CULTURA
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Contra todo orden represivo

La muestra “Perder la forma humana”, que tiene lugar en el Museo de la Universidad de Tres de Febrero, da cuenta no sólo de las secuelas atroces de la desaparición masiva y la masacre bajo regímenes dictatoriales, estados de sitio y guerras internas, sino también de los impulsos colectivos por idear modos de vivir en continua revolución.

Nuestros años felices. La muestra establece un relato por documentos de los años 80 que prueban que hubo una América Latina con denominadores comunes.
| Cedoc

Alain Badiou se pregunta: “¿Cuántos años son un siglo?”. Y en esa pregunta trivial se despliega una periodización que el filósofo debe hacer, sobre todo tratándose del siglo XX. No tanto para dar cuenta de su comienzo, que casi todos acuerdan que está fechado en 1914, cuando las coordenadas del siglo anterior se deshacen con la Primera Guerra Mundial, sino para pensar cuál es el instante que lo borra: ¿la caída del Muro?, ¿el secuenciamiento del genoma?, ¿el lanzamiento del euro? Luego de periodizar, Badiou propone un método: “Tomar de la producción del siglo algunos documentos, algunas huellas que indiquen cómo se pensó el siglo a sí mismo. Y más precisamente, cómo se pensó su pensamiento”.

La indicación de estas dos premisas es una herramienta clave para ver Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina, la muestra que se exhibe en Muntref-Centro de Arte Contemporáneo. Esta exposición del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía llegó a Buenos Aires y desembarcó en el edificio del Hotel de Inmigrantes para hacer estallar toda su potencia. Con obras de artistas como León Ferrari, Néstor Perlongher, Ney Matogrosso, Juan Dávila, Gianni Mestichelli, Paulo Bruscky, Clemente Padín, Sergio Zevallos, Miguel Angel Rojas; de organizaciones políticas como Madres de Plaza de Mayo y Mujeres por la Vida; hasta colectivos de artistas como 3Nós3, Las Yeguas del Apocalipsis, Taller NN, C.A.Pa.Ta.Co (Colectivo de Arte Participativo-Tarifa Común), Polvo de Gallina Negra, Gang, CADA, Periférico de Objetos, la curaduría estabiliza un corpus inmenso con fechas y construye un relato apasionante por documentos de esos años para probar que hubo una América Latina con denominadores comunes, y de los otros, para enfrentar las tensiones entre política, arte y activismo. La Red de Conceptualismos del Sur, compuesta por Ana Longoni (Argentina), Mabel Tapia (Argentina), Miguel A. López (Perú), Fernanda Nogueira (Brasil), André Mesquita (Brasil), Jaime Vindel (España) y Fernanda Carvajal (Chile), pensó en una periodización que comienza en 1973 con el golpe en Chile y termina en 1994 con el zapatismo en México. Sobre la cronología dominante, los curadores proponen un trazado que imbrica la pertinencia de los conflictos de estas latitudes. Cuando el siglo liberal, el de la década del 70, comienza en las consideraciones eurocéntricas de Badiou, vemos que otras realidades acontecen en esta parte del continente.

Por otra parte, la selección considera una serie de documentos, ya sea fotográficos, afiches, instalaciones, performances, que no siempre estuvieron constituidos como tales. El trabajo de los curadores, también, fue dotar de ese valor, “el documental”, a producciones que no tuvieron esos orígenes. Lograron en estos microrrelatos, que atraviesan una diversidad deslumbrante y van desde las reivindicaciones por los derechos humanos, la cuestión de género y las nuevas perspectivas, hasta la emergencia de culturas under y punk, identificar la singularidad pensante de su relación con la historicidad de su pensamiento. Perder la forma humana, según el texto curatorial, “hace referencia a dos realidades históricas que afectaron a la sociedad de esos países: por un lado, la violencia política ejercida por las dictaduras militares, los estados de sitio y las guerras internas; por otro, las experiencias de libertad nacidas como réplica, escape o subversión ante tal situación”. Arriesgaría una tercera, tal vez más poética, porque no puedo dejar de pensar en Artaud que, luego de su experiencia como interno de manicomio, insiste en que escribir poesía es gritar, gemir y “la muerte como una sensación destructora y maravillosa con la que nada puede comparase en el orden del espíritu”.

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Perder la forma humana
Hasta el 10 de agosto en Muntref-Centro de Arte Contemporáneo,
Av. Antártida Argentina 1355