Hanif Kureishi es ensayista, dramaturgo y novelista. Ha escrito guiones para la televisión y el cine. En todos los registros, Kureishi cuenta con algo que pocos tienen: humor. Sus personajes están dibujados con rasgos contradictorios que encarnan las complejidades de la cultura británica imperial y colonialista. Kureishi nació en Inglaterra pero sus ancestros provienen de Pakistán. En El buda de los suburbios, el joven narrador cuenta la vida de los parientes pakistaníes que viven en los suburbios de Londres. El padre, un exótico “paqui” que practica el budismo frente a los británicos snobs, se fuga de su familia para convivir con una mujer intelectual y estrafalaria. Los disturbios y las dificultades para “sobrevivir” en un clima hostil a los inmigrantes se refuerzan con el tono cómico de las observaciones del narrador. En La última palabra, la reciente novela de Kureishi, el humor está presente de un modo indirecto y ácido. Harry, un periodista aspirante a biógrafo, visita en una quinta campestre al célebre y un poco olvidado Mamoon, escritor de origen indio. El joven fervoroso y complaciente sigue las peripecias del viejo lobo huraño y se inmiscuye, insospechadamente, en el laberinto sentimental del biografiado. La novela no sólo expone las ideas conservadoras y escépticas de Mamoon sino que despliega una serie de peripecias satíricas ligadas al amor y al sexo. Mamoon y Harry pertenecen a generaciones diferentes pero tienen intereses comunes. Ambos están atravesados por el amor contrariado y por el sexo múltiple.
Hábil estratega en el manejo de los diálogos y las sugerencias, Kureishi hilvana los hilos del profuso laberinto de las pasiones. Curiosamente, Mamoon dice que la mayor parte de la gente vive sin amor, aunque se podría aplicar esta frase al propio Mamoon. A la vez, el sexo y las reflexiones sobre el sexo pueblan las páginas de la novela. En este sentido, La última palabra es una novela sobre los sentimientos en sus múltiples acepciones. Kureishi argumenta: “Podría decirse que es una novela del amor de un hombre por su trabajo, del amor a ser un escritor, del amor a la literatura, del amor a la conversación, que es algo que pasa, por supuesto, entre dos hombres; trata sobre la pasión de Mamoon por su esposa, la pasión y el amor deseoso hacia otras mujeres, y así podríamos seguir. Podría decirse que la novela es un intento de escribir sobre la vida, sobre las pasiones de las personas, sobre lo que quieren, sobre lo que necesitan para vivir vidas interesantes. Yo estoy interesado en la sexualidad porque nací en la década del 50 y crecí entre los 60 y los 70. Estas décadas fueron una época muy importante por el modo de entender la sexualidad. Pasé de vivir en una época represiva a vivir en los 60 y los 70 en una época de libertad hasta llegar al mundo en el que vivimos ahora, en donde existe una diversidad generalizada. ¿Quién no estaría fascinado por esto? La manera en que pensamos la sexualidad, la manera en que la representamos, el lugar que tiene en este mundo, cambia todo el tiempo. Podría escribir una historia de la vida a partir de las décadas que me ha tocado atravesar. La sexualidad es la cosa más interesante del mundo. ¿Cómo no escribir sobre eso?”
A diferencia de otros libros de Kureishi, la trama tiene su centro en el vínculo difícil de dos intelectuales. Las discusiones literarias y existenciales estructuran la novela, pero no de una manera pretenciosa o sofocante. Los intelectuales de Kureishi viven con intensidad sus vidas y las discusiones sobre el amor y el sexo. No deja de ser fascinante que Kuresihi haya elegido como personajes a dos intelectuales disímiles. “Supongo que porque he pasado mi vida como escritor. Y porque conozco a muchos escritores, muchos de mis amigos son escritores y muchas de las discusiones que tenemos hoy en Europa son sobre el estilo de vida de los escritores, sobre nuestro lugar, sobre el propósito de hablar y de nuestras palabras. Eso me fascina. Vivimos en un mundo de palabras. Es todo lo que tenemos, palabras y significados. Y lo que usamos para comunicarnos con los otros son palabras. Buenas palabras y falsas palabras. Me parece que todo esto es algo muy interesante y perturbador”. Mamoon es un gran escritor y también es alguien que pronuncia discursos sentenciosos. Su mirada del mundo parece cínica y escéptica, por momentos.
