Cuando la oposición en Diputados rechazó el proyecto de Ley de Presupuesto 2022, borró el único “indicio” del famoso “plan plurianual” que el presidente Alberto Fernández anunció luego de la derrota de las elecciones legislativas y que le requiere el Fondo Monetario Internacional (FMI) para renegociar la deuda, y los empresarios, para invertir.
Su rechazo deja lugar a los “datos duros” de 2021. Lo que sigue es un resumen de los principales hitos económicos del año que está por terminar.
Más allá de las discusiones teóricas sobre si es un “rebote o un crecimiento”, lo cierto es que el Producto Bruto Interno (PBI) aumentará 10% y quebrará tres años de caídas consecutivas: del 2,5% en el 2018; otros 2,2% en el 2019, y un abrupto 9,9% en el 2020, producto de la cuarentena para combatir el Covid-19.
Una de las discusiones en torno a este aumento del PBI es el nivel de inversión. Mientras que el ministro de Economía, Martín Guzmán, asegura que los empresarios están poniendo el dinero en sus empresas y emprendimientos, economistas como Carlos Melconian, solo aseguran que “se invierte solo para recomponer el capital”.
Algo de eso pasa en el sector fabril, por ejemplo, que luego de haber perdido 7,5% el 2020, acumulaba hasta octubre, un crecimiento del 17%, si bien la variación interanual en ese mes subió 4,3% muy por debajo de la tasa de dos dígitos que mostró entre febrero y septiembre. Los empresarios apuntan a la falta de dólares para comprar insumos lo que deterioró el crecimiento “a tasas chinas” y también porque para finales del año pasado la actividad comenzaba a regularizarse, por lo que la base de comparación es más alta.
Uno de los factores que ayudaron a esta recuperación de la industria fue el crecimiento del 4,4% de la economía brasileña, que impulsó una mayor demanda del sector automotor, y también de maquinaria agrícola. Otro de los sectores “pujantes” de este año fue el de la construcción, que durante 2020 había cerrado con una merma del 19,5%. También hasta octubre, última fecha registrada por el Indec, acumulaba un crecimiento del 37,9%, pero con un aumento interanual para ese mes de solo el 8,3%, quebrando 12 meses de crecimiento a tasas de dos dígitos.
Este sí es uno de los sectores que mayor nivel de inversión registró, en torno al 33%, no solo por la obra privada y pública, sino también por todo lo ligado a la explotación de gas y petróleo en Vaca Muerta.
Para el gobierno la gran noticia económica de este año será que el PBI crecería un 9%
Otro factor fundamental para la economía resultó el sector agrícola. La campaña que se inició en plena pandemia y terminó a mediados de este año dejó 128 millones de toneladas con un récord histórico de 38,7 millones de hectáreas sembradas.
El maíz fue el principal grano producido en la Argentina, con 50 millones de toneladas cosechadas. La soja aportó el segundo mayor volumen, con 45 millones de toneladas. El 75% de la producción granaria se exporta, se aprovecharon los altos precios internacionales, algunos que no se veían desde mediados de los 2000, como los US$ 550 de la tonelada de soja, esto le brindó un fuerte ingreso adicional a la economía argentina.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), hasta octubre, de la balanza comercial arrojaba un superávit de US$ 13.940 millones, por encima de los US$ 12.600 de todo 2020. Si en los diez primeros meses del año se hubiesen registrado los mismos precios de 2020, el saldo comercial habría tenido un superávit de US$ 6.579 millones. Bajo este supuesto, y debido a que el índice de precios de las exportaciones tuvo una suba de mayor magnitud (26%) que el de las importaciones (13,4%), el país registró una ganancia en los términos del intercambio de US$ 5.707 millones.
En cuanto al consumo masivo, la incorporación de más personas al mercado de trabajo a partir de mediados de año, una vez consolidado el esquema de vacunación contra el covid-19, y la actualización de los salarios, permitió que las ventas vayan alcanzando los niveles prepandemia, según destacan diversos análisis privados.
El problema de la inflación. “Es un objetivo central de la política económica atacar el problema inflacionario”, dijo el ministro Guzmán al presentar el proyecto de Presupuesto, a manera de reconocimiento de que toda esta recuperación, despareja y frágil, se dio en el marco de un proceso inflacionario que se acerca al 50% anual, por encima del 36% de 2020, cuando la economía estuvo cerrada por 7 meses y la actividad de desplomó el 9,9%.
Para Guzmán, “las políticas de precios e ingresos son un elemento necesario para que se pueda lograr una coordinación de las expectativas que permita reducir la persistencia del proceso inflacionario”, dijo Guzmán, dejando de lado que esta inflación del 50% se alcanzó con planes de acuerdo de precios, con precios congelados en productos, tarifas y combustibles, y en medio de un déficit fiscal que bordeará el 3,5% del PBI, que solo se financia con emisión.
Guzmán consideró que este incremento se debió al “fenómeno global” del aumento de los precios internacionales, en particular de los alimentos, aunque también reconoció la presión adicional de “factores monetarios”.
Esa emisión que busca ser “esterilizada” por el Banco Central, a través de la colocación de Letras de Liquidez y Pases que han aumentado la deuda “interna” a US$ 33 mil millones en apenas dos años. Al respecto, el Instituto para el Desarrollo Argentino (Idesa) advirtió, horas antes de la licitación que “el mecanismo de cubrir los déficits fiscales con emisión y absorber los excesos con Leliq y pases está llegando a su límite”.
“Seguir ignorando las señales de agotamiento puede llevar a una situación crítica en la que una megadevaluación licue los excesos monetarios. Por eso es prioritario y urgente reducir el déficit fiscal”, dijo Idesa a través de uno de sus informes.
La meta anual del 29% de inflación se consumió en los primeros siete meses del año
Por su parte, la economista Diana Mondino calificó como “ridículo” el 38% que se paga por estas colocaciones en pesos, contra un dólar que crece por debajo de ese nivel. “Literalmente tenemos la deuda en dólares más cara del mundo”, dijo la economista de la UCEA a través de su cuenta de Twitter.
El FMI, la deuda y nosotros. Pese a que desde la elaboración del Presupuesto 2022 en agosto, la inflación se aceleró y septiembre y octubre fue del 3,5% mensual, el ministro ratificó su proyección de una suba en los precios del 45% para este año y un 33% en 2022. Guzmán también habló de las “restricciones externas” que enfrenta la economía argentina, y apuntó a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para renegociar los US$ 44 mil millones que el país le debe al organismo. “Somos todos uno aquí”, dijo Guzmán para alentar a que el resto de los sectores políticos y empresarios se sumen al plan que, en algún momento, mostrará el Gobierno.
“Nadie puede considerar que Argentina tenga la capacidad de amortizar los vencimientos con el FMI en los plazos en los cuales fueron acordados en el programa Stand By de 2018 (por eso) lo que necesitamos como Estado Nación es lograr el mayor apoyo posible de la comunidad internacional para estar lo más fuertes posible” y acceder a un refinanciamiento sostenible, dijo Guzmán. Desde la consultora Equilibra advirtieron que “las reservas netas del BCRA no alcanzan para los pagos programados al FMI en los próximos meses”.
Hubo reuniones técnicas entre equipos del Fondo y funcionarios locales en que se arribó a un “entendimiento general sobre un futuro acuerdo, pero resta definir lo más importante: el diablo está en la letra chica”, advirtió la casa de análisis financiero que integran Lorenzo Sigaut Gravina y Miguel Bossio, entre otros.