CULTURA
Jorge Luis Borges

Una fuerza en expansión

A 122 años del nacimiento del escritor –35 de su muerte–, esta semana se llevará a cabo la primera edición del Festival Borges, en el que especialistas nacionales e internacionales compartirán reflexiones y análisis sobre una obra que parece amplificarse con el paso del tiempo. Trece disertaciones, cinco talleres y dos “experiencias lectoras” que se transmitirán, de manera gratuita y con inscripción previa, por un canal de Youtube.

20210822_jorge_luis_borges_pablotemes_g
Esta semana se desarrollará el Festival Borges, primero en su tipo, que reunirá a expertos nacionales e internacionales durante seis días para volver a explorar una obra que nos sigue pareciendo, en sus luces y sombras, ilimitada. | pablo temes

Borges imaginó una literatura de la confrontación, una forma de definir un territorio y delimitarlo en un choque de posiciones, y lo que hoy llamamos Borges es en buena parte el efecto de esa fuerza de absorción y desplazamiento que transformó la literatura para hacer que eso que hoy llamamos literatura sea el resultado de las disputas que libró. El Festival Borges, el primero en su tipo, que reunirá a expertos nacionales e internacionales desde mañana, volverá a explorar una obrque nos sigue pareciendo, en sus luces y sombras, ilimitada.

El Festival, que fue organizado por la editora y guionista Marisol Alonso y la escritora Vivian Dragna, y se trasmitirá con inscripción previa por un canal de Youtube, fue pensado como homenaje, a 122 años del nacimiento de Borges, pero también como un ingreso a su obra que permita acercar o generar nuevos lectores. Un Borges que pueda ser leído en la fuerza que lo constituye, una dinámica que parece poner la literatura siempre en el futuro de sí misma. Para eso contará con trece charlas, cinco talleres y dos “experiencias lectoras”, todo con acceso gratuito.

El objetivo, dice Alonso en diálogo con PERFIL, es “quitarle a Borges esa aura que tiene de escritor inalcanzable en la que ha quedado cristalizado y que hace que muchos lectores no se animen a leerlo. Borges ha jugado con distintos recursos literarios, con los géneros, ha sido innovador y revolucionario en sus formas. Queremos poner luz en esa parte”. Ingresar de otro modo para que sea Borges, además, “la puerta de acceso también a otros escritores y escritoras, porque en ese sentido es un faro que ilumina otras lecturas posibles”.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Se trata de “desacralizar” la figura de Borges, leerlo, ingresar a su obra para que “los lectores contemporáneos puedan descubrir la transgresión y audacia que hubo y hay en su literatura”, para lo cual, sostiene Alonso, “el criterio de selección fue buscar a expertos en Borges que aportaran distintas miradas sobre su obra, incluidas las que pudieran develar algo que aún no se ha dicho”. 

La apertura estará a cargo de la académica mexicana Margarita Díaz de León y el cierre, el sábado 28, quedará en manos de la escritora María Negroni. Entre esos dos límites, el encuentro explorará modos de leer y escribir, formas, relaciones, experiencias, todo eso que forja el universo Borges, desde los primeros textos y sus correcciones posteriores hasta las ficciones y ensayos, el eje nacional y universal, el vínculo con el cine y la filosofía, y el Buenos Aires borgeano. El Festival se organizó en tres bloques: Charlas, Talleres y Experiencia Borges, para seguir el recorrido de un escritor al que quizá conocemos más de lo que lo hemos leído. En definitiva, un clásico que para Martín Kohan, escritor, crítico y profesor universitario, quien presentará su disertación “Lo que entiendo por Borges”, define la tradición y lo que está por venir.

“Como escribió Alan Pauls, Borges compuso, no una obra, sino una literatura. Toda una literatura, toda una manera de pensarla y entenderla. Y por eso también una manera de leer. Con lo cual modificó, por una parte, la tradición, que ya no leemos del mismo modo porque la leemos en clave borgeana (algo de lo que él mismo planteó en ‘Kafka y sus precursores’); y por otra, la literatura posterior, tenga o no tenga su influencia directa. Agregaría que es un clásico también por las escrituras que es capaz de suscitar. La intervención que hace Pablo Katchadjian en El Aleph, por ejemplo, solo es posible con un clásico, es expresión de la clasicidad de Borges”, dice Kohan a PERFIL.

