Tal como se preveía desde las primarias, la Presidenta ha logrado la reelección en primera vuelta con un aluvión de votos propios y una distancia formidable con relación al segundo. Es una buena noticia para un país cada vez más presidencialista, que hace poco más de diez años enfrentó una severa crisis de gobernabilidad.
Parece un voto más útil que ideológico, a tono con las tendencias globales, atraído por el crecimiento económico de los últimos años, la generación de empleo y el boom del consumo. También debe haber influido la empatía de la mayoría de la población con Cristina Kirchner luego de la muerte de su marido, Néstor, una circunstancia que el Gobierno supo aprovechar con una bien cuidada escenografía que incluyó un inalterado luto presidencial.
Claro que la historia continúa y los problemas suelen aparecer cuando todo está bajo control, igual que el rayo en el cielo azul. Sucedió en 2008, cuando el Gobierno, sin opositores a la vista, se enredó en un largo conflicto con el campo.
Precisamente, la ausencia de una oposición más o menos articulada y con un discurso más o menos original, propio, es un riesgo para el oficialismo: una de las reglas de la política es que cuando la oposición no está afuera suele aparecer adentro de la fuerza dominante; esto es más claro en un movimiento poroso, que aglutina a sectores tan heterogéneos, como el peronismo. En el mediano plazo, que en la Argentina se mide en meses, una ocasión para esas pujas internas será la sucesión presidencial en 2015.
En el corto plazo, los nubarrones no son políticos sino económicos y en cierta medida vienen desde el exterior, de los problemas internacionales con epicentro en Europa y, en menor medida, en Estados Unidos. Los economistas oficialistas aseguran que la Argentina no sufrirá tanto pero quienes no están de acuerdo con el Gobierno enfatizan que el país no está bien preparado para enfrentar un escenario que combine una baja en el precio de la soja con una desaceleración en Brasil y China.
¿Y qué dice la gente? Por el resultado del domingo, confía en Cristina y en el peronismo, pero quienes pueden salen a comprar dólares. De allí la tapa de Fortuna de este número: cómo será la economía que viene, cuál será el camino que tomará Cristina luego del 10 de diciembre.
Posiblemente, todo dependa del impacto de la crisis internacional y de las medidas que el Gobierno tenga que tomar. Sin embargo, “peronísticamente hablando”, como decía Lorenzo Miguel, el secretario general de la UOM y de las 62 Organizaciones Peronistas, poder que no se usa es poder que se pierde.
(*) Editor ejecutivo de la revista Fortuna.