El Gobierno entra en etapa de definiciones esta semana mientras apunta al diálogo entre empresarios y trabajadores para terciar en la llamada “puja distributiva” y equilibrar recomposiciones salariales, inflación y rentabilidad empresarial.
El miércoles, en Tecnópolis, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner encabezará una cena con las centrales empresariales –neutras y amigas– por el Día de la Industria, a la que se sumarán sectores como minería, software y turismo. Allí estarán la Unión Industrial Argentina, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa y la CGE y Cgera, entre otras. “Será como una tercera edición de las mesas de trabajo sectoriales que empezaron en Santa Cruz y siguieron en la Casa Rosada”, explicó una fuente oficial.
De cara al próximo año, en el Gobierno evalúan como exitoso el intento de moderar la pelea salarial en 25% este año. La mayoría de las paritarias rondaron esa cifra y, según entienden, esto morigeró la suba de la inflación aunque sin cifras certeras, más allá del último reconocimiento de Mercedes Marcó del Pont de una inflación del 18%, casi el doble de lo que marca el Indec. A priori, el plan sería alinear precios y salarios a un alza no mayor al 20%.
También el miércoles empresarios y sindicatos se encontrarán con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, para debatir cómo atacar la informalidad y bajarla, al menos, otros cinco puntos (desde el 32,8% actual) con la vista puesta en 2015. “Se está atento a los reclamos, a los pedidos de cambio. Hay voluntad de hacer lo que haga falta”, aseguran en el Gobierno pensando en las elecciones legislativas del 27 de octubre.
Tanto en la mesa como por la vía parlamentaria –a través de un proyecto de Héctor Recalde– el Gobierno apunta a “desincentivar a los trabajadores en negro” al permitir que el empleado despedido realice la denuncia ante la Anses y la cartera laboral. El incentivo para la denuncia está atado a cobrar un seguro de desempleo. Así se prevé generar un “mapa de la informalidad” a partir de esas denuncias.
Las centrales están expectantes. Hugo Yasky, titular de la CTA alineada, aseguró a PERFIL que busca “la reducción de toda forma de trabajo no registrado, todo lo que implique evasión impositiva y violación de los derechos laborales”. Si bien coinciden en los títulos con Tomada, la central se reunirá el martes para unificar criterios antes del plenario en Trabajo.
El empleo en negro llega al 32%, pero existe un 15% de la población activa que, según el ex viceministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, “está en una zona semiformal: trabajan como contratados en el Estado o en el sector privado, pero sobre todo en el Estado; facturan todos los meses, están formalizados en términos de la AFIP pero no tienen todos los beneficios del trabajo formal con continuidad. Son trabajadores sin estabilidad”.
Más allá de la campaña, la preocupación está vinculada también a la menor participación de aportes y contribuciones a la seguridad social que dejan su huellas en el sistema previsional de la Anses. En ese marco, mañana Recalde presentará un proyecto para “restituir” las cargas patronales a niveles previos de la reforma previsional de 1994, donde promete diferenciar las “grandes empresas en relación con las pequeñas”.
Eso permitiría compensar en la recaudación otro de los planes en estudio atados a las mesas sectoriales: aggiornar las escalas del monotributo que no se actualizan desde 2010.
Los economistas de la Gran Makro sostienen en un trabajo reciente que la reforma previsional menemista que bajó las cargas sociales hizo que las contribuciones patronales pasaran de representar el 33% de las contribuciones totales al sistema en 1994 al 17,8% promedio hasta el año 2000. Desde 2003 hasta hoy, las contribuciones promedian el 13,3% contando al sector público y privado. En el sector privado, en el año 2012, las contribuciones alcanzaron el 15,3%. “Si los aportes suben 5% e incluso si bajan del 2% de las contribuciones en empresas de menos de 100 empleados, la recaudación cubre prácticamente el 90% del bache fiscal” por la suba del mínimo no imponible.
Creación de trabajo, en pausa
El freno en la inversión en algunos sectores que hasta ahora habían mostrado altos niveles de actividad, como el de tecnología de la información (IT), hizo que se estancara la demanda laboral y terminó con el frenético pase de techies, siempre a la caza de mejores empleos.
“El entorno macroeconómico cambió mucho y eso se ve en la dotación de gente”, explicó el director general de Indra en la Argentina, una tercerizadora de profesionales de IT. “Hasta 2011 el problema era la alta rotación, pero en 2012 la rotación bajó a un dígito” por la baja de demanda en nuevos proyectos. Los “talentos”, entonces, “pararon la pelota, aunque sean de la Generación Y”, dijo en relación con los nuevos profesionales del sector, generalmente definidos como creativos, irreverentes y más reticentes a perpetuarse en un empleo.
El cuadro se replica a nivel general, según la Universidad Di Tella, que aseguró el viernes que la demanda de mano de obra por parte de las empresas cayó en agosto el 16,7% en comparación con igual mes del año pasado. Los pedidos de trabajadores medidos por los anuncios en diarios de la Capital Federal se ubican en 32 puntos, que es el nivel más bajo de la serie histórica.
De acuerdo con los últimos datos del Indec, cerca de 2.800.000 millones de personas, un 7,2 por ciento, estaban desempleados al cierre del segundo trimestre del año.