CULTURA

Su alumno más ilustre

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Desde el jueves pasado, la página del Centro Sperimentale di Cinematografia “rinde el último saludo a su alumno más ilustre”, que viene a ser Gabriel García Márquez, a pesar de que en la lista de sus ex discípulos figure Michelangelo Antonioni. No sé si en italiano la palabra “illustre” equivale a famoso o tiene como en castellano una connotación de nobleza y de importancia. Como otros dos escritores latinoamericanos que también estudiaron en el Centro de Roma –Manuel Puig y Fernando Vallejo–, García Márquez no se destacó en la realización de películas, pero su relación con el cine fue tan extensa como la que mantuvo con la literatura y el periodismo. El Centro, una escuela bastante estéril y académica según el testimonio de Puig, parece haber matado varias vocaciones. De hecho, el único film de García Márquez es de 1954, dos años antes de viajar a Italia.

La película está escrita, dirigida y montada por García Márquez y tres amigos. Se puede ver en YouTube, dura 29 minutos, es muda, en blanco y negro y se llama La langosta azul. Mezcla de ciencia ficción y neorrealismo, transcurre en un pueblo de la costa colombiana y es de una tosquedad cinematográfica notoria, aunque no exenta de cierta frescura, una cualidad que no abunda en la más bien rancia filmografía a la que el nombre de García Márquez está asociado como guionista o fuente de la adaptación. Tal vez porque el realismo mágico no se lleva bien con la pantalla, tal vez por el excesivo respeto de quienes trataron su obra literaria, las adaptaciones nunca estuvieron a la altura de las expectativas. Tal vez la más lograda haya sido la que Arturo Ripstein hizo en 1999 de El coronel no tiene quien le escriba con guión de Paz Alicia Garciadiego, de la cual recuerdo la decepción de ambos cuando no ganó ningún premio en Cannes, confirmando lo que entonces era un rumor malintencionado: que Gabo era veneno para el séptimo arte.

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Alumno de una escuela estéril, García Márquez fundó otra, la de San Antonio de los Baños, concebida como un auxiliar artístico de la Revolución Cubana hacia el Tercer Mundo. Cristina Civale y Marcos Loayza me relataron por separado la pomposa ceremonia de inauguración en 1986 con Fidel, Gabo y los primeros alumnos vestidos de overol como para señalar la condición proletaria de su tarea. Pocos cineastas salieron de allí y la cinematografía cubana dejó prácticamente de existir desde entonces, pero el lugar sigue siendo ilustre en el imaginario cultural contemporáneo.