El destino o la suerte pueden cambiar totalmente hasta el plan mejor calculado, incluso el de un profesional infalible. Esto sucede en "Residencia Permanente", la primera ficción del editor y crítico literario Fernando Fagnani, que se mueve desde la tradición del policial hacia la novela política, situado en una ciudad latinoamericana imaginaria muy convulsionada, pero posible.
Fagnani empezó trabajando en el grupo editorial Norma en 1995 y en distintos diarios como Clarín, y El País de Uruguay, como periodista cultural. Es autor del libro Mar del Plata: La ciudad más querida (2002) y desde 2004 a la fecha se desempeña como gerente general de Edhasa Argentina.
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En diálogo con PERFIL, habló de su incursión en el mundo de la ficción -que publica Emecé-, la historia de un ser despiadado que se encuentra en un "viaje de negocios" en un lugar que no conoce. Pero al llegar estalla una rebelión popular, que lo obliga a cambiar lo planeado con el fin de sobrevivir y rescatar la intención original de su viaje frente a la irrupción de lo inesperado.
Además, el escritor se manifestó acerca de las crisis y las oportunidades que tiene la industria del libro en la Argentina y el resto del mundo, descartando la idea de que el libro esté en crisis. También comparó esa situación con la de otras industrias y explicó porque es tan importante el libro en papel como soporte.
- Cómo empezó tu camino en la industria editorial?
Empecé en Norma, en 1995, haciendo la prensa. En ese momento trabajaba en Clarín, el Cronista, El País de Montevideo y leía para Sudamericana, Emecé y Alfaguara. En un momento me cansé porque era mucho y no me veía trabajando en un diario, formando parte de la plantilla.
Después buscaban a alguien para sacar una novela de Augusto Roa Bastos en la Argentina y me contrataron. Cuando se terminó eso me di cuenta que me iban a echar y me las ingenié para hacer otro tipo de cosas. Así me hice cargo de las importaciones y seguí hasta que en 2003 se instaló Edhasa en Argentina, donde estoy hasta el día de hoy.
- ¿Tu pasión por los libros comenzó desde muy chico?
Sí, tengo un tío librero, que durante muchos años tuvo una librería, ubicada en Callao y Tucumán (Ciudad de Buenos Aires). Entonces yo iba de chico todos los viernes, me llevaba libros, mi mamá me los forraba y los leía para devolver a la otra semana. Así durante años, hasta que un día empecé a trabajar en la librería.
Al principio mi tío me ayudaba a elegir los libros. Después lo hacía solo y durante el almuerzo me iba al sótano, donde esta el depósito. Era algo hermoso y notable, porque era como tener una biblioteca pública para mí solo.
- ¿Qué te llevó a escribir tu primera novela de ficción y por qué un policial?
La escritura siempre estuvo ahí, en el aire, pero me llegó por un impulso realmente. Y "Residencia permanente" salió muy solo, la escribí en cuatro meses. Cuando la empecé a escribir tenía muy pocas cosas claras. Solo sabía que era un personaje que estaba en una ciudad que no era la suya y ocurría una rebelión. Eso, y también tenía el apellido.
En el momento en que la escribía había distintas ciudades de Latinoamérica y Centroamérica, y te diría también en algunos lugares de Europa, donde te daba la sensación de que si se prendía una chispa pasaba algo subversivo y que cambiara las reglas del juego, no necesariamente lo que pasa en la novela.
También me fascinaba que le pasara a alguien que no fuera del lugar. Por más subversivo que sea, si sos autóctono ya lo venís anticipando. Quería que fuera inesperado, ver ese choque. Y dije 'quiero que le pase a un hombre de carácter y de personalidad'. Así nació "Benítez".
- ¿Por qué tomaste la decisión de no darle un nombre a la ciudad donde todo ocurre, aunque en un momento mencionas a Lima (Perú)?
En principio había pensado que sucediera en un lugar exacto. Podía ser en Ciudad de México. Pero a mí hay una cosa que me molesta mucho, que es cuando un escritor extranjero se pone a hablar de un país que no conoce y dice pavadas esencialmente.
No quería caer en eso. Si esto sucede en una ciudad que existe, implica que me iba a meter en la historia política de ese país para construir un verosímil de la realidad. Y no era en lo que estaba preocupado. Por eso apunté a una especie de ciudad mítica, digamos, una ciudad que podían ser muchas de América Latina.
