“En 2001 no había fondos para pagar, y ése no es el problema de hoy. Estamos hablando de otro conexto. Pero de todas maneras me encantaría que ahora no hubiera default, porque siempre es algo malo. Se cierran las posibilidades de acceder al mercado mundial, donde hoy sobran los capitales baratos. Es una picardía porque se estaban corrigiendo las políticas económicas”. La percepción es de Rodolfo Frigeri, que no es un advenedizo en la materia: fue el secretario de Hacienda, Finanzas e Ingresos Públicos del gobierno de Adolfo Rodríguez Saá en 2001, el equivalente al actual ministro de Economía (por ese entonces el gabinete se conformó sólo con tres ministros).
Lo cierto es que el pánico que le produce la palabra default no se aplica sólo al contexto económico actual, sino que tampoco quiere usarla para 2001, cuando la historia lo mostró aplaudiendo el discurso del ex presidente puntano en el que anunciaba la famosa cesación de pagos.
—¿Se podría hacer una comparación de aquel default con la situación actual?
—No, por supuesto que no. En 2001 no había fondos para pagar, ése no es el problema de hoy, y además el default venía de arrastre de otros gobiernos. Pero los dos vencimientos que hubo se pagaron. Por lo tanto, en ese momento no hubo default. Fue solamente una expresión, y esto es fácil de comprobar porque están los pagos. Lo que se quiso expresar es que no se iba a fundir un país por pagar la deuda. Hoy la situación es distinta, Argentina tiene cómo pagar, también tiene un problema con el dólar que intentó corregir, se arregló el pago a Repsol y la deuda con el Club de París, y se solucionaron los juicios que el país tenía pendientes. Es otro contexto.
—¿Ese contexto implica que entonces no estamos en default?
—Este gobierno inició un camino de negociación, ajusta la economía, hay un ajuste del tipo de cambio, y con un mercado que está deseoso de venir a la Argentina, pero aparece el fallo de (Thomas) Griesa, que frena todo eso, y genera un contexto en el que nadie te quiere prestar. Si este fallo se pudiera aplicar en enero del año que viene, Argentina hubiera optado por el sí (pagar la deuda a los holdouts). Ese es el camino.
—¿Cuáles son las consecuencias del default?
—El default es malo porque Argentina se queda sin fondos en el mercado mundial. Me encantaría no pensar en un default, pero el Gobierno está mirando ese riesgo y no quiere asumirlo. Hay que seguir negociando. En el mundo sobran los capitales baratos, y es una picardía no entrar en ese mercado como sí lo hicieron otras economías en peor estado como Grecia, mientras que Argentina pagó tasas del 10% de interés cuando nadie lo hace. Se estaba iniciando el camino, y cuando se quería arreglar aparece este fallo. Lo que es claro es que el default no le conviene a nadie, ni a los bonistas, que no cobran nada, ni a la Argentina.