Con la pandemia se agravaron las desigualdades, y un nuevo sector de la sociedad empezó a necesitar de la asistencia de los comedores. Según un estudio realizado por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi) en conjunto con el movimiento social, si bien la Tarjeta Alimentar logró una mejora en las condiciones de acceso a la alimentación; el 77% de las familias que la utilizan, declararon que con este recurso sólo llegan a cubrir entre 10 días y 2 semanas sus necesidades básicas de alimentación.
Esta política impulsada por el Estado busca garantizar el acceso a la canasta básica alimentaria. Actualmente, su monto va de los $6.000 a los $12.000, según la cantidad de hijos que tenga la madre de familia. Silvia Saravia, Coordinadora Nacional de Barrios de Pie, resaltó a PERFIL la gran importancia de que este beneficio no solo se viene manteniendo a lo largo del tiempo, sino que también se extendiera –recientemente- hasta los adolescentes de 14 años. Sin embargo, hay una contracara. La representante del movimiento social hizo hincapié en que “es una asistencia que está lejos de ser una acción que permita salir de la situación de vulnerabilidad, sino que es una ayuda que va corriendo detrás de la inflación, detrás de la falta de trabajo y detrás del deterioro de los ingresos”.
Los planes solo alcanzan si se complementan con un empleo informal
Malnutrición
Según el Indicador Barrial De Situación Nutricional (IBSN) el 42,1% de los niños y adolescentes de entre 2 y 18 años que asisten a comedores y merenderos presentan malnutrición. “Lo que hemos podido comprobar es que la malnutrición no es una situación coyuntural, sino que tiene que ver con un proceso crónico y estructural. Esto está directamente vinculado a los niveles de pobreza e indigencia que hay en el país”, expresaron desde el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana.
Desde Barrios de Pie se explayaron y explicaron que hay dos grandes factores. Por un lado, la promoción de alimentos ultraprocesados que se venden como nutritivos, pero en realidad, son una bomba de tiempo para ocasionar obesidad o diabetes en los menores de edad. Por otro, la dificultad de acceder a alimentos, como los lácteos, que aportan un alto valor nutricional; por sus precios.
La pobreza se acerca al 50% de la población y un informe oficial lo adjudica a la pandemia
“No hay mecanismos de incremento automático por la inflación, que en lo que es alimentos ha sido muy intensa en estos meses. Por lo cual, la pérdida del poder adquisitivo ha sido importante. Cuando esto sucede, la compra de alimentos con tarjeta, que al principio posibilitaba la adquisición de carne, lácteos, frutas y verduras; se corre a alimentos más baratos y con menores valores nutricionales”, explicó a PERFIL Isaac Rudnik, Director Nacional de ISEPCI.
Las familias comen una vez por día y los menores no logran obtener la ingesta nutricional necesaria para su correcto desarrollo y crecimiento. La red de contención desplegada resulta insuficiente respecto de la calidad de lo que se puede comprar con las tarjetas Alimentar. Al bajar el poder adquisitivo, se trata de “llenar la panza”. “Los que tienen dinero pueden elegir qué comer; y los que no lo tienen, comen lo que pueden. En ese comer lo que se puede, se come lo más barato”, argegó Saravia.
Los “nuevos pobres”
Casi la mitad de la población de Argentina es pobre, según el índice de pobreza multidimensional que realiza el Consejo de Coordinación de Políticas Sociales de Presidencia. Específicamente el 49,6% de la población total del país está en condiciones de pobreza, es decir, 22.7 millones de habitantes. Además, la inflación de julio fue del 3%, y el acumulado en estos siete meses ya superó la meta oficial para 2021.
Explicó que la pandemia, mostró un nuevo sector que hasta el momento no había necesitado de asistencia ya que contaba con un empleo: los monotributistas. Es esa franja de la clase media que nunca estuvo registrada como empleo formal, y por ende, quedó desprotegida de aquellas medidas tendientes a salvaguardar los puestos de trabajo. “Es todo un sector que el IFE dejó en banda. Si bien lo reconoció en su momento, cuando se dejó de dar esta ayuda económica, no se propusieron alternativas. Insisto es una parte de la población que hasta este momento no pedía ayuda del Estado, pero hoy si la necesita”, afirmó Saravia.
La inflación de julio fue de 3%
Objetivos a conquistar
Actualmente, los beneficiarios de la tarjeta Alimentar hacen su uso en cadenas de supermercado, y ambas entidades, continúan pidiendo la implementación de posnets en los negocios de barrio, o la conformación de alguna aplicación en los celulares que permitan las compras de alimentos. El incorporar al circuito a los pequeños productores y pequeños comercios, y por ende, el impulso de sus economías; son los objetivos a conquistar.