Se trata de una posición que el autor de El país de la guerra piensa, además, en las formas públicas y en la recepción, en la tensión “del escritor imaginado que se ha ido diseñando a propósito del escritor real”. Por eso, sostiene que “con cualquier escritor hacemos un poco eso: superponemos a su condición real la figuración de lo que imaginamos. Pero en el caso de Borges creo que eso se acentuó. Su fuerte circulación mediática, y el hecho de que suscitara a menudo una admiración venerativa no demasiado sustentada en el conocimiento cabal de su literatura, alentó esa inclinación: la de suponerlo, la de conjeturarlo”.

¿Cuál sería, entonces, el camino de ingreso a un escritor que redefinió la tradición y construyó una nueva forma de leer y escribir, que corrió las fronteras de los géneros, las tornó inestables y se transformó en un clásico porque transformó la literatura? Sylvia Iparraguirre, narradora, figura clave de revistas como El Escarabajo de Oro y El Ornitorrinco, quien fue alumna del autor de Ficciones y guiará su presentación con la reflexión “Cómo empezar a leer a Borges”, explica que para transitar ese terreno hay que “deshacerse del prejuicio de que Borges es imposible de leer o de entender”.

“Desde ya, Borges despliega en sus cuentos y ensayos una erudición que pocos lectores podemos alcanzar, pero es posible entrar a un Borges esencial sin traicionarlo y llegar a apreciar su extraordinaria ironía y sentido del humor verbal”, manifiesta Iparraguirre. Su experiencia como lectora de Borges se inició a los 15 años, con Fervor de Buenos Aires, de 1923, una puerta de entrada que implicó un camino progresivo para percibir que “esa forma especial borgeana está en el cruce de géneros, en el despliegue de sus artificios, para usar una palabra suya, pero hay cuentos de una inmediatez completa”.

Borges saltó las fronteras de la literatura nacional o usó esas fronteras para traspasarlas y alcanzar una condición de universalidad. Hubo momentos definitivos desde 1960, como el premio Formentor, que compartió en 1961 con Samuel Beckett, y nuevas formas de leerlo, una de ellas la de Michel Foucault, que abre Las palabras y las cosas con “El idioma analítico de John Wilkins”, de Otras inquisiciones. El filósofo Darío Sztajnszrajber, quien lleva ese espesor a la televisión y la radio y es autor, entre otros libros, de ¿Para qué sirve la filosofía?, explica que “muchos cuentos borgeanos nos provocan un tipo de perplejidad, de inquietud, muy similar o del mismo tipo, de la misma matriz, que la que se supone que provocan los textos filosóficos”.

“A mí lo que me permitió Borges es poder en todo caso cuestionar los límites supuestamente tan taxativos que hay entre la filosofía y la literatura en términos disciplinares, y esto en los dos sentidos: por un lado, en encontrar en la mayoría de los cuentos de Borges una direccionalidad filosófica, una búsqueda muy propia de la filosofía, donde de algún modo el corpus ficcional no desposee esa búsqueda, todo lo contrario, la engorda, la dota como de una mayor envergadura y sensibilidad”, destaca Sztajnszrajber.

Se trata, entre otras cosas, de aquello que pone en tensión la posición de la verdad. “Pensar la filosofía como un género literario es también, en este caso, desposeerla de su pretensión de verdad, colocarla en un lugar llamémoslo posmetafísico. Muchos de los cuentos juegan en ese clima posmetafísico donde lo que vemos permanentemente es la finitud expresada con una brusquedad dulce, porque tiene toda la estética propia de la escritura de Borges, pero al mismo tiempo una especie de martillazo, de golpe frontal que implica la imposibilidad del acceso, y entonces transforma la filosofía en una ficción, que es en definitiva lo que más le molesta al discurso filosófico”.

Modos de leer, entonces, que implican transformar la tradición, como registra Kohan; tensionar los límites y provocar esa inquietud que anota Sztajnszrajber; trabajar en ese cruce que lee con claridad Iparraguirre; seguir la lección borgeana de “El escritor argentino y la tradición” y definir la lectura como el motor de construcción de una nueva literatura, esa “audacia” a la que se refiere Alonso. Borges leyó con ese mecanismo su propia obra. Realizó una tarea de borradura y reconstrucción de sus primeros libros de poemas –Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929)– y definió esa intervención en uno de los prólogos de las Obras completas, en 1969, con tres verbos: mitigar, limar y tachar.

