Un superclásico hay que ganarlo "como sea", dijo Carlos Ischia en la previa. Bien, los hinchas boquenses, algunos por lo menos, entendieron el mensaje y trataron de "ayudar" desde las tribunas con iniciativas tan polémicas como hirientes. Ya desde temprano, en el sector de los palcos, el mismo del que tiraron noches pasadas el pedazo de hielo que hirió al línea uruguayo en Boca-Cruzeiro y derivó en la suspensión internacional de La Bombonera, colgaba una bandera de bienvenida: "Simeone y Tuzzio, gallinas y cornudos", decía el trapo. Al Cholo lo cargaron con el romance de su esposa con una bandera que decía "bañero de Mar de Ajó" y otra tenía la leyenda "Ortega, si tomaste, no manejes".
Sin embargo, el colmo de la crueldad fueron los decenas de cajas vacios de vino tetrabrick marca "Ortega", que tiraron desde varios sectores para burlarse de un infierno personal que tiene al jujeño (y su familia) al borde del abismo. Hay formas de festejar y se sabe que entre los hinchas eternos las cargadas a veces son feroces, pero esas poco felices muestras de "ingenio" fueron notas negras del superclásico.