CULTURA
Panorama Educativo

Lino Barañao y los rayos cósmicos

La cartera educativa nacional, que cedió hace años al Ejecutivo las áreas de Cultura y de Justicia, otorgará la merecida autonomía al sector científico y tecnológico. Hay interés en retomar el liderazgo en esos rubros de los '60.

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| Fuente: www.agencia.gov.ar

El 10 de diciembre próximo, la cartera educativa nacional, que cedió hace años al Poder Ejecutivo las áreas de Cultura y de Justicia, otorgará la merecida autonomía al sector científico y tecnológico, en el marco de una fuerte expectativa de sectores locales y de cientos de exiliados de la ciencia, estos últimos que aún dudan de regresar al país.

Universidades, organismos públicos y sectores privados se muestran hoy interesados en retomar el liderazgo de los '60 y despegar en el concierto mundial.

Muestra de la falta de rumbo y vaivenes de las políticas del país, el hasta hoy ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología pasó por diversas denominaciones que definieron sus atribuciones y así antes de los '90 comprendió la "Educación, Cultura y Justicia", cuestión no menor que le valió a un ex ministro del área tener que poner su firma en los indultos, por una decisión presidencial.

Sin embargo, la llegada de la cartera de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva se enmarcó también en uno de los últimos y resonantes anuncios en el que científicos argentinos revolucionaron la física al determinar el origen y estructura de los rayos cósmicos superiores.

El trabajo fue publicado por la autorizada revista Sciense y tuvo como protagonistas a tres argentinos del CONICET y la Fundación Balseiro, entre 400 pares de otros países.

"Este país estuvo signado en la década de los '90 por una fuerte desinversión en investigación e innovaciones tecnológicas", aseveró a la agencia DyN Lino Barañao, doctor en Química y responsable de la Agencia de Promoción científica argentina, a escasas semanas de convertirse en el primer ministro de la flamante cartera de Ciencia y Tecnología del país.

El investigador de 54 años no escondió su criticismo hacia la falta de rumbo y raíz nacional de las diversas gestiones en políticas científicas y, según confesó con ironía, ese largo combate le valió este "merecido castigo".

Recordó cuando encabezando desde el CONICET diversas luchas gremiales en los '80, en reclamo de un reconocimiento y jerarquización de la carrera de investigador y de apoyo y ampliación de los lugares para los becarios, sin dejar de citar a aquellos sombríos '90, que lo encontraron replicando por las calles al ex ministro Domingo Cavallo, quien los envió a "lavar los platos".

Tras los dorados '60, la ciencia argentina se sumió en una fuerte desinversión, falta de políticas de desarrollo de su investigación, escaso presupuesto, llegaron hasta el apaleo y exilio de notables académicos de las facultades de Ciencias Exactas y de Sociales; situación esta última que aún no fue efectivamente frenada.

Sin embargo, Barañao estrenará el cargo en el marco de una fuerte expectativa de las universidades, el CONICET, el sector privado nacional e internacional, y organismos públicos acerca de cómo producir fuertes "polos" o áreas de desarrollo de nuevas tecnologías en el país, de donde nazcan o se "incuben" también nuevas "empresas".

Este ideario que heredará el futuro Ministro caracterizó la gestión de su antecesor el sanjuanino Tulio Del Bono.

El ex ministro de Educación y ex rector de la Universidad Nacional de Córdoba Hugo Juri predica desde hace tiempo respecto a la necesidad de que Argentina también tenga su "Silicon Valley", en relación al sector de California donde en los '80 se asentaron empresas que comenzaron la producción de "chips de siliconas" para las computadoras.

En ese sentido hoy hay muestras de estos polos en Argentina: el petroquímico que une a la Universidad Nacional de La Plata con las empresas petroleras de la zona en emprendimientos comunes; la Universidad Nacional de Córdoba que aúna proyectos con la empresa INTEL de comunicaciones que se radicó en esa provincia, donde además se expande la producción del software.

Similar situación atraviesa la Universidad Nacional del Centro, que proclama para la ciudad de Tandil el título de "Polo del Software", ya que de las 10 empresas originales, hoy cuenta con más de 50 radicadas en la zona para esa producción y también las ingenierías (viales, en alimentos, energéticas) que distinguen a otras casas de altos estudios como las de Rosario, Luján y Tucumán, entre otras. Por más que algunos anuncios hablen del retorno de los científicos argentinos en el exilio mundial, estudios de algunas universidades públicas -donde tiene lugar más del 70% de la investigación del país- señalan que la diáspora continúa, atraída por mejores sueldos, reconocimientos inmediatos y trabajos en condiciones dignas.

Lo innegable es que tanto en educación, como en ciencia y tecnología los cambios y "deseados" anuncios se toman mucho más tiempo que en otras áreas. Educar, hacer ciencia, innovar con nuevas herramientas lleva su proceso y su tiempo, pero lo que realmente ya no puede esperar en un país es un marco referencial de sus políticas respecto a en qué lugar encajará del complicado rompecabezas del conocimiento.