Un renovado embotellamiento del sistema de importaciones disparó las alarmas en el sector fabril. Empresarios de la conducción de la Unión Industrial Argentina denunciaron, a partir de nuevas modificaciones, la implementación de otro ajuste del cepo cambiario e, incluso, el inicio de una devaluación del peso ante la sequía de dólares en el Banco Central. Los dueños de las fábricas alertaron que se empezaron a aplicar más atrasos en los pagos de las SIRA aprobadas inicialmente, con un delay que duplica el margen original y que podría alcanzar hasta el año de diferimiento, si es que los pagos presentados por el sistema de comercio exterior se pretenden concretar en dólares. Si es en yuanes, habría ventajas en tiempos y aprobación.
“Están saliendo SIRA con plazos que duplican el plan original, con pymes que tenían permisos de pago de 90 días, que se lo llevan a 180. Y grandes empresas que deberán pagar recién en 360 días”, alertó uno de los integrantes de la mesa de conducción de la UIA, en estricto off the record con PERFIL. Los empresarios anunciaron que el nuevo formato, no comunicado formalmente a la entidad, empeora las condiciones de funcionamiento de las fábricas y generan mayores costos financieros, un combo que prometen impactar en los precios de las góndolas.
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“No nos comunicaron. Tenemos que evaluar cuánto es el alcance total, porque están llevando los plazos de acuerdo al tamaño de las empresas”, confirmó a este medio otro de los integrantes de la entidad fabril que sigue de cerca las operaciones en comercio exterior y la relación con el Gobierno. El mismo jueves mostró dos caras contrapuestas: hasta las primeras horas de la tarde, en la entidad, que concentra la representación del mayor número de fábricas del país, habían admitido que desde hace un mes el sistema SIRA volvía a ponerse “pesado” y que asomaba nuevamente la tensión en la cadena productiva, aunque sin alarma de parálisis para las próximas semanas; pero, por la tarde, el escenario se agudizó y generó alarma.
Yuanes para todos
El Gobierno les pidió a las empresas que cambien el formato de sus transacciones comerciales con el mundo: que pasen del dólar al yuan. Es por eso que los bancos locales comenzaron a buscar alternativas para operar con RMB, que es la denominación original de los yuanes chinos, a través del clearing para ese pago, cuya corresponsalía en la Argentina está en manos del banco ICBC. En los próximos días podría concretarse la primera incorporación de una entidad doméstica para poner en marcha el pago de importaciones en esa moneda oriental. Si bien desde los bancos sostienen que las condiciones son idénticas a las operaciones en dólares, las fábricas tienen otra promesa.
Según fuentes de la UIA, desde el Ministerio de Economía les prometieron adelantar a 90 días el pago de las importaciones de las grandes empresas, si es que la transacción se concreta en yuanes. En el caso de las pymes bajaría el plazo de 90 a 60 días. Lo que implica un caso diametralmente contrario al comercio en dólares. En este momento, el Banco Central que conduce Miguel Pesce utiliza parte de los USD 5.000 millones que corresponden al swap con China. Massa pretende activar para el comercio exterior los casi USD 14.000 millones restantes del acuerdo total de USD 18.800 millones. Esa misión será durante su paso a fin de mes por Beijing, en el marco del encuentro de los BRICS. Como contrapartida, el gigante asiático pretende evitar la conversión a dólares y consolidar su presencia en la región con el yuan como moneda dura de intercambio comercial.
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Sin embargo, los industriales se quejaron porque las importaciones que fueron rechazadas en los plazos originales tienen origen en países europeos y de los Estados Unidos, en donde no son aceptados los pagos en yuanes. Según explicaron a este medio fuentes del mercado involucradas en el comercio exterior con el gigante asiático, la reconversión de la moneda de pago debe tener un acuerdo previo entre el comprador y el vendedor para poder establecer. Según el especialista en comercio exterior Marcelo Elizondo, “Argentina concentra importaciones en pocos orígenes. China, USD 17.500 millones; Brasil, USD 16.000 millones; EEUU, USD 10.200 millones”. Entre los tres explican 53% del total de las compras al mundo, mientras que los demás orígenes de importaciones generan cifras muy menores a aquellas. Lejos, en el cuarto lugar, está Alemania, con USD 2.700 millones.
Mayores costos, ¿más inflación?
Ese escenario es argüido por algunas empresas para justificar el retaceo de abastecimiento, ya sea por la falta de insumos para la fabricación, o ante el temor de perder rentabilidad al momento de reponer productos y cuando llegue el pago del financiamiento importador. “Toda esta situación está llevando a que los revendedores de insumos comenzaron a poner los precios cada vez más cerca al dólar contado con liquidación o al turista. Eso se transforma en nuevos costos y los precios tiran para arriba a la inflación”, admitió el dueño de una fábrica con sede en distintas provincias del país.
De concretarse esa presunción, el IPC de mayo todavía espera por mayores presiones, un escenario que complicaría las expectativas electorales de Sergio Massa. Los industriales temen por una aceleración del ritmo inflacionario, una devaluación más profunda que la administrada por el crawling peg y mayores restricciones importadores que concluyan con una caída de la actividad económica antes de fin de año. En la casa fabril tienen una espalda de cuatro meses para soportar una crisis de caída de la demanda, pero estaba reservada para la llegada de un nuevo gobierno y un “ordenamiento” de las variables macroeconómicas, atadas a un “plan de crecimiento” para el sector.
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En ese marco, en la UIA señalaron con “preocupación” el crecimiento de la deuda comercial privada por importaciones, que se acumuló sólo entre el 2022 y lo que va del 2023, en torno a los USD 12.000 millones. También alertaron por el “sorpresivo” estiramiento de la brecha cambiaria, ante la salida de la intervención oficial. “Hay que ver si se trata de una estrategia o es porque se decidió empezar a soltar al dólar y se adelanta la devaluación”, sostuvo un empresario del sector.
Otras fuentes técnicas consultadas admitieron que las empresas del sector se prepararon para enfrentar una crisis que combine inflación y recesión, que se profundizaría con medidas de un nuevo gobierno, que incluirían devaluación y una fuerte suba de precios que impacte de manera negativa al consumo. “Si detrás de esas acciones hay una agenda de desarrollo, hay espalda para pasar esa situación”, sostuvo la fuente consultada. Sin embargo, el temor quedó instalado ayer ante un adelantamiento de ese escenario, pero sin poder de fuego político ni electoral para implementar el plan desarrollista que reclaman los industriales.
AM / ED