CULTURA
Yuval Noah Harari

La vida pasado mañana

Fenómeno de ventas a nivel mundial con su obra anterior, el historiador israelí Yuval Noah Harari dobla la apuesta con su último libro, “Homo Deus”. En él propone un vistazo a los futuros inminentes donde sociedades regidas por los alcances en la biotecnología y la inteligencia artificial plantean nuevos conflictos filosóficos y redefinen de maneras inimaginables lo que entendemos por relaciones humanas. Entrevista exclusiva con el autor del momento.

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Visto a la distancia no resulta extraño, sino más bien consecuente, que fuera un poeta el primero en cansarse de ser hombre, una expresión que cobra un sentido perturbador en el presente, donde la posibilidad de un mundo transhumano provisto por la biotecnología, la inteligencia artificial (IA) y una vida dirigida por supercomputadoras es una realidad a la vuelta de la esquina y no una visión distópica y tecnoparanoide: estamos en los albores de un cambio radical, entre otras causas porque en este momento, en www.calicolabs.com, hay ingenieros, científicos y programadores tratando de acabar con la muerte.
Con Homo Deus. Breve historia del mañana (Debate) el historiador israelita Yuval Noah Harari (Haifa, 1976) dobla la apuesta lanzada con el best-seller mundial Sapiens. (De animales a dioses) y pone el dedo en algunas de las inquietudes imperiosas del presente, que transformarán nuestra idea de lo que entendemos por vida, así como las relaciones entre los seres humanos y el mundo.
—Es evidente que el futuro ya ha llegado y es algo que podemos ver a diario en la prensa tecnológica y en la fascinación que genera en prácticamente todos los aspectos de la cultura. Sin embargo, lo que no queda claro es el lugar de la reflexión filosófica así como el lugar de los seres humanos en este nuevo panorama.
—La filosofía es hoy más importante que nunca porque las preguntas que durante siglos interesaron a un puñado de pensadores y poetas se han vuelto cuestiones prácticas que interesan incluso a ingenieros y técnicos. Ahora estamos aprendiendo cómo crear IA y cómo usar la biotecnología para diseñar animales y volver a los humanos súper humanos. Los ingenieros están trabajando en proyectos que se plantean los viejos dilemas filosóficos como ¿qué es la consciencia? ¿qué es el libro albedrío? y sobre todo ¿qué es la humanidad?
—Las reflexiones tecnoparanoides son prácticamente un género literario. ¿En dónde ubicas a tu libro?
—Trato de ser científico y evito convertirme en un autor de ciencia ficción. Recelo de la ciencia ficción hollywoodense porque suele estar divorciada de la realidad científica: estoy más influenciado por Karl Marx que por Steven Spielberg. Por ejemplo la IA. En las películas de Hollywood la IA usualmente desarrolla consciencia e intenta manipular e incluso exterminar a la humanidad. De hecho, la inteligencia y la consciencia son cosas muy diferentes y no existe evidencia de que estemos siquiera cerca de desarrollar la consciencia artificial. Estoy mucho más preocupado acerca de la IA no consciente sacando a billones de personas del mercado laboral que redundará en la creación de una nueva clase masiva de “personas inútiles”.
—Las implicaciones de la tecnología en la biología prometen ensanchar, en formas nunca vistas, la brecha entre ricos y pobres de una manera cruenta que no alcanzamos a imaginar.
—La tecnología no es nunca determinista. Podemos utilizar los mismos avances para crear tipos de sociedades y situaciones muy diferentes. En el siglo XX, por ejemplo la gente podía utilizar la tecnología de la Revolución Industrial (trenes, electricidad, radio, teléfono) para crear dictaduras comunistas, regímenes fascistas o democracias liberales. Basta pensar en Corea del Sur y Corea del Norte: han tenido acceso a exactamente la misma tecnología, pero la emplearon de maneras muy distintas. Las personas pueden optar por limitar deliberadamente el uso de nuevas tecnologías peligrosas. Por ejemplo, el comercio de órganos humanos es ahora posible y potencialmente muy lucrativo, pero hasta ahora sigue siendo una actividad periférica. La pregunta por la IA es más importante que la crisis económica global, la Guerra en Medio Oriente y la crisis de los refugiados en Europa. No sólo el futuro de la humanidad sino de la vida misma, dependerá de cómo elijamos utilizar la IA y la biotecnología.
