CULTURA
Se entregó el informe del mercado del libro argentino

Una luz al final del túnel

Quizás lo más interesante que señala el informe de la industria editorial es que durante 2016 la venta dependió casi exclusivamente de la demanda interna privada, es decir, de las ventas en librerías, con ausencia del Estado y escasas exportaciones. Además, llama la atención la disminución de la demanda privada de un 12%, cifra que algunos editores cuestionan.

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Apertura. Instante de distensión. Luego vendría el duro reclamo del sector al ministro Avelluto, que respondió: “Conmigo no”. | cedoc

Por tercer año consecutivo la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), que reúne a las grandes editoriales, importadoras y distribuidoras que representan el 70% del mercado editorial, dio a conocer el Libro Blanco de la Industria Editorial, desarrollado por la consultora Promage. Perfil ya había adelantado una parte de este informe hace un par de meses, pero ahora se puede analizar de forma completa y observar mejor cómo viene el futuro de no arreglar ciertas variables. Por lo pronto, el acentuado desequilibrio entre importaciones y exportaciones, la menor producción y las menores ventas son ya una tendencia, aunque con una leve mejora experimentada en marzo de este año, que implicaría una detención en la caída en las ventas, cosa que por el momento es incomprobable, al menos como tendencia futura.

Entre los datos más llamativos se encuentra el desplome de la demanda pública, que en 2016 alcanzó sólo 600 mil ejemplares en relación con los 8,5 millones de 2015. Sin embargo, durante los primeros tres meses de este año el Estado hizo una compra importante, de 3,6 millones de textos escolares, que hizo efectiva el Ministerio de Educación. Un editor que prefirió quedar en el anonimato señaló que en la CAP “están en campaña” y, por otro lado, Juan Manuel Pampín, gerente comercial de Corregidor, catalogó de “por lo menos extraña” esta compra, aludiendo a que junto con el informe se entregó por primera vez un anexo de los primeros meses del año, donde se observa la mejora de las cifras de la demanda pública. Pese a ello, la caída en la compra de libros infantiles de parte del Estado se mantiene y llega a cero ejemplares comprados. En este punto vale la pena aclarar que muchos Estados –México, Chile y Colombia– compran libros. Tales compras son importantes para la educación, porque sin textos escolares y sin libros infantiles para los chicos más necesitados se hace muy difícil la educación y fomentar la lectura.

Julio Patricio Rovelli, editor del Cuenco de Plata, agrega un dato a tener en cuenta y es que detrás de los datos entregados por la CAP hay un “claro mensaje político” al ocultar las “verdaderas ventas”, y “lo que ocultan es la crisis de su principal apuesta de producto: los best-sellers, que en estos dos años no registraron títulos que vendieran 100 mil ejemplares o más, como sí lo hubo en años anteriores”. En cuanto a la exportación, Rovelli señala que “es el momento más crítico desde 2001. Podés consultarle a cualquier editor argentino: las ventas internacionales han caído estrepitosamente”. Cuenco de Plata, que habitualmente vendía a México 5 mil libros al año, hoy no vende nada, ya que los precios no son competitivos; en otras palabras, el precio del libro argentino se ha vuelto caro y las transnacionales presionan para un precio más caro aún.

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Al comienzo del gobierno de Mauricio Macri uno de los caballitos de batalla fueron precisamente las exportaciones. Al levantar las restricciones a las importaciones de libros en enero de 2016 se dijo que esta medida había desalentado “la exportación de libros”. Pero pese al levantamiento de las restricciones, las exportaciones tienen una escasa presencia (3%) en el mercado del libro, mientras que la demanda pública un 1%, y el 96% es demanda privada interna, es decir el presente y el futuro del libro dependen de lo que venden las librerías, principales puntos de venta (80%). Las exportaciones más que bajas son poco eficientes, porque tienen como principales destinatarios Chile y Perú, y no los grandes mercados de lengua castellana: México y España. Y los compradores históricos de libros argentinos en México, la cadena Gandhi (cincuenta locales a lo largo de ese país), demostraron su desinterés, según Rovelli, al ni siquiera venir a la Feria del Libro este año. Una causa que podría explicar este desinterés es que, como observa el gerente comercial de Corregidor, “México ha experimentado una devaluación muy fuerte de su moneda y tiene cosas más importantes de qué preocuparse”. Algo similar ocurre en Colombia, que fruto de eso se ha vuelto al mercado interno. Una ayuda pareciera encontrarse en Exporta Fácil, iniciativa del Gobierno que podría hacer más competitivo al libro argentino, ya que en las actuales condiciones no sólo es caro en relación con otros mercados, sino que encima se encarece más al exportar.

