Hay quienes aseguran que la palabra “junco”, la cual designa una planta de tallos largos y cilíndricos que crece en superficies húmedas, deriva del latín iunctus (unido, enlazado), debido a que los tallos se utilizan en la fabricación de cestos y esterillas para unir o entrelazar o –también– porque sus raíces se hunden unidas. La vara o bastón de junco, muy útil para caminar por montes y guiar a los animales (caballos, vacas, ovejas), es un producto típico de la técnica de tejidos con los tallos de junco. En ese sentido, y en otros, se diría que Laura Klein (1958) –reconocida poeta, filósofa y ensayista–, en su nuevo libro de poesía, compuesto de ocho escenas o secciones, ha elegido (a conciencia o no) el símbolo de esa vara, todavía usada en el Delta del Paraná, para entretejer los elementos ontogenéticos de una narrativa en extremo personal, esto es, una aleación de estribillos, recurrencias, ritos, atmósferas, sensaciones, ensueños, reflejos, misterios, duplicidades, suspiros y ondulaciones que danzan entre el día y la noche y las aguas de un río algo fantasmal, con sus pajonales, juncos, lanchas pasajeras y orillas de negras flores.
Cabe sospechar, desde luego, que entre la vara de junco y ese río incierto se tejen algunas relaciones, por empezar, telúricas, ctónicas, incluso –hasta un punto indeterminado– sensuales y, por consiguiente, profundas y oscuras. De cualquier manera, el yo lírico de Klein, no sin pudores y escamoteos, tiende a encarnar la parte humana (no del todo humana) del torrente fluvial, ya que el extrañamiento de sí, pocas veces evitado o controlado, lo escinde en alma, rostro, cara, querer vivir o morir, amor o ternura, pausa o tregua, sobrevivir o permanecer, ahogarse o ser pez. O, acaso, lo más probable, mimetizarse con la vara de junco o (pero lo uno no excluye lo otro) minimizarla y, a la par, someterla con el fin de golpearse los rostros o contracaras, atarla al surco de su propio ciclo vital o destruirla, mejor dicho, separarse de ella como un estorbo, un error o un juego consigo mismo. Como sea, la vara de junco, en estos poemas muy sutiles y abisales, entrelaza de modo secreto lo vivo y lo muerto, el deseo y el cansancio, el pensar y el sentir, lo absurdo y lo intenso, bajo gaviotas, risas, viento, almendros, yuyales, zanjas, muelles, silencios.
En todo caso, el arte poético de Klein esculpe el silencio, no lo no dicho o lo inefable –lo indecible, inexpresable– sino lo silente como trasfondo, punto de fuga, como un afuera que está presente en su ausencia y sin el cual ni la vara ni el río, ni los golpes ni las lanchas (tampoco su existencia fugaz), ni las olas frías y rabiosas, ni los mismos fantasmas a plena luz diurna tendrían importancia, dimensión poética, estatuto de jeroglíficos. Lo silencioso, en estos poemas, hace de último horizonte de las preguntas y respuestas del yo lírico, de sus dolores y alegrías, de sus esperanzas y extrañas luchas con los dones de la tierra y, por lo demás, consigo mismo (y casi sin descanso) ante la vida y la muerte.
La vara y el río
Autora: Laura Klein
Género: poesía
Otras obras de la autora: ¿Crimen o derecho? El problema del aborto; Más acá del bien o del mal. Por un feminismo imposible; La comedia de los panes; A mano alzada; Vida interior de la discordia
Editorial: Hilos, $ 25.200