Berlín - Günter Grass, el hombre que narró como pocos el último siglo de vida de los alemanes en una extensa obra y se erigió durante años en una instancia moral y referente para muchos compatriotas, cumple hoy 80 años.
Ya en 1955, sus primeras apariciones en la asociación de escritores "Grupo 47" y en la escena literaria de Alemania fueron destacadas por la prensa: "Un nuevo tono vigoroso, vital y brioso aportaron los poemas del escultor berlinés Günter Grass".
Medio siglo más tarde, después de ganar el Premio Nobel de Literatura -en 1999- y sufrir una gran decepción por las críticas que le llovieron por confesar tardíamente su paso a los 17 años por las huestes de las SS hitlerianas, este novelista, escultor, dibujante, poeta y dramaturgo es honrado en Alemania con motivo de su octogésimo aniversario.
"A toda Alemania le crecerá el mostacho", pronostica el diario Die Welt, en alusión al inconfundible bigote del autor nacido en la antigua ciudad alemana de Danzig, hoy la polaca Gdansk.
Grass tuvo que esperar mucho tiempo para conseguir el Nobel. En 1972 lo obtuvo su compatriota Heinrich Böll. En 1999, Grass recibió el máximo galardón ante todo, pero no solamente, por la novela épica "El tambor de hojalata" sobre la era nazi.
La novela "formará parte de las obras literarias que perduren del siglo XX", consideró el comité del Nobel. Cuando la Academia de Estocolmo concedió la distinción a Böll, éste no pudo ocultar su sorpresa. "¿Por qué yo y no Grass?", fue su reacción.
"La herencia de Heinrich Böll quedó en buenas manos", por su contenido de vida común, "fe, amor y esperanza", sentenció el publicista Walter Jens al recibir Grass en 1999 el Nobel.
Pero más emocionante que todos sus dramas han sido los avatares del propio Grass, un intelectual incómodo acostumbrado a cantar las verdades a todo el mundo, católico de bautismo pero no creyente y sin ambiciones de ser la instancia moral en que muchos lo erigieron.
Ya en los años 60 tomó Grass partido por el canciller Willy Brandt y el Partido Socialdemócrata, que abandonó en protesta por el endurecimiento que promovió de las leyes de asilo político.
Grass tuvo en Grimmelshausen, Miguel de Cervantes, Jean Paul, Alfred Döblin y Albert Camus sus modelos. También aprendió la lección de Bertolt Brecht de que un escritor no puede limitarse a su labor cuando la gente en la calle tiene otras preocupaciones. "En los ambientes chic de escritores se ha vuelto sospechoso asumir un compromiso político", se quejó en 1986.
Grass siempre se consideró un literato político. Por eso lo afectó tanto la lluvia de críticas con que fue recibida en agosto del año pasado su tardía y sorpresiva confesión de haber participado en las SS en las postrimerías de la guerra, que incluyó en sus memorias tituladas "Pelando la cebolla".
Grass está acostumbrado a levantar polvareda. En 1995 devolvió a la memoria de los alemanes el drama de los refugiados alemanes que huían del avance de las tropas soviéticas en la novela "A paso de cangrejo" sobre el hundimiento en enero de 1945 del buque Wilhelm Gustloff, en el que perdieron la vida miles de refugiados de Prusia Oriental, en especial niños.
El escritor está casado en segundas nupcias y vive en Lbeck, en el norte del país, donde también está la "Casa Günter Grass", que tiene en archivos los manuscritos de sus obras desde 1995. Su archivo hasta 1995 lo legó a la Academia de Artes de Berlín, que presidió en los años 80.
Grass vivió durante mucho tiempo en la capital alemana, después de una estancia en París y sus estudios de bellas artes en la Academia de Artes de Düsseldorf. Pero este desplazado por la guerra nunca consiguió echar raíces. Más allá de las polémicas, Alemania le rendirá tributo con tres grandes ceremonias, además de la que el escritor recibió en su Gdansk natal.
En Lbeck, los festejos tendrán su punto culminante con un discurso del presidente alemán, Horst Köhler, el 27 de octubre. Paralelamente están programados actos en Gottinga, sede de la editorial del escritor, Steidl, así como en la Academia de Artes de Hamburgo. Asimismo, la televisión pública emitirá un extenso documental sobre el octogenario artista.
El padre y padrastro de ocho hijos - junto con su segunda mujer- y abuelo de 17 nietos no ha querido revelar cómo celebrará en familia, pero sí seguirá una tradición personal cuando caen cumpleaños redondos, hacer la vertical (el pino). "Espero que también esta vez me salga".