—Cuerpos transformados, controles médicos, actualmente la tecnología afecta la manera en que entendemos la enfermedad y la salud.
—Hace eso y mucho más. Incluso la muerte podría convertirse en un problema técnico. A lo largo de la historia la muerte fue vista como un fenómeno metafísico. Morimos porque Dios lo decretó, o el Cosmos o la Madre Naturaleza. En consecuencia, la gente creía que la muerte sólo podía ser derrotada por algún gesto divino como la segunda venida de Cristo. Sin embargo, últimamente la ciencia ha redefinido la muerte como un problema técnico. Un problema complicado, sin duda, pero un problema técnico. Y la ciencia cree que cada problema técnico tiene una solución técnica. No necesitamos esperar a Dios ni a Jesucristo para vencer la muerte. Un par de geeks en un laboratorio podrían hacerlo. Si tradicionalmente la muerte era la especialidad de los sacerdotes y teólogos, ahora los ingenieros están tomando el relevo.
—Entre las múltiples ideas de tu libro, acaso la más radical sea la posibilidad del transhumanismo. ¿Es posible la permanencia de la consciencia en soportes no biológicos?
—Es poco probable que traspasar la consciencia humana a un dispositivo inorgánico como una computadora ocurra pronto y puede que no pase jamás; pues aunque hemos hecho grandes progresos en la comprensión del cuerpo y cerebro humanos sabemos muy poco sobre la mente y la consciencia. Muchas personas, incluyendo científicos, tienden a confundir el cerebro con la mente, pero se trata de cosas muy diferentes. El cerebro es una red material de neuronas y sinapsis. La mente es un flujo de experiencias subjetivas, como el dolor, el placer, la ira y el amor. La ciencia asume que el cerebro de alguna manera produce la mente y que las reacciones bioquímicas en miles de millones de neuronas de alguna manera producen experiencias como el dolor y el amor. Pero, hasta ahora no tenemos absolutamente ninguna explicación de cómo la mente emerge del cerebro. Esa es la mayor laguna en nuestra comprensión de la vida y es una muy peligrosa. En siglos pasados ganamos el control del mundo fuera de nosotros y remodelamos el planeta entero pero no nos hizo felices. Aún peor, puesto que como no entendíamos la complejidad de la ecología global, los cambios que hicimos inadvertidamente interrumpieron todo el sistema ecológico. En el próximo siglo podríamos ganar el control del mundo dentro de nosotros y remodelar nuestros cuerpos y cerebros, pero no necesariamente seremos más felices. O incluso peor: dado que no entendemos la complejidad de nuestras mentes, los cambios podrían alterar sin darnos cuenta todo nuestro sistema mental.
—Hoy en día en la mayoría del mundo se ha abolido el Estado de bienestar. Todo indica que las élites capitalistas y los monopolios gobernarán nuestras vidas, como ya sucede. ¿Es viable el neoludismo como arma política?
—Dudo de que el ludismo funcione, pero por otro lado no pienso que el capitalismo sea eterno. Aunque sea la religion más exitosa de la historia, el capitalismo no es la condición natural de la humanidad. El principio de la religión capitalista dice que el crecimiento económico es la fuente de todas las cosas buenas. Se piensa la justicia, la libertad e incluso la igualdad sólo si existe previamente crecimiento económico. Por lo tanto cada persona, familia, empresa y país debe producir el próximo año más de lo que produce hoy en día, aunque eso signifique no tener en cuenta otros valores como la preservación de la igualdad social, la armonía ecológica o la paz interior.
