París tiene sus bistros, Londres sus pubs, Roma sus enotecas… y Viena sus cafés. Ya Stefan Zweig describió estos acogedores y singulares espacios donde se sirve “melange” (una especie de café con leche) y grandes cafés solos como una institución que no puede compararse con ningún otro lugar del mundo.
“Es realmente una especie de club democrático, al que cualquiera puede acudir para tomar una taza de café y pasar horas sentado, discutiendo, escribiendo, jugando a las cartas, puede recibir su correo y sobre todo tiene acceso a un número ilimitado de periódicos y revistas“, lo definió una vez el escritor austríaco (1881-1942).
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