispuesta la gente a pagar por una máquina tan maravillosa? Intentaba hacerles ver el increíble valor de Apple. Aquello fue una floritura retórica que utilizaría en las presentaciones de sus productos a lo largo de las siguientes décadas.