Con una frase que parece rescatada de un archivo de los años '90, el gobierno de Javier Milei busca seducir a los argentinos que ahorran fuera del sistema: “Sáquela del colchón”. La misma expresión fue usada hace 33 años por la gestión de Carlos Menem para promover un blanqueo de capitales en pleno auge de la convertibilidad.
“Ahora hay una excelente oportunidad para que usted invierta legalmente esos ahorros, regularizando al mismo tiempo su situación tributaria”, decía un aviso a toda página publicado por el gobierno de Carlos Menem en abril de 1992. A su lado, un mensaje que quedó en la memoria: “Sáquela del colchón y duerma tranquilo”.
El anuncio formaba parte de la campaña para acompañar la aprobación de la ley 24.073, que permitía exteriorizar moneda extranjera, divisas y bienes sin castigos impositivos, a cambio de un pago del 1%. Se trataba de un intento por bancarizar parte del ahorro informal. La operación debía hacerse a través del Banco Nación o entidades privadas que se sumaran al plan.
El entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, quería fondear a la banca para otorgar créditos a la producción.
El Gobierno deja de pedir información sobre consumos personales: "Tus dólares, tu decisión"
Más de tres décadas después, el nuevo blanqueo anunciado por el ministro Luis Caputo este jueves rescata no solo la idea, sino también el tono. Otra vez, la apelación al ahorrista desconfiado que guarda dólares fuera del sistema, otra vez la promesa de paz fiscal. Y, otra vez, el guiño cómplice de que “nadie lo va a perseguir”.
La diferencia más notoria es que, mientras en 1992 se pedía un tributo simbólico del 1%, hoy el gobierno busca tentar a los contribuyentes sin exigir una tasa. En ambos casos, el objetivo es el mismo: captar dólares ocultos, oxigenar las cuentas públicas y fortalecer al sistema financiero.
Pero lo que más llama la atención no es la coincidencia en los instrumentos, sino el carácter cíclico de los problemas y las soluciones en la Argentina. Las recetas se repiten porque los síntomas no cambian. Y el “dinero bajo el colchón” sigue siendo una metáfora vigente del vínculo roto entre el Estado y el ahorrista.
"Médítelo, decídase y quede en paz con su conciencia, por su bien y por el del país", decía aquel aviso lleno de esparanzas.