CULTURA
SALN DE PARS

Contacto en Francia

La invitación al Salón del Libro de París implica para la Argentina una gran oportunidad para promover su literatura. ¿Pero hasta qué punto existe hoy un interés en la literatura argentina y cuánto puede contribuir el Salón a incentivarlo? ¿Qué dicen al respecto las editoriales francesas?

Ausentes y presentes en el Salón de París. Ricardo Piglia (ausente), Alan Pauls (ausente), Martín Kohan (presente), Leopoldo Brizuela (presente), César Aira (ausente) y Rodrigo Fresán (ausente).
| Shutterstock / Marian

El Salón del Libro de París es el máximo evento editorial del mundo francófono y uno de los más importantes del mundo. Un espacio donde todos los actores de la cadena del libro, desde autores, editores y lectores, pasando por agentes y publicistas, hasta libreros, periodistas e impresores, se dan cita a lo largo de cuatro días intensísimos. Como la Feria del Libro porteña, y a diferencia de la de Frankfurt, que apunta a los profesionales, el Salón de París es fundamentalmente un punto de encuentro entre los lectores y los autores. Se trata, por tanto, de una gran vitrina, especialmente para el país que cada año ocupa el lugar de “invitado de honor”. La literatura ya había estado fuertemente presente en el Salón en 2011, cuando Buenos Aires fue ciudad invitada, y ahora en 2014, en conmemoración de los cien años del nacimiento de Cortázar, vuelve a estar en el foco como país invitado. La invitación implica una gran exposición y una oportunidad única para promover la literatura argentina en el exterior. ¿Pero hasta qué punto existe hoy un interés en la literatura argentina y cuánto puede contribuir el Salón a incentivarlo? ¿Qué dicen al respecto las editoriales francesas?

En Editions du Seuil, una editorial que podría ubicarse en el grupo de las grandes, “el lugar de la literatura argentina es de primer plano”. Eso sostiene Laura Alcoba, escritora francoargentina y encargada del área hispanoamericana en dicha editorial. “Publicamos a Martín Kohan, Leopoldo Brizuela, Pola Oloixarac, Rodrigo Fresán. Es una editorial que mira mucho hacia América latina y hacia Argentina en particular”. Alcoba resalta la existencia de un fuerte interés del público francés en la literatura argentina. “Basta con ver la cantidad de autores argentinos traducidos al francés. Muchos de ellos se encuentran en las editoriales más prestigiosas, como Ricardo Piglia en Gallimard, o Alan Pauls en Christian Bourgois. La lista de autores argentinos traducidos al francés es impresionante y no para de crecer.”

Anne-Marie Métailié, de Editions Métailié, una prestigiosa editorial independiente que viene publicando literatura latinoamericana desde hace 35 años, concuerda con la existencia de un interés pero señala también algunos límites. “La literatura argentina es recibida en Francia por un público restringido, de la misma forma que todas las literaturas extranjeras, con excepción de la literatura de los Estados Unidos, que domina el número de traducciones y de críticas en la prensa y, por ende, de las ventas”. Métailié ya ha editado alrededor de 15 novelas de autores argentinos, siempre con el criterio de publicar no obras aisladas sino series de un mismo autor. “Muchos de los nuevos autores argentinos son traducidos en Francia desde hace una década, como Aira, Piglia, Alan Pauls, Leopoldo Brizuela, Pedro Mairal, Lucía Puenzo, Pablo Ramos, Fernanda García Lao, etc. Se trata de autores muy diferentes entre sí pero que encuentran en Francia un número razonable de lectores”.

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Según Alcoba, el lector francés es curioso, abierto a la novedad y a la sorpresa, como demuestra el interés que ya está despertando la novela de Selva Almada El viento que arrasa. La literatura argentina encuentra su lector a partir de la calidad de textos que se imponen. En cambio, para Gustavo Guerrero, profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cergy-Pontoise, “la sensibilidad política del lector francés hacia América latina sigue siendo un factor importante en la configuración del horizonte de expectativas. Casi tanto como el exotismo. No hemos avanzado mucho desde los 70”. Guerrero trabaja también como editor en Gallimard, donde la literatura argentina (contando reediciones de autores como Borges, Piglia y otros) representa el 1% del catálogo. Coincide con Métailié en cuanto al lugar de nicho que ocupa la literatura argentina en el mercado francés: “Se trata de un espacio pequeño, modesto. Los tiempos del boom están lejos ya. Hoy el mercado de la literatura extranjera está dominado en Francia por los autores de lengua inglesa. No creo que haya un público específico para la literatura argentina entre los lectores de literatura extranjera”.

