CULTURA
Entrevista a Jean Echenoz

Cómo escribir una novela de acción

De visita otra vez en el país invitado por el 9º Festival Internacional de Literatura, el escritor francés habla de su última novela, Enviada especial, que acaba de aparecer.

0929_jean_echenoz_aballay_g.jpg
Echenoz. Nacido en 1948, obtuvo el prestigioso Premio Goncourt en 1999 con su novela Me voy. | aballay

Nuevamente de visita en el país, esta vez como invitado del Filba, conversamos con Jean Echenoz, un escritor muy valorado por los lectores y la crítica, que acaba de publicar Enviada especial (Anagrama), una novela que se desmarca de su obra anterior, concentrada y de una austeridad exquisita, para narrar las peripecias de una azarosa espía, una suerte de Mata Hari lánguida e inactiva, más interesada en sus andanzas eróticas que en la política internacional, enviada por el jefe de un servicio de inteligencia paralelo a Corea del Norte.

—¿Qué lo impulsó a escribir una novela de espías?

—Tenía ganas de volver a la forma novelesca pura que permite diferentes direcciones, quería que fuera como una película de acción. Porque los cuatro libros anteriores eran un poco cortos y estaban centrados en trayectorias precisas que había que respetar, cosa que me interesó en momentos en que estaba cansado de la ficción.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Y la estructura de este servicio de inteligencia oficioso y en decadencia conforma el mapa de unos personajes que se entrecruzan, se unen y se separan, con un narrador que se divierte, hace comentarios, observa.

—A riesgo de no ser correcto tengo que decir que yo quería que el personaje femenino fuera una chica dispuesta a todo. No me gusta la psicología en mis libros, pero me gustaba que fuera alguien que se deja llevar aunque fuera manipulada, alguien que se aprovecha de papeles que no son muy valerosos, con tal de tener una vida. En cuanto al narrador, la idea de introducir comentarios o a un testigo me permitía establecer una distancia con los personajes, que es una vieja invención de Diderot.

—Uno de ellos, Paul Objat, su apellido remite a “objetivo”, tanto en el sentido de objetivo a alcanzar como en el de objetivismo, la corriente con la que se lo relacionó muchas veces.

—Era un apellido que me interesaba porque es un personaje que es un sujeto y un objeto a la vez.

—Objetivo además es una palabra que viene de la fotografía.

—Eso me importa mucho y también lo que me importa es la retórica del cine, los movimientos de cámara, el montaje de escenas. Lo que apuesto es a una escritura visual.

—¿Cómo fue el proceso de investigación sobre Corea del Norte?  

—Hace mucho que me interesa este país y comenzó a interesarme como lugar de ficción hace algunos años. Fue leer todo lo que encontraba, relatos de viajeros, de gente que escapó, me aboné a agencias de prensa de las dos Coreas pero no me sirvió de nada. Pude encontrar imágenes de Pyongyang, pero cuando Kim Jon-un mandó matar a su tío, circularon rumores de que había que tener mucho cuidado. Lo que me interesaba de ese país es que parece un lugar imposible pero sin embargo existe.

—¿Corea del Norte es el nuevo “otro” para Occidente?

—Creo que es la alteridad total para todo el mundo. Es una especie de cápsula con una zona de economía capitalista dentro de una economía planificada, con un sistema de notables que viven en el lujo, empresas que se están desarrollando y paradójicamente, funcional a los países más poderosos.

—El relato empieza en la calle Petrarca –un referente de la literatura amorosa– y termina en el mismo lugar. ¿Novela de aventuras o novela sentimental?

—Definitivamente, una novela de acción.