El próximo 22 de noviembre saldrá a la luz el primer disco póstumo de Leonard Cohen, “Thanks for the Dance” y la expectativa mundial es mucha. Ese envión amargo que significa la muerte para muchos artistas, en el caso de Cohen fue solo un empujón más hacia su lugar de rara avis dentro del mundo literario y musical: un artista de nicho que llegó al gran público
Fallecido en 2016 a la edad de 82 años, el músico y poeta canadiense es un faro a la hora de la expresión de los sentimientos más cotidianos e inabarcables como la soledad, el amor o la melancolía. Vinculado de manera recurrente con Bob Dylan tanto por su estilo por su contemporaneidad, en el libro La balada de Leonard Cohen, editado por el sello mexicano Trilce Ediciones y distribuido en Argentina a partir de este mes, se pueden encontrar varias pistas para entender una voz que gana profundidad con el correr del tiempo.
Retrato de un anfibio. Basada en el documental del mismo nombre, realizado en 1979, el cineasta estadounidense Harry Rasky compila en La balada de Leonard Cohen diálogos, entrevistas y momentos compartidos con el autor de temas tan clásicos como velados, entre los que se puede enumerar: “Suzanne”, “Famous Blue Raincoat”, “Chelse Hotell #2” o “Dance Me to the End of Love”, además del mundialmente célebre “Hallelujah”.
“Lo que siento es que Leonard se ha convertido en un mito tan grande como el hombre. Es el mejor poeta o parece ser el poeta en que todos desearíamos haber tenido el valor de convertirnos”, señala Rasky en la introducción del libro publicado originalmente en 2001 que hasta el 2018 se mantenía inédito en español.
Es como hablar de un beso o un abrazo. Uno sabe perfectamente qué está sucediendo, cuándo le está pasando y cuándo se termina
Este volumen rico en matices y climas, sirve para confirmar una constante en la obra de Cohen: la permanente y terca búsqueda de sentidos nuevos combinada con el pesimismo innato que conlleva saber que es imposible hallar respuestas absolutas. “No solo con respecto a mi trabajo, sino a cualquier trabajo que toque el corazón (...), es muy difícil hablar de ello. Es como hablar de un beso o un abrazo. Uno sabe perfectamente qué está sucediendo, cuándo le está pasando y cuándo se termina”, señala el músico en un momento del documental y del libro que lo refleja.
Este artista anfibio es una celebridad que decide pararse en una parte del escenario en donde la iluminación es parcial y no total. Tal como subraya Rasky en La balada de Leonard Cohen, el nacido en Canadá en 1934 pudo escaparle a la “casi total oscuridad del poeta de imprentas pequeñas. La música, su música, le encontraría un público a nivel mundial”. En ese acervo de canciones y poemas, hay una temática y preocupación central: “la vida cotidiana presenta suficientes perplejidades solo al manejar los hechos ordinarios”, se encarga de definir Cohen.
Sin embargo, renegaba tanto de la crítica que lo consideraba simplemente un músico (“me siento obligado a recordarles que hay algo que se llama estilo y que pueden estarse olvidando de ello”), como de considerarse simplemente un poeta (“algunas palabras se devalúan y no solo eso, sino que mucha gente se apresura a adoptar esa descripción y simplemente no disfruto de esa compañía”).
La duda, esa voz universal. Mientras se espera la salida de “Thanks for the Dance”, disco póstumo que viene a suceder a “You want it darker” -lanzado un mes antes de su muerte en 2016-, la obra de Cohen sigue dialogando con un mundo en el que, parafraseando al autor, todos tenemos una prisa horrible.
“La voz universal, lamento decirlo, no es una de resistencia y agresividad, sino de duda y de incertidumbre”.
“Nadie a quien seguir y nada que enseñar, excepto que la meta está fuera de alcance”, es el final de “The goal”, el adelanto que se conoció de la obra que verá la luz el 22 de noviembre. Con esa frase, se puede resumir en gran medida el espíritu de Cohen: la sabiduría a partir de la duda. En ese sentido, resulta más que necesario retomar la oportuna definición que figura en La balada de Leonard Cohen que brinda el poeta estadounidense Irving Layton, considerado uno de los “mentores” de Cohen, al hablar de por qué el suceso de este autor: “La voz universal, lamento decirlo, no es una de resistencia y agresividad, sino de duda y de incertidumbre”.
Llegado a este punto es, tal vez, donde se puede encontrar la gema de la obra de Cohen y lo que la distancia de la masividad innegable de Bob Dylan. Mientras el ganador de Nobel de Literatura en 2016 cantó al calor del descontento de una sociedad ante el rumbo político y económico de mitad del siglo XX, Cohen prefería hablar sobre esos grandes temas a partir de rutas alternativas, sinuosas y empedradas, en donde lo individual y lo social se entremezclan de manera menos obvia pero más íntima.
A la espera del nuevo disco, este libro que llegó a la Argentina por primera vez traducido, ahonda en el interés que este artista colocó sobre lo indescifrable de los vínculos afectivos y la tarea de vivir al calor de las crisis sociales que toda generación va a experimentar de alguna manera.