El crecimiento económico ha mejorado muchos aspectos de nuestra vida, pero el capitalismo se ha centrado demasiado en este factor y ha descuidado otros valores. Gracias al capitalismo la humanidad ha experimentado un tremendo crecimiento durante los últimos siglos, pero todo este crecimiento no hizo que el mundo fuera un lugar más feliz. Necesitamos algo más allá de esta cruda obsesión capitalista con el crecimiento. Lamentablemente en la actualidad no conocemos ninguna alternativa viable al modo de pensar capitalista. La última alternativa seria –el comunismo– se desacreditó tan a fondo que pocas personas tienen el estómago para intentarlo de nuevo. Creo que el principal desafío para cualquier disconforme con capitalismo es formular una alternativa realista. Y es hora de que hagamos algo, porque el capitalismo parece estar encaminándose hacia una crisis mayor.
—No parece que Marx vaya a ser necesario en una realidad donde la clase trabajadora resultará irrelevante.
—En efecto el marxismo perderá su relevancia, puesto que se basa en la premisa de que la clase obrera es la clase más importante de todas y que la economía no puede funcionar sin ella. Si los trabajadores se declaran en huelga, toda la economía se detiene. Marx no imaginó una situación en la que los robots y las computadoras reemplazarían a la mayoría de los trabajadores, de modo que la mayoría de las personas no pertenecerán a la clase obrera sino a la clase que no trabaja. La clase no trabajadora no puede ir a la huelga, y tienen mucho menos poder para influir en el sistema político.
—Parece que enfrentaremos una revolución. ¿Tendremos que luchar?
—Dudo que veamos revoluciones como la rusa o la francesa. Se trata de fenómenos modernos y nosotros estamos entrando en una era post-moderna. En el siglo XXI se crearán nuevos sistemas políticos y sociales, por lo que los cambios políticos y las revoluciones también se desarrollarán de nuevas maneras. Aún es demasiado pronto para predecir cómo será realmente la política del siglo XXI. Como no sabemos cómo se verá el mercado de trabajo o la economía en 2050, tampoco tenemos idea de qué tipo de sistema político prevalecerá.
—En relación a los animales, hablas de la importancia de su vida y sus derechos, porque es probable que en poco tiempo, gran parte de la humanidad será tratada como ellos.
—Debemos preocuparnos por el destino de los animales no sólo por el impacto potencial en nuestras vidas, sino porque se trata de seres sensibles que experimentan sufrimiento y alegría y merecen nuestra compasión. Hoy miles de millones de animales domesticados como vacas y los pollos son tratados por la industria de la carne, los productos lácteos y los huevos, no como seres vivos sino como máquinas. La ciencia nos dice que las vacas y los pollos tienen un complejo mundo de emociones y sensaciones. Ellos también pueden sentir dolor, miedo y ansiedad –y también alegría, tranquilidad y amor. Pero ignoramos por completo los sentimientos y el sufrimiento de los animales. A juzgar por la gran cantidad de miseria que causa, la cría de animales moderna es probablemente uno de los peores crímenes de la historia.
—¿Es posible pensarnos fuera de la lógica del algoritmo?
—Comprender la mente humana es la clave para ir más allá de la lógica del algoritmo. La mente es la fuente profunda de todos nuestras miserias, pero hasta ahora la ciencia ha tenido grandes dificultades para investigar la mente porque no tiene ningún método para la observación directa. Se puede estudiar el cerebro mediante el uso de microscopios y escáneres fMRI, pero el cerebro no es la mente. La dificultad es que la única mente accesible para usted es la propia mente. Nunca se puede observar directamente la mente de otra persona. Y cuando intentas observar tu propia mente, es muy difícil hacerlo de manera sistemática y objetiva. Cualquiera que haya intentado hacerlo sabe lo difícil que es observar incluso los procesos mentales más simples por más de unos pocos segundos sin distraerse o abrumarse. Por eso dedico dos horas al día a la meditación y cada año tomo un largo retiro de meditación por un mes o dos. Practico la meditación Vipassana, que he aprendido de S. N. Goenka. Vipassana es un método para observar la mente de una manera sistemática y objetiva. La mente está constantemente en contacto con las sensaciones del cuerpo. En cada momento, experimentamos alguna sensación en el cuerpo y la mente reacciona a ella. Incluso cuando pensamos que estamos reaccionando a lo que otros hicieron, a lo que vimos en la televisión, o a un recuerdo de la infancia, estamos de hecho reaccionando a alguna sensación corporal que está presente aquí y ahora. En Vipassana uno se entrena para observar de manera ordenada y objetiva las sensaciones del cuerpo y las reacciones de la mente a ellas, descubriendo así nuestros patrones mentales más profundos. Lo que he observado directamente en la meditación me ha enseñado mucho más sobre la mente que cualquier estudio del cerebro.
