Por algún motivo persiste esta idea de que la culpa la tienen los de afuera. A veces con intencionalidad, otras tantas a raíz de los rebotes de la economía internacional, que jamás favorecen a la Argentina. Los hechos terribles que estamos observando en Ucrania además parecen activar una cadena de imprevistos que recaen sin paraguas ni resortes que los aguanten sobre la fragilidad permanente de nuestro querido país.
Para el problema que representa la inminente falta de gas y otras urgencias como el caos inflacionario, podemos leerlo todos los días en los diarios, escucharlo a través de voceros y voceras, cada vez con menor reparo, como una frase clave, de laboratorio, premeditada para justificar el discurso del funcionario de turno: “Sufrimos debido a los vaivenes del contexto internacional”.
Jorge Lapeña: “Nos tenemos que preparar para un invierno con importantes faltas de gas”
Aquí hay que hacer un alto: no vivimos en una isla y por caso es verdad. Somos parte de un mundo conectado, al menos en materia económica. Pero lo cuestionable, por sobre todo, es la completa omisión de nuestra responsabilidad en el asunto.
Es no saber prever, o peor aún, prever pero no accionar, por el motivo que fuere. Sin olvidar la avivada que implica reiterar hasta el hartazgo una misma “verdad a medias” hasta colocarla como cierta entre la gente.
Obstáculos que imposibilitan mejorar la riqueza hidrocarburífera
Por ejemplo, mientras sufrimos por la falta de gas, todavía hay algún sector político que vía judicial está imposibilitando la riqueza hidrocarburífera de lo que sería un Vaca Muerta 2, que es la explotación offshore en las costas de Mar del Plata, donde hay una posibilidad inmejorable para el país.
Es una locura que una cuenca gasífera de tal magnitud no pueda ser explotada por decisiones judiciales apoyadas, como es este caso, por el sector político oficialista de Mar del Plata.
Lamentablemente esto es lo que está ocurriendo hoy en día con el desabastecimiento energético.
La realidad es que se acercan los meses de invierno y si el Estado no compra gas -porque a esta altura del año y la crisis no le queda otra que comprarlo-, vamos a padecer la consecuencias del desabastecimiento.
En este escenario seguramente se priorizará la demanda residencial, como suele ocurrir, e indefectiblemente será la industria la que se lleve la peor parte, con o sin cortes programados, pero con la certeza de que seremos los trabajadores quienes pagaremos la indecisión de quienes deberían adoptar estas medidas a tiempo.
Se perjudicará nada más y nada menos que a la industria, esa actividad que los mismos apólogos de la culpa internacional aseguran defender o querer motorizar para poner de pie a nuestro país. Aquí, un consejo para fortalecer la industria: no detenerla.
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Insistimos en que hay que saber prever y reaccionar en tiempo y forma acordes. La falta de gas toma hoy otra dimensión por la cuestión de la guerra, pero son problemas que no son de ahora, sino que arrastramos desde hace rato.
¿A la Argentina le sobra gas?
Paradójicamente se puede decir que a la Argentina le sobra el gas, aunque está debajo de la tierra. En lo que refiere a este recurso, la mayor dificultad que afrontamos como país es que no tenemos la infraestructura suficiente para almacenarlo.
Por ello mismo es imposible que lleguemos a producir todo el gas que necesitamos para el invierno. Claro que tampoco ayudan las tarifas, que están pisadas y por eso a las empresas les falta motivación para producirlo.
De nuestra parte, venimos reclamando inversiones desde hace rato. Creemos que concretar el gasoducto Néstor Kirchner en Vaca Muerta es fundamental para desatar el potencial que la Argentina tiene en materia de gas. Este es el camino en el que corresponde seguir trabajando en adelante, dentro del mediano y largo plazo.
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Sin embargo, Vaca Muerta no tiene por qué ser la única esperanza, la política debería considerar los inmensos recursos naturales que ofrece la tierra y el mar argentino, como el caso mencionado de las costas bonaerenses. También tenemos que resolver de inmediato dos problemas vinculados con la adquisición del gas: su alto precio y cómo conseguirlo. Sostenemos que para atravesar el invierno es necesaria la compra de los barcos de Gas Natural Licuado (GNC).
El Estado deberá reaccionar lo antes posible para tener el gas en julio, ya que desde que se licita hasta que los buques llegan a puerto suelen pasar unos 45 días. Habrá entonces que pausar la interna política y corregir la decisión de otorgar bajos fondos para los pagos de gas al exterior. Se deberá negociar o sobrellevar en parte su elevado valor, a riesgo de caer en los escenarios todavía más complejos que puede provocar un parate en la industria.
* Secretario General del Sindicato del Petróleo y Gas Privado de Bahía Blanca.