Hasta el mes de septiembre de 1955, la unidad política de una porción significativa de los escritores argentinos estaba garantizada por su oposición al ya tambaleante régimen peronista. Dada vuelta la taba y con Perón fuera de juego, muchos pasaron a ocupar puestos en el nuevo gobierno, a cargo del general Aramburu. Pero ahora el libreto del bando liberal ya no sonaba tan libertario. Pronto hubo discrepancias, y las primeras eran apenas un anticipo de los conflictos mayúsculos que guardaban turno en el horizonte. Martínez Estrada, que no minimizaba su cercanía generacional con ese círculo, ni sus amistades o actividades en común, partiría aguas muy decididamente, primero a raíz de la definición sociológica y política del régimen peronista, y la de su sustituto, el gobierno militar de la “Revolución Libertadora”, a la cual él consideraba, más bien, “Restaurativa”, y más adelante por causa de la Revolución Cubana.
Extacto de La amargura metódica.