La relación comercial y política con Brasil volverá a ponerse a prueba esta semana cuando en el marco de la reunión del Mercosur las presidentas Cristina Fernández y Dilma Rousseff vuelvan a encontrarse con los autos, las inversiones y las importaciones en la agenda. Los empresarios locales y el Gobierno están inquietos por el impacto local del flojo nivel de actividad de Brasil –con una recuperación estimada del 2,5% para el año–, a lo que ahora se suma una devaluación del real que en el último mes pasó de 2,10 unidades por dólar a 2,25 el viernes. Con reclamos sociales como telón de fondo, la nueva realidad del vecino se convierte en un dato clave para el segundo semestre de 2013.
“Los reclamos sociales han corroído la actividad económica del día a día. Bajó el consumo de indumentaria, en restaurantes, entretenimiento. Eso hizo que también se desacelerara la presión sobre los precios en junio aunque en el anualizado sigue por arriba de la meta del gobierno”, explicó el consultor de Centergroup Gustavo Segré, desde San Pablo.
En el corto plazo, los análisis coinciden en que “los indicadores vienen mejorando”. En el primer trimestre de 2013 el PBI subió 1,9% impulsado por la recuperación de la inversión, que tras cuatro trimestres de caída subió 3%. Y en abril el nivel de actividad creció 0,8% respecto de marzo y 7,8% interanual, aunque los analistas vaticinan que junio sintió el impacto de las protestas sociales. En mayo la actividad industrial avanzó 1,4% en Brasil, aunque mostró una baja con respecto a abril del 2% según las cifras del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). La inflación, en tanto, subió a 6,7% en doce meses y superó la meta para el año, aunque en junio se desaceleró por la menor actividad.
Con todo, según las previsiones, Brasil crecerá alrededor de 2,5% este año, más del doble que en 2012 pero menos que lo estimado originalmente. En mayo, en tanto, la producción industrial cayó 2% contra abril. Para Ricardo Delgado, de Analytica, si bien la actividad económica global se viene recuperando, a la coyuntura de Brasil se le agrega cierta inestabilidad política con las masivas marchas registradas en los últimos días.
Pero al impacto que tiene en el país cada punto menos que se expande Brasil, ahora se le suma la preocupación por la devaluación del real. “En la Argentina se está mirando mucho más el dólar. Las compras proyectadas del comercio exterior tienen en cuenta esa variable”, explicó. Del otro lado, con un dólar a 2,25 reales, las exportaciones brasileñas se tornan más competitivas. “Si se frenaban las importaciones (en la Argentina) con un dólar a 2,10 reales, mucho más con un real devaluado a 2,25”, unidades por dólar. Si bien la divisa se depreció casi un 8% en el mes, las perspectivas –en medio de los reclamos sociales– indican que el gobierno de Dilma mantendrá la moneda en ese máximo. “Puede bajar un poco pero no más allá de 2,15”, ponderó Segré.
El comercio bilateral se rige, fundamentalmente, por el sector automotor. “Autos mata apreciación. Que Brasil esté traccionando es una buena noticia para la Argentina, aunque una parte del efecto positivo se erosione por el debilitamiento del real”, evaluó en un informe de Fundación Mediterránea Jorge Vasconcelos. En la primera mitad de este año se destacan las ventas de autos y partes locales con destino a Brasil, que suben 34% interanual. En el resto de rubros se observan mayores ventas, como en trigo, aunque la escasez actual frenará esta dinámica.
La inflación también le impacta a Dilma
Al igual que en la Argentina, parte de los reclamos sociales en Brasil nacen de la preocupación de los asalariados por la pérdida de poder adquisitivo. En el país vecino, de hecho, las empresas siguen de cerca los reclamos que la semana pasada llevaron a un paro de camiones por 72 horas en cinco estados.
Valeria Sleiman, investigadora del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales, detalló que las protestas que se impulsaron por aumento de tarifas en transporte, salud pública y contra desalojos en varias ciudades de Brasil fueron “un movimiento de clase obrera, no la más pobre, pero sí fracciones desplazadas con pérdida de estatus por el aumento del costo de vida”.
“Por la desvalorización del salario esa gente empieza a protestar”, analizó Sleiman. En el paralelismo con la Argentina, en tanto, “hay alguna identificación en el reclamo en contra de la corrupción”. El anuncio de fondos aplacó un poco las marchas, que no encontraron una única fuerza política que las canalizara, mientras que el mercado reaccionó ante los pronósticos de incertidumbre. “Vemos la realidad social de Brasil como una preocupación”, reconoció Gustavo Segré.