El economista argentino Guillermo Calvo es profesor de la Universidad de Columbia y uno de los oráculos más consultados por el establishment local y regional a raíz de su fama de anticipador de crisis, tras ver venir el shock del Tequila en los 90. The New York Times llegó a bautizarlo algo así como el “profeta de la ruina financiera”, un mote que nunca terminó de hacerle gracia. Hoy da clases de Economía y Asuntos Internacionales en Columbia y en uno de sus permanentes viajes se hizo tiempo para responder por correo electrónico a PERFIL sobre la transición que arranca hoy.
—¿Deberá el próximo gobierno acostumbrarse a convivir con un entorno internacional menos amigable?
—Es difícil imaginarse un entorno internacional que mejore en el próximo año. Brasil está en caída libre, excepto que encuentren una manera de recuperar la credibilidad del Poder Ejecutivo. En su defecto, el déficit fiscal se irá empeorando, debido a que la falta de credibilidad se refleja en tasas de interés altas y, por lo tanto, en un alto costo fiscal asociado con el servicio de la deuda pública. Ese costo ya representa una carga de más del 5% del Producto. China, por su parte, enfrenta problemas asociados con la necesidad de cambiar la estructura productiva, debido a que no pueden seguir creciendo fuertemente a punta de exportaciones y altísima tasa de inversión (alrededor de 50% del Producto). Pero, además, China padece de un sector financiero frágil, debido a que se lo ha utilizado para canalizar recursos hacia el sector inmobiliario financiando proyectos de baja rentabilidad. Finalmente, es probable que Estados Unidos empiece a subir la tasa de interés que determina la Fed, lo cual puede generar una salida generalizada de fondos desde los mercados emergentes.
—¿Puede haber un flujo de financiamiento y/o inversiones, de forma rápida, hacia la Argentina, que le permita amortiguar el impacto de la corrección cambiaria?
—Es posible, pero ese buen escenario depende de la credibilidad de la nueva administración y de que se logre una convergencia entre el dólar oficial y el blue. Esto no requiere, necesariamente, la eliminación del cepo para todas las operaciones, pero sí para los nuevos inversores o, al menos, una expectativa fuerte de que el cepo para ellos se va a eliminar en el corto plazo
—¿Cuáles son los principales desafíos que deberá resolver el próximo presidente, no bien asuma?
—Eliminar las distorsiones y bajar sustancialmente el déficit fiscal. Esto es muy complejo. Lo más obvio es una baja de los subsidios energéticos y/o una reducción paulatina del gasto público. Esto puede tener un costo político importante. Me parece que el momento de incurrirlo es apenas asuma la nueva administración.