“Mamoon no es un hombre que tenga perspectivas liberales convencionales. Creo que Harry tiene las miradas liberales convencionales. Y eso hace que sea muy difícil para Harry lidiar con Mamoon. Mamoon tiene algo de provocador. Viene del Tercer Mundo y para él las figuras del liberalismo occidental tienen algo de atemorizador. Es bastante inusual escuchar los puntos de vista que expresa Mamoon. Es difícil de escuchar porque generalmente la gente de derecha es la gente más estúpida y Mamoon sostiene argumentos de derecha pero de una forma inteligente. Mamoon es un derechista inteligente. Es algo interesante e inusual”.
La última palabra trabaja con la idea de la biografía, uno de los clásicos géneros cultivados en Inglaterra. Por momentos, pareciera que Kureishi quiere exponer su visión paródica del género, como si la pasión inglesa por las biografías fuera excesiva o delirante. “Yo siempre me río de todo lo que no me haga llorar. Me gusta pensar en mí como un escritor cómico. Me he criado en la tradición inglesa que es de humor cómico. Y quiero hacer reír a mis lectores. Esa es una de mis intenciones. Y creo que es muy difícil escribir una comedia”. La novela contiene paralelas y complementarias historias de pasión. “El amor es la única cosa importante”, dice Mamoon. Kuresihi sostiene: “Me interesaba pensar en el contraste entre sexualidad y amor. Supongo que en los 60 la sexualidad estalló y modificó las perspectivas. Digamos que la represión se había roto y ahora el sexo estaba en todas las cosas. Entonces el amor se había vuelto una cosa menos interesante y una cosa difícil. El amor es peligroso, el amor es arriesgado; cuando te enamorás te ponés en la mano de otro, te volvés dependiente. Cuanto más cerca estás en la realidad del otro más perdés tu integridad en un sentido que no pasa en el sexo. Me interesa pensar en los cambios que sufren estas cosas y en los modos en que el amor y la sexualidad intercambian lugares en nuestra sociedad”.
Mamoon es un indio que vivió en una época de esplendor y que fue un autor celebrado por la crítica especializada pero que ha sido levemente olvidado. La biografía que encara Harry busca, de alguna forma, reponer la figura desgastada de Mamoon. ¿Kureishi propone en esta novela el retrato de sí mismo y de su generación? “Nunca ha sido mi intención escribir un retrato de mi persona o de cualquiera, pero lógicamente escribo desde mi propio punto de vista, desde mis preocupaciones, desde el tiempo que me tocó vivir. Escribo sobre el amor, sobre la familia, sobre la sexualidad, sobre la política, sobre el islam, escribo sobre el tiempo que me atraviesa, la música, la cultura, a través de las cuales he visto el mundo. Entonces podría decirse que hay mucho de mí en mis libros. Pero de la misma manera que habría mucho en cualquiera que emprenda un acto creativo”.
La última palabra dibuja un arco de tensión permanente entre Harry, el biógrafo, y el escritor Mamoon. ¿Quién vence en esa lucha? ¿Quién tiene la última palabra? Estas preguntas no son meros artículos retóricos. Entrañan una forma de entender el debate y la vida. El diálogo es la fuente principal del libro. La última palabra apuesta a las formas diversas y contradictorias de la discusión. Las conversaciones no son artificios verbales sino que implican las versiones heteróclitas del debate de ideas y de la lucha de pasiones. Harry y Mamoon representan dos filosofías. “En esa discusión está el origen del libro. Es una discusión interminable, en el sentido de que nunca va a haber una última palabra porque esto va a seguir rodando siempre, van a seguir hablando. Y me parece que eso es importante, que la gente no sea silenciada, que se puedan comprometer con la otra persona. Lo opuesto de hablar es el silencio; no querés escuchar al otro y lo matás. Le prohibís hablar. Entonces si el debate continúa existe algún tipo de intercambio mientras haya interacción, y eso es bastante. En el discurso está la posibilidad de la igualdad. Es una persona que está considerando a otro también persona”.