También las jóvenes editoriales independientes, como La Dernière Goutte o Asphalte, se muestran muy atentas al panorama actual de la literatura argentina. Christophe Sedierta, de La Dernière Goutte, señala que, aunque Borges y Cortázar siguen siendo la referencia principal para el público, “poco a poco otros autores se vienen imponiendo”. Sedierta, en cuyo catálogo la literatura argentina ocupa un lugar importante, resalta el tema de las modas geográficas. “Ciertos países, continentes, tienen viento a favor durante un tiempo. Luego de la moda de las novelas nórdicas, islandesas, escandinavas, esperemos que sea el turno de América Latina y la Argentina. Espero que el Salón del Libro contribuya a eso”. Claire Duvivier, de Editions Asphalte, otra joven editorial independiente muy atenta a la producción argentina, sostiene que la invitación al Salón y la cantidad de artículos aparecidos en la prensa pueden dar la impresión de un interés repentino, pero en realidad “hay desde siempre una curiosidad en los lectores y libreros por la literatura argentina. Sobre todo los lectores de lo que suelen llamarse los “malos géneros”: el policial argentino atrajo a muchos lectores franceses de literatura negra, cansados de verse invadidos durante años por los policiales escandinavos, de calidad desigual”. Para Duvivier, luego de la generación de Borges y Cortázar, y de la llegada de Piglia, Aira y Puig, se ve la emergencia de una tercera oleada de autores argentinos, algunos ya bien “visibles” como Alan Pauls, Rodrigo Fresán o Fernanda García Lao. Ocho de las treinta novelas que la editorial ha publicado hasta el momento son de autores argentinos contemporáneos. “Para una editorial que no tenía ninguna intención, en el momento de su creación, de especializarse en un área geográfica o lingüística, esta proporción es enorme. Lo que pasó es que, después de haber publicado, entre nuestros primeros títulos, las Aguafuertes porteñas de Arlt, que no habían sido nunca traducidas al francés, nos empezamos a interesar en la literatura joven. Y numerosos autores nos han seducido, pues encontramos justo aquello que teníamos ganas de publicar: textos que se burlan de las etiquetas de los géneros, inscriptos en lo real, en la ciudad”.

Todas las editoriales concuerdan en la importancia del Salón como oportunidad para la difusión de la literatura argentina. Métailié señala: “Hay un interés puntual actualmente porque la prensa se interesa siempre por el país invitado al Salón del Libro, y también está el hecho de que muchos escritores argentinos hablan perfectamente el francés y pueden ser entrevistados directamente”. Alcoba, sin embargo, se lamenta de algunas ausencias en la lista de escritores argentinos invitados. “Entiendo que no se podía invitar a todo el mundo, pero algunos de los autores argentinos más reconocidos en Francia no figuran en la lista, es una pena. Ciertas ausencias son particularmente dolorosas, como la de Rodrigo Fresán, Pola Oloixarac, Eduardo Berti y Martín Caparrós. Son autores muy leídos y respetados aquí. Alan Pauls es otro autor que desgraciadamente no va a participar del Salón del libro, a pesar del reconocimiento de los lectores y de la prensa francesa”. De manera similar opina Gustavo Guerrero. “Es una lástima, sin embargo, que no vengan al Salón grandes figuras actuales, como Aira y Piglia, y que falten otros autores, como Rodrigo Fresán, muy apreciados por el público francés. La fuerte polémica en torno a la lista de invitados, cuyos ecos llegaron hasta París, ha arrojado una cierta sombra sobre el Salón”.

Novedades y actividades. Aprovechando la difusión que se genera en torno al país invitado, varias editoriales, tanto grandes como independientes, han preparado novedades por estas fechas. Du Seuil acaba de lanzar Una misma noche, de Leopoldo Brizuela, que obtuvo el premio Alfaguara en 2012 y ya ha recibido críticas positivas en varios periódicos. En Métailié sale por estos días la novela El viento que arrasa, que se perfila como una de las grandes novedades argentinas del Salón. A eso se suman Crímenes y jardines, de Pablo de Santis; Mika, de Elsa Osorio; Final de novela en Patagonia, de Mempo Giardinelli, y En cinco minutos levántate María, de Pablo Ramos, además de un libro de retratos de escritores argentinos con fotos de Daniel Mordzinski y textos de Leila Guerriero. En Asphalte no hay novedades para el Salón pero se encuentran trabajando en la traducción de Cámara Gesell, de Guillermo Saccomanno, mientras que en La Dernière Goutte lanzarán un libro de Mariano Quirós y uno de Natalia Moret. Pero la lista de libros argentinos publicados por estos días no se termina ahí. JC Lattès lanzó hace unos pocos días La lengua de las mariposas, de Vivien Lofiego, y Christian Bourgois acaba de distribuir en librerías dos libros de Sergio Bizzio y uno de César Aira. A esto hay que sumar la gran cantidad de actividades dentro del salón (donde a los autores argentinos les espera una nutrida agenda de mesas redondas, lecturas, firmas de libros) y también afuera, en el Instituto Cervantes, en la Universidad París III y la Maison d’Amérique Latine, entre otros lugares. París será durante unos días una fiesta para la literatura argentina.

*Desde París.