CULTURA
Panorama Educativo

De calendarios y otras promesas (no cumplidas)

Un nuevo ciclo lectivo culmina y la meta de mínima de 180 días de clases que impulsó por ley el gobierno saliente nuevamente no se cumplió en gran parte del país, ya sea por persistentes conflictos docentes, como por cuestiones de infraestructura escolar.

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Los casos que perjudicarán fuertemente a los estudiantes son Neuquén, con 54 valiosos días sin clases; Corrientes, con 45 días perdidos y Santa Cruz, con 41 días que no se reemplazarán, en los tres casos sólo por huelgas.

Pero como siempre ocurre, quienes tendrán que "poner el hombro" y hasta pagar estos costos son los alumnos, que deberán concurrir a clases hasta mediados de diciembre y cortar sus vacaciones para reintegrarse el 25 de febrero en las aulas, con la utópica idea de "recuperar" contenidos. No muy lejos de estas jurisdicciones educativas seguirán La Rioja, Santiago del Estero, Formosa, Chaco y Tierra del Fuego con entre dos y tres semanas de clases perdidas en el año escolar que concluye también por conflictos.

Si a estos calendarios pobres y deficitarios les añadimos los días feriados, las festividades nacionales y provinciales, y algunos imponderables como cuestiones climáticas seguramente serán muchos más los días que se le adeudaron a miles de chicos y jóvenes argentinos.

En los casos de la provincia de Buenos Aires -que llegó a tener casi 500 escuelas inoperables en parte de sus 134 distritos durante el crudo invierno- y la Ciudad en algunos casos puntuales, tampoco se alcanzó la meta de mínima de los 180 días, prometidos verbalmente y ahora por ley desde hace al menos una década.

En gran parte de las escuelas bonaerenses y en ciertos casos de emblemáticos edificios educativos porteños el calendario no se cumplió fundamentalmente por carencia de calefacción, fallas en el tendido de la red de gas y condiciones inhabitables por vidrios y techos rotos, entre otras falencias. Ya en diciembre de 1999, el gobierno de la Alianza negociaba el levantamiento de la Carpa Blanca, con el ofrecimiento de incorporarles el incentivo al presupuesto nacional y como contrapartida firmar una paz social sin paros con los maestros, pacto que a los pocos meses se diluyó por los incumplimientos de la Nación en el pago de ese beneficio y de los atrasos en el cobro de los salarios en las provincias.

Hoy, la gestión del ministro saliente Daniel Filmus con el anuncio de la apertura de la paritaria nacional para discutir carrera docente y salarios el jueves último, busca dejar a su sucesor Juan Carlos Tedesco un terreno allanado para arrancar en marzo de 2008 sin anormalidades. Sin embargo, y por las dudas, la negociación salarial cuenta con una cláusula algo sugestiva de reaseguro, que insta a las provincias -que en realidad son las que tienen escuelas y docentes- a conformar sus propias mesas de negociación con los gremios docentes, y esto en caso de conflictos inmediatamente recaerá en la posible impericia de los gobernadores en manejar sus paritarias. Más allá de las declaraciones anuales del Consejo Federal de Educación, que aglutina a los ministros del área del país, en las que cita a la Constitución Nacional, la Convención Internacional de los Derechos del Niño y las actuales leyes sobre la garantía de días de clases y educación para todos, habría que afrontar como este flagelo permanente en la historia del país.

Muchos pedagogos aseguran que aunque se añadan días y deberes en los hogares, lo perdido durante el año no se recupera totalmente y también así lo indican estudios internacionales que aluden a la estrecha relación entre cantidad de días y horas de clase con calidad de la enseñanza.