Lanús juega a la velocidad de la luz mientras Argentinos ensombrece su juego con una defensa confundida. Golpe. Lanús es (Santiago/Manolo) Silva y (Lautaro/Bernardo) Acosta, el presente y pasado de un equipo que alumbra a los Albañiles de 1964 mientras Argentinos no genera nada arriba, allá en la oscuridad. Otro Golpe. Lanús es una máquina que se nutre de protagonistas que fueron el descarte de Boca en este temporada, al tiempo que Argentinos se tropieza con futbolistas que fueron el descarte que Caruso Lombardi reclutó con su particular GPS. Tercer golpe. Lanús se deleita y llega al cuarto –ningún equipo lo logró en este torneo Inicial– y Argentinos, el puntero, espera que la pesadilla se termine. La máxima aspiración de un equipo que nunca pudo frenar a un Lanús radiante.
Por demolición. Los dos entrenadores fueron leales al plan de costumbre. Guillermo Barros Schelotto armó un equipo abierto y rápido, que toma las bandas para terminar por el medio. Caruso no rompió moldes ni se tomó en serio ser líder; acumuló gente atrás, liberó a su pacman Rodrigo Gómez para que recorriera metros como un maratonista y adelante apenas jugó con Osvaldo Miranda, un delantero que no suele generarse jugada propias. Ni siquiera cuando Acosta convirtió a pase de Silva Argentinos se corrió de su eje. Siguió a la espera de un error y no descuidó a su arquero, Pablo Migliore, que hacía cinco partidos que no recibía goles (sólo le marcó Godoy Cruz, en la primera fecha). Lanús insistía con su método de jugar abierto para encontrar los espacios periféricos. La única llegada de Argentinos fue en el primer tiempo, luego de un unipersonal de Santiago Nagüel que terminó en pase a Miranda; el delantero abrió el pie y desvió el remate. También hubo penal sobre Gómez, cuando Carlos Izquierdoz se zambulló encima del todoterreno de Argentinos. Nada más para contar del ataque del equipo visitante.
La precisión de Silva para controlar de pecho y su rápida definición sentenciaron un partido que no tuvo puntos de equilibrio. Lanús montó el show y Argentinos fue el espectador pasivo.
Somoza sepultó cualquier indicio de misterio y lo demás fue el rogodeo de un Lanús inmenso para un Argentinos más Juniors que nunca.