En la breve autobiografía El signo del arco iris Kureishi cuenta que cuando volvió a Inglaterra tuvo una desilusión en relación con la idea de la tolerancia, esa tradicional tolerancia que menciona Orwell como característica de Inglaterra. Kureishi entiende que en los años 80, década de su regreso del viaje a Pakistán, Inglaterra era menos tolerante que la idea que él se había hecho antes del viaje. ¿Y qué sucede en el siglo XXI? ¿Europa es más tolerante hoy con el musulmán, con el otro? “Una de las cosas que está pasando en Europa es el alzamiento de la derecha. Lo podés ver en Francia, en Alemania, en Hungría, en Inglaterra de otra manera. Creo que es el final de un período y creo que estamos entrando en un nuevo período de intolerancia, en un nuevo período de fascismo. Con el auge del fascismo y la creencia en un monoculturalismo, vivimos en un tipo de racismo y es un verdadero peligro para la democracia. Estoy muy nervioso por lo que está pasando en Europa y por el alzamiento de la derecha en los países que he mencionado. Y estoy comenzando a ver un nuevo fascismo que no sé dónde terminará pero que es aterrador. Yo creo que es necesario un nuevo movimiento crítico de izquierda para luchar contra este fascismo”.
En la novela se dice que Proust torturaba ratas, Dickens golpeaba a su esposa, Sartre vivía con su madre y Simone de Beauvoir le conseguía jovencitas, John Cheever merodeaba los baños públicos buscando presas. La novela no da una idea beata del escritor. Kureishi aclara: “Son solamente personajes en una novela. No es un retrato de los escritores. Es un retrato de estos personajes”.
Algunos críticos han señalado que ésta es una de sus novelas más logradas y que condensa las preocupaciones de Kureishi: enfrentamientos culturales, amor, sexo, ruptura política. “Yo escribí esta novela porque lo que me interesaba era la estructura de estos dos hombres teniendo una discusión, qué se podían decir el uno al otro, cómo podían cambiar. Me atraía la idea de que la novela transcurriera en el campo, de que estuvieran aislados y varados ahí, juntos. Para mí era como un escenario de comedia. Qué pasaría en esa casa cuando estuvieran varados, aislados. Qué iban a hacer, de qué iban a hablar, de qué discutirían. Me gustaba la idea de tenerlos peleando, discutiendo sobre el sexo y el amor, eso era divertido para mí”.
Liana y Alice son dos mujeres en cierto modo sumisas y que ocupan lugares centrales en el libro. Al mismo tiempo, la novela discute el rol de la mujer en la pareja y en el matrimonio. Por momentos, en boca de Mamoon la mujer aparece como un objeto o como un pretexto sexual. “Mamoon tiene muchas relaciones con muchas mujeres. Le gustan las mujeres y ellas gustan de él. Le gustan las relaciones sexuales. Pero su relación con Liana es muy compleja: ellos tienen un matrimonio. Entonces lo que hace la novela es pensar en las relaciones entre el amor y la sexualidad y cómo la sexualidad y el matrimonio pueden mantenerse juntos y cómo la sexualidad y el matrimonio pueden separarse. Y cómo es un problema perpetuo para los homosexuales y los heterosexuales, para cualquiera. Cómo poner el amor y el sexo juntos. Cómo hacer una acomodación entre amar a una persona y tu sexualidad. Muchas novelas y muchos escritores han pensado en esta dificultad. Cómo vivir sexualmente, cómo vivís sexualmente en el mundo sin traicionar a los otros y cómo vivís en el mundo sin traicionarte a vos mismo”.