Termina una campaña electoral saturada de economistas. Durante toda la competencia, referirse a un candidato fue recitar también a su “equipo económico”, reflejo claro de que, aunque se dijera poco de lo que realmente se va a hacer, la seriedad de la herencia obliga a tener una legión de técnicos que puedan dar respuestas, más allá de que la construcción política termine siendo definitoria. Mauricio Macri pasó de tener un amplio buró de economistas pro mercado, con el consultor Carlos Melconian a la cabeza y el diputado Federico Sturzenegger como rostro monetarista, a ungir como voceros a Rogelio Frigerio y Alfonso Prat-Gay, para terminar de hablar de que tendrá un “ministro desarrollista”. La lista de posibles “algo” suma también a ex banqueros como Ariel Sigal o Pedro Lacoste, que secundó a Prat-Gay en 2002. El ecogabinete incluye también a Hernán Lacunza, que se desdobla entre la gobernación bonaerense de María Eugenia Vidal y el apoyo con programas concretos para la Nación. Hasta el radical Javier González Fraga apareció en las últimas horas con chances de un rol en la gestión, si hoy Cambiemos se consagra en las urnas.
Con los suyos, Daniel Scioli buscó en tanto dar golpes de efecto desde que presentó como asesores estrella a Miguel Bein y Mario Blejer, dos economistas con llegada al mercado y cierta crítica light a la Casa Rosada. Incluso uno de los grandes momentos fue cuando Scioli ungió a Bein en Animales sueltos, el programa de Alejandro Fantino, clave en la campaña naranja. Más tarde los fue rodeando de leales, como Silvina Batakis, su ministra de Economía, y Rafael Perelmiter, el contador familiar, y hasta de rescatados del massismo, como Miguel Peirano. Porque hasta la primera vuelta, el candidato que había hecho gala de la sumatoria de economistas había sido Sergio Massa: Roberto Lavagna, Aldo Pignanelli, Martín Redrado, Ricardo Delgado, Guillermo Nielsen, Marco Lavagna y Leonardo Madcur.
Mientras, en el kirchnerismo unos pocos economistas fluirán con el ministro de Economía saliente, Axel Kicillof, rumbo a la Cámara de Diputados. Muchos otros deberán buscar la vuelta a la academia, poner consultoras o abrir fundaciones, frustrado el desembarco en una eventual gestión bonaerense de Aníbal Fernández. Es probable que la danza de nombres por ocupar cargos incorpore tapados, enroques y hasta nombramientos incomprensibles. Sin embargo, los temas de cartel cederán rápido, ante la urgencia de los mayores desafíos, cualquiera sea el que reciba la banda presidencial de manos de Cristina:
◆ Resolver la escasez de reservas.
◆ Unificar el tipo de cambio, con una devaluación (más o menos brusca) incluida.
◆ Evitar que esa medida impacte en los precios.
◆ Tender lazos con los gremialistas y los empresarios.
◆ Encarrilar la negociación con los fondos buitre para volver a tener financiamiento barato.
◆ Todo, intentando que la economía vuelva a crecer y generar empleo, atrayendo inversiones que reviertan desde el déficit energético hasta la infraestructura.
Antes de hacerse cargo de la gestión, el que gane seguramente tendrá un rato para festejar. Pero viendo el coctel que se hereda, el que pierda, seguramente también chocará las copas en la intimidad.