Pedro Mairal, novelista y poeta que registra títulos notables como La uruguaya y Pornosonetos, centrará su presentación en lo que llama “Correcciones de un joven poeta”, una tarea a la que considera una “lección de escritura”. Algunas de esas operaciones, razona, “se pueden sistematizar y otras cosas son muy puntuales. Yo voy a tratar de ver lo que hay de programático, cómo está pensando alguien desde los 60 años, más o menos, mirando hacia atrás al poeta de 20, corrigiéndolo” y buscar desde allí “su posicionamiento en la literatura”.

Mairal llevó al papel las correcciones para leer el trabajo quirúrgico que realiza Borges sobre sí mismo, el modo en que Borges lee a Borges y se desprende de los recursos de la vanguardia. 

“Esos tres primeros libros de poesía los reescribió bastante. Cuando salen las Obras completas, los tres libros están muy cambiados. Fue interesante para mí ver esas correcciones y hacerlas literalmente sobre el libro en papel para ver qué operaciones estaba haciendo ahí”.

Borra barroquismos, sensiblerías, recursos que provenían del ultraísmo, procedimientos que Borges consideraba agotados, pero también, sostiene Mairal, “borra huellas de poemas que quizá fueron un ensayo que sirvió para otra cosa. 

Por ejemplo, hay un poema donde dice que escucha una guitarra y hace una enumeración en ‘vi’, vi una cosa, vi tal otra cosa, y esa enumeración le salió mucho mejor después en El Aleph, cuando enumera lo que vio. Entonces, lo que está haciendo ahí es borrar un poema que sin saberlo en su momento era un ensayo de algo que después salió mejor”.

Borges y la tradición, Borges lector del Martín Fierro y de Leopoldo Lugones, Borges y la transformación de los modos de leer, en la urdimbre de los géneros, argentino, universal, mentor de la vanguardia y de su disolución. Borges como la forma en que Foucault pensó Las palabras y las cosas, pero también como el estratega de una política literaria. Una fuerza en expansión, ilimitada. Allí invita este festival, a ingresar a Borges, la forma en que llamamos hoy a la literatura.

 

Borges en sus manuscritos: la obra en movimiento

Daniel Balderston hizo de los manuscritos de Jorge Luis Borges una zona de exploración para leer procesos y mecanismos, variaciones y matrices de producción de los textos. Académico estadounidense de la Universidad de Pittsburgh, donde dirige el Borges Center y la revista Variaciones Borges, y autor, entre otros libros, de Innumerables relaciones: cómo leer con Borges (2010), Balderston dice a PERFIL que esos materiales muestran los movimientos de un escritor que “llega a la hoja sin una idea precisa de hacia dónde va”.

En los manuscritos, asegura, “se advierten muchas cosas que no se ven en los textos publicados. Por ejemplo, los primeros borradores revelan muchos cambios de plan, y alternativas a nivel de la palabra, la cláusula, la frase y el párrafo (o la estrofa): Borges es un escritor que llega a la hoja sin una idea precisa de hacia dónde va. Pero también se revelan sus certezas”.

“Por ejemplo, en el manuscrito de Hombre de la esquina rosada, el marco del segundo encuentro, el que no se cuenta, entre el narrador y Francisco Real, no se retoca desde su primera redacción, pero muchas otras cosas sí. También, sobre todo en los manuscritos del período de 1949 a 1955, Borges anota la bibliografía consultada en fichas en el margen izquierdo, y a veces las fichas revelan citas secretas (algunas que discuto en El método Borges son de John Stuart Mill, Rudyard Kipling y Joseph Conrad, pero hay muchas más)”, manifiesta.

Se trata de instrumentos que presentan un proceso, dice Balderston, por momentos incierto y vacilante. “Borges suele llenar sus primeros borradores con alternativas, y aun en los segundos borradores no suele hacer verdaderas copias en limpio, ya que sigue corrigiendo. En mi libro hay un capítulo sobre correcciones sobre versiones publicadas, que indica que realmente descree de la posibilidad de un ‘texto definitivo’: quiere escribir textos abiertos, donde los hiatos y las vacilaciones de las primeras versiones sean visibles aun en los textos publicados”.