—Mark Zuckerberg ha sido uno de los lectores de tu obra. ¿Qué piensas de Facebook?
—Como todos los cambios tecnológicos importantes, el surgimiento de redes sociales digitales como Facebook tiene aspectos buenos y malos. Durante innumerables generaciones, las familias y las comunidades tribales íntimas fueron las unidades básicas de la sociedad humana. Las estructuras sociales cambiaban de vez en cuando, pero alguna clase de familia y tribu eran siempre la base. No sólo para la vida emocional de la gente, sino también para la economía y para la política. En los últimos 200 años, el Estado y el mercado asumieron la mayor parte de las funciones tradicionales de la familia y la tribu, como la provisión de pensiones, asistencia sanitaria, educación y seguridad. Esto ha llevado a la desintegración de la mayoría de las tribus y comunidades íntimas, y el debilitamiento de la familia.
A medida que las unidades familiares y las comunidades más grandes se desmoronan, cada vez hay más peso emocional que deben soportar los pocos lazos restantes. Esto en sí crea nuevas dificultades, y es responsable de las tasas extremadamente altas de divorcio. La gente espera tanto de sus cónyuges que es casi imposible cumplir con estas expectativas. Este desarrollo es asombroso. Después de millones de años de vida en familias y comunidades, ¡tomo apenas 200 años para de-sintegrarlos! Facebook ahora trata de llenar el vacío emocional y social que enfrentamos, lo cual es bueno, pero a menudo lo llena con relaciones virtuales cuya profundidad y calidad no están cerca de las relaciones tradicionales. Pero no volveremos a los tiempos preindustriales. Tenemos que seguir adelante. Necesitamos pensar cómo crear relaciones sociales aptas para las condiciones del siglo XXI. Facebook está pensando en ello muy en serio, lo cual es muy importante, pero sería mejor que otras organizaciones e instituciones hagan lo mismo y nos presenten alternativas.
—¿Qué piensas de la posibilidad de tener sexo con humanoides?
—Depende del propósito del sexo. Si crees que el sexo es sólo un ejercicio mecánico destinado a darte sensaciones agradables, entonces importa poco si lo haces con un ser humano o con una máquina sofisticada. Pero si el sexo se refiere más a la intimidad que al mero placer, y si tu objetivo es ayudarle a formar íntimos vínculos íntimos con otra persona, el sexo con los robots nos llevará en la dirección equivocada, fomentado una actitud superficial e incluso prejudicial.
—¿Crees en el arte y el colectivismo como posibilidades emancipatorias?
—El arte todavía tiene la responsabilidad de liberarnos, sobre todo a nivel de la imaginación, de las limitaciones de nuestro entorno inmediato. Dado que la tecnología nos dará el poder de convertir nuestros sueños y fantasías en realidad, el arte sera fundamental en esa configuración.
—¿Has visto ‘Black Mirror’, lees ciencia ficción?
—Black Mirror es una de mis series favoritas porque se centra en las cuestiones sociales reales en lugar de los típicos escenarios apocalípticos. La mayoría de los episodios examinan de manera muy perspicaz cómo las habilidades tecnológicas realistas –por ejemplo, la capacidad de grabar y recordar continuamente lo que le ocurre a lo largo del día– podrían cambiar nuestras relaciones románticas. Mi libro favorito de ciencia ficción es Un mundo feliz de Aldous Huxley, que es probablemente el libro más profético del siglo XX. Escrito en los días de Hitler y Stalin, contempla un futuro mundo distópico regido por el consumismo y la biotecnología en el que la felicidad es el valor supremo. Hoy en día mucha gente lo confundiría fácilmente con una utopía.n