Independientemente de eso, no quería que dialogara con el presente y eso formara parte de la trama.
- También, dependiendo el tiempo pasado o presente, las situaciones en las historias se resuelven de otra manera. No hubiera sido lo mismo si Benítez tenía un celular a mano.
Eso fue un tema. Cuando empecé la historia si había celulares. Pensé, se pueden cortar las comunicaciones pero me di cuenta que no es lo que quería contar. Entonces vi bastante claro que, en el libro hay toda una línea de violencia. Y esa línea de violencia en América Latina, pero también en Argentina, es más reconocible en la década de los ‘80.
Por la dictadura en Argentina y en otras partes de América. Aquí Benítez puede ser un represor, o no. Y en esos países debido al trabajo de la CIA y de los norteamericanos eran lugares donde la violencia política alcanzó niveles muy altos.
- Benítez parece uno de esos personajes duros, típico de los policiales. Da la sensación que, en apariencia, no tiene muchos sentimientos pero en sus acciones también lo mueve el amor.
Alguien sin interioridad, digamos. Yo no quería el modelo del duro, del policial norteamericano, esa dialéctica entre el duro y el sentimental. Pero es totalmente verosímil también que un personaje como él, un tipo frío y obsesivo en lo suyo, se enamore. Digo, hubo represores en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) que se enamoraron de las mujeres que torturaban. Y eso a mí sí me interesaba.
No es que eso tenga un costado bueno, lo que tiene es que se enamora. Eso no lo cambia, no lo hace una mejor persona, él sigue siendo “Benítez”. Lo que no quería era ir a ese lugar común del que en el fondo tiene buenos sentimientos. No hay nada de eso, lo que si desarrolla con algunas personas es un “Código de Lealtad”.
- Te saco un poco del libro para que me respondas como editor. ¿Cuáles pensás que son hoy en día las crisis y oportunidades de la industria del libro en la Argentina?
Acá tenés que separar. Una es la crisis argentina que afecta al mercado del libro, al de los zapatos y al mercado que se te ocurra. Si nos abstraemos de eso, en el mundo el libro no está en crisis. No hay situaciones de pérdida de lectores o que vos digas ‘esto no se puede resolver’. Sí hay cuestiones sectoriales: la presencia de Amazon es amenazante, o los grandes grupos editoriales que a veces hace que los independientes queden subsumidos en un escenario donde tienden a invisibilizarse.
Pero sí hay una oportunidad que está relacionada a la tecnología, que es lo que se llama “Impresión en Bajas Tiradas”. Está en la Argentina, de hecho en Edhasa la usamos, y hace que vos puedas imprimir a un costo que hasta cinco años era inconcebible: 100, 200, 400 ejemplares, por ejemplo.
Porque lo mejor del mercado del libro es lo que dura. Si vos tenés que hacer tres mil ejemplares para vender en 15 años te fundís. Por lo tanto se te agotaba un libro y el libro moría; no tenías un capital para mantenerlo vivo en cantidades económicamente viables. Hoy es posible que un editor argentino lleve su libro a España sin necesidad de exportarlos. Puede fabricarlos allá directamente.
- ¿Generalmente cómo impacta la innovación tecnológica en el sector?
Digamos que no está a la orden del día, más si lo comparás con la música o el sector audiovisual. El libro siempre va un poco más atrás, pero en algún momento esa vuelta se va a dar. Después hay cambios que son más conocidos, como los e-books o los audiolibros.
Desde hace 20 años que vengo escuchando a las empresas tecnológicas que le ponen la fecha de defunción al libro y eso no ha ocurrido. A diferencia de la música y lo audiovisual, en el libro el soporte sí importa. Si vos pensás en la música, en 50 años tuvo disco, magazine, cassette, CD, DVD, entonces cuando llegó Spotify fue algo normal, siempre fue un archivo. En el libro lo físico tiene un peso.
- ¿Estás trabajando en algo nuevo de ficción? ¿“Residencia permanente” fue el envión?
Sí, estoy trabajando en algo diferente. Una novela en primera persona, con dos adolescentes en fuga por una Argentina un poco enrarecida. Una Argentina que no es la que ves cuando salís a la calle.