CULTURA
crítica

La barbarie inolvidable

La intendencia, el puntero, el cottolengo, componen la simbólica trama social que en siete años de dictadura avaló lo silenciado: el grito de los torturados.

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Esta nueva edición de la novela de Abrevaya, ganadora del Premio Boris Spivacow en 2003 y 20 años después elegida por el New York Times como uno de los diez mejores libros de terror publicados en inglés, reaviva una paradoja recurrente en la literatura argentina: cómo evocar lo indecible, trasponer el límite del horror para hacerlo, con qué herramientas narrativas. Y lo hace sin fracasar, al contrario, contiene en sí misma no una fórmula sino el método para que el lector no salga indemne, como cualquier víctima. Porque si hay terror nadie está a salvo.

El documental The Act of Killing (cuyo título en indonesio es Jagal, es decir, carnicero), con dirección de Joshua Oppenheimer y producción de Werner Herzog, retrata la brutalidad elemental de los torturadores mismos, ya ancianos, glorificados por la sociedad, luego de cometer la atrocidad de asesinar unmillón de personas en Indonesia, entre 1965 y 1966. Ellos dan testimonio, se encarnan a sí mismos con desparpajo natural, el que da la impunidad. Este orgullo consensuado, respeto por temor real y efectivo, es común a El criadero.

Como road movie, el género cita las influencias. Y el guiño está en el personaje, Álvaro, cineasta. De allí que llama la atención cierta escena panóptica donde mientras llama al abogado desde un teléfono público en la plaza del pueblito donde quedó atrapado tras perder a su mujer, que no aparece, va tomando conciencia de estar rodeado por discapacitados de todo tipo. En esa plaza está la religión, la casa de brujas, la caza de humanos, así como todos los secretos de un desierto habitado por un grupo de locos. Esa totalidad en miniatura es lo siniestro en sí mismo.

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La intendencia, el puntero, el cottolengo, componen la simbólica trama social que en siete años de dictadura avaló lo silenciado: el grito de los torturados, su eliminación a espaldas de lo cotidiano, la indiferencia como refugio que exculpa. Tierra maldita, con una banda de perros cimarrones que saben atacar en manada, los paralelismos en nada agotan al lector, acaso lo mantiene despierto, porque ha pasado el tiempo pero no el olvido. Porque el terror real deja secuelas hasta en los rincones más ocultos de las sociedades.

Abrevaya se mantiene al margen de una evocación sensiblera, también de la analogía política esquemática. Por el contrario, pone en juego la degradación humana como matriz por la cual lo innombrable se hace carne, materializa lo atroz. Menos que cero, esa dimensión descalificadora del poder torturador sobre el común de la gente, es lo que arrastra hacia un campo de ficción que acongoja y asoma por debajo de las sombras criminales que perduran.

El aspecto posapocalíptico del conjunto está en la degradación del ser, en la pérdida de referencia, donde una tenue llama de lucidez asoma entre tanta pérdida y dolor. El criadero abre la puerta para una segunda novela del autor: La bala que llevo adentro (2022), acaso enhebrando una trilogía sobre esta barbarie inolvidable, dueña de todo insomnio.

El criadero

Autor: Gustavo Abrevaya

Género: novela

Otras obras del autor: La bala que llevo adentro

Editorial: Bardos, $ 30.000