En la otra vereda, las importaciones de libros industriales extranjeros, responsables del alza en la facturación de casi el 800% durante 2016, ha seguido creciendo hasta marzo de este año. Los libros industriales argentinos, si bien experimentaron un alza del 500% en enero de este año, descendieron en febrero y marzo, lo que implica que las editoriales locales imprimieron menos afuera durante febrero y marzo. Sin embargo, la importación de los libros industriales extranjeros en 2015 fue de poco más 600 mil unidades, mientras que en 2016 de casi 10 millones de unidades, lo que no deja de ser preocupante, ya que lo que podría estar pasando es una sustitución de la producción: de productos desarrollados localmente por otros desarrollados en el extranjero, cosa que no favorece a la industria local, como señala Juan Manuel Pampín: “Hoy hay un sobreestoqueo de material importado. Se traen remanentes de ediciones españolas, que ya cumplieron su ciclo allá y dañan muchísimo al mercado local”. Agrega que esta sustitución se aprecia en lo caro que se ha hecho producir localmente (hasta un 66% más en algunos casos), lo que ha hecho que “empresas que no estaban produciendo libros afuera por costos ahora lo están haciendo, y después están los libros extranjeros, que si bien no son iguales a los locales, están compitiendo por el mismo espacio en las librerías”. De ahí que el informe que está elaborando la Cámara Argentina del Libro (CAL) hable de una caída de la demanda privada de un 25% y no de un 12%, como señala la CAP.

Lo que sí consigna el informe de la Cámara Argentina de Publicaciones es un análisis detallado de los actores que participan en la industria editorial, cosa novedosa porque por primera vez aparecen las editoriales independientes, que aquí salen rotuladas como “emergentes” o “pequeñas”, según la cantidad de títulos que publiquen al año; si publican menos de veinte en un año, son “pequeñas”, pero si publican veinte en los últimos cinco años son “emergentes”. Aquí se toma parte de un estudio más grande de la carrera de Edición de la Universidad de Buenos Aires; en él se registran 146 editoriales emergentes, que publican el 4% de los títulos registrados, lo que representa el 1,5% de la producción total en ejemplares. Marcos Almada –uno de los editores de Alto Pogo, una de estas editoriales emergentes, y líder de La Coop, una cooperativa que agrupa a quince editoriales de este tamaño– cree que “más que cuantitativo nos parece que nuestro aporte a la industria es cualitativo, pero más allá de eso creemos que debería haber políticas públicas que apoyen al lector: por ejemplo, un lector en el Chaco paga más caros los libros de nuestras editoriales por la distancia, y ahí me parece que podría haber algún convenio con el Correo para beneficiar al lector”. Almada propone un Exporta Fácil al interior del país para este tipo de editoriales.

Para dar una idea más global, el mercado del libro, es decir lo verdaderamente comercial y que está en librerías, son las Editoriales Comercialmente Activas (ECA), que son las grandes, medianas y pequeñas, más las editoriales emergentes. Ambas categorías se reparten el mercado: 92,5% para las ECA y 7,5% para las emergentes. Si se toma la cantidad de ejemplares, las primeras llegan al 98,5% (47 millones) y las otras al 1,5% (700 mil). Un análisis más pormenorizado de la importancia de las editoriales independientes se logra sumando las emergentes a las pequeñas, y esa suma en cuanto a títulos da casi 20%.

Las noticias que entrega el Libro Blanco de la Industria Editorial no son buenas. Sin embargo, Juan Boido, director editorial de Penguin Random House (PRH), una de las editoriales que integran la CAP, sugiere un escenario un tanto más optimista, al observar que a partir de diciembre la caída en las ventas se atenuó para ellos, “y en los últimos meses hay leves indicios de mejora por aquí y por allá, pero no podría afirmar si eso es generalizado”. Al parecer, podría haber luz al final del túnel.