Borges implica, además, una forma de entender el movimiento que va desde lo local a lo universal. Balderston recuerda, en ese sentido, que el autor de Ficciones “escribe sus textos más importantes durante el largo período, de 1924 a 1961, en que no sale del Río de la Plata, y hay una relación fuerte y tensa entre lo local y lo global”.

“En un artículo reciente, ‘Point and Counterpoint: on the Manuscript of ‘El fin’ (1953)’, analizó cómo el cuento donde reescribe el final de La vuelta de Martín Fierro se hace a través de una relectura pormenorizada de la tradición gauchesca (en poesía, pero también en prosa, Güiraldes y Amorim incluidos), pero atento a los modos de narrar de las sagas islandesas que había comentado en detalle en Antiguas literaturas germánicas (1951), publicado con Delia Ingenieros. Es decir, quiere que su modo de explorar el universo de la cultura se base también en lo más específico y local”, dice.

El miércoles Balderston presentará en el Festival una ponencia sobre dos manuscritos de Página para recordar al coronel Suárez, vencedor en Junín, un poema de 1953 que Borges pu-blicó en el libro El otro, el mismo, en 1964. Será el momento de escuchar de qué se trata la obra en movimiento de un escritor clásico y futuro.

 

Lectores en el laberinto: calendario del festival

El Festival Borges se desarrollará a través de un canal de Youtube (inscripción previa en https://www.festivalborges.com.ar) entre mañana lunes y el próximo sábado 28. Son trece charlas de las que participarán expositores nacionales e internacionales, cinco talleres y dos recorridos por experiencias de lectura: el acceso es gratuito. Daniel Balderston, Margarita Díaz de León, Sylvia Iparraguirre, Aníbal Jarkowski, Martín Kohan, Pedro Mairal, María Negroni y Darío Sztajnszrajber son algunos de los participantes.

El calendario, día por día:

23 de agosto. Margarita Díaz de León (foto) abrirá el festival a las 16 con la ponencia “Claves para entender a Borges”. A las 18 Santiago Llach presentará “Borges: un escritor excitante” y a las 20 será el turno de Borges y el cine, con Luis Bond, quien se referirá a la influencia del autor de El Aleph en Christopher Nolan.

24 de agosto. En la fecha del cumpleaños de Borges, a las 16, Marcos Liyo inaugurará los talleres con la lectura del cuento Funes, el memorioso. A las 18 Aníbal Jarkowski se referirá a “La Ciudad en los textos de Borges” y a las 20 el tema de Pedro Mairal será “Borges: correcciones de un joven poeta”.

25 de agosto. Desde las 16 Liyo avanzará en los talleres con el cuento Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874) y a las 18 se presentará Daniel Balderston con la ponencia “Borges en sus manuscritos”. El cierre de esa jornada, a las 20, estará en manos de Sylvia Iparraguirre con la disertación “Cómo empezar a leer a Borges”.

26 de agosto. A las 14 Verónica Abdala se referirá a la “Experiencia Borges”, a las 16 Pablo Gaiano trabajará en el área de talleres con el cuento Tema del traidor y del héroe, y a las 18 Pablo Gianera presentará su ponencia “Universo Borges”. La jornada la cierra Darío Sztajnszrajber a las 20 y será el momento de pensar la relación de Borges con la filosofía.

27 de agosto. Cynthia Edul, desde las 14, hablará sobre la “Experiencia Borges” y a partir de las 16 Gaiano conducirá los talleres, esta vez sobre el cuento La muerte y la brújula. A las 18 Martín Kohan se presentará con la disertación “Lo que entiendo por Borges” y a las 20 lo hará Carlos Gamerro con “Borges y los clásicos”.

28 de agosto: A las 16 Cecilia Bruzzoni guiará el último taller del estival con el relato Hombre de la esquina rosada y le seguirá a las 18 Patricio Zunini con la presentación “Cómo se forma un lector: Borges en la Biblioteca Miguel Cané”. El cierre estará a cargo de María Negroni, quien desde las 20 se referirá a “La Islandia de Borges”.