En el centro del debate sobre la modernización laboral en Argentina, el capitalismo de plataformas aparece como una de las transformaciones más profundas en la organización del trabajo del siglo XXI, y presenta quizás mejor que ninguna otra, las nuevas formas de generar ingresos. La organización algorítmica que domina hoy la economía digital busca ejercer un control total sobre la intermediación entre quienes ofrecen servicios o productos y quienes los demandan.
Su flujo de trabajo generado por los algoritmos conforma un sistema laboral sustentado en trabajadores autónomos, quienes sin embargo mantienen una dependencia económica profunda. Aquella automatización crea una ilusión de autonomía plena, haciendo creer que cada individuo tiene control absoluto sobre cuándo y cómo produce ingresos.
Además, esta dinámica de alta rotación premia estrictamente el rendimiento individualizado, promoviendo una competencia constante y la maximización del esfuerzo personal. Si el cuerpo resiste, el único límite es la voluntad.
Estructura global y el negocio del dato
La complejidad del sistema laboral algorítmico reside en su estructura organizativa a nivel global y local: una casa matriz central proporciona la tecnología fundamental, principalmente en forma de algoritmos que regulan y administran las tareas y tiempos de los trabajadores. Paralelamente, una empresa local de soporte se encarga de operar en el territorio, facilitando la implementación de la plataforma, comercializando las herramientas necesarias para el trabajo, gestionando las relaciones institucionales con actores públicos y privados y asegurando su correcto funcionamiento cotidiano.
A través de este tipo de inscripción, se facilita el acceso a diversas promociones y beneficios impositivos impulsados por los Estados, con el propósito de fomentar la inversión tecnológica y la creación de empleo. Sin embargo, estas facilidades también refuerzan un modelo laboral que, aunque moderno y digitalizado, reproduce desigualdades y formas de precariedad que afectan directamente las condiciones y la estabilidad económica de los trabajadores.
Dado que la recopilación y gestión algorítmica minuciosa de cada etapa del proceso —desde la compra y la logística hasta la entrega final— no solo busca optimizar la operación y hacerla más eficiente, sino que también constituye la materia prima esencial para la comercialización de datos predictivos. Mediante el análisis de grandes volúmenes, el sistema es capaz de anticipar comportamientos, prever demandas y dirigir las conductas de los usuarios y los trabajadores.
Por esencia, la plataforma trasciende el rol de un simple intermediario que conecta oferta y demanda para brindar un servicio, ya que los datos que recopila, analizados y explotados mediante algoritmos sofisticados, se transforman en un activo estratégico capaz de generar ganancias exponenciales.
El fenómeno de la plataforma digital como espacio laboral masivo se refleja en cifras contundentes. A partir de informes elaborados por el CONICET, entre el 5% y el 8% de la población ocupada en Argentina percibe ingresos a través de plataformas digitales, evidenciando la creciente importancia de este modelo en el mercado laboral nacional.
Simultáneamente, en el sector de reparto, la presencia juvenil es predominante y significativa: aproximadamente el 75% de los trabajadores tienen menos de 30 años. Esta alta participación de jóvenes, sin embargo, se encuentra marcada por elevados niveles de informalidad, que alcanzan un preocupante 58,7%, revelando revela no solo la precarización laboral, sino también los desafíos estructurales que atraviesan en seguridad social, derechos y estabilidad económica.
Así es como los trabajadores dedicados al reparto y transporte dentro de las ciudades enfrentan condiciones laborales altamente precarias y desreguladas. Circulan por las vías urbanas sin contar con seguros básicos contra accidentes laborales, sin cobertura previsional, ni acceso a derechos esenciales como el goce de licencias por enfermedad o la posibilidad de tomarse días libres justificados. Carecen también de garantías fundamentales como un salario mínimo, límites claros en la jornada laboral, derecho a la desconexión digital y vacaciones pagas.
Toda la irrupción y expansión de estas empresas de plataformas digitales transformó de manera rápida y profunda el paisaje urbano y el mercado laboral. En 2016, la llegada de Uber y Cabify marcó un punto de inflexión en la movilidad urbana basada en aplicaciones digitales. Un año después, en 2017, PedidosYa incorporó el servicio de reparto de alimentos, y en 2018 se sumaron gigantes como Rappi y Glovo.
Un debate mundial
El Banco Mundial ofrece una de las estimaciones más amplias y recientes sobre el trabajo en plataformas digitales a nivel global. Según sus datos, existen aproximadamente 412.4 millones de trabajadores registrados en plataformas digitales que prestan diversos tipos de servicios, incluyendo reparto y generación de contenidos. De este total, más de la mitad realizan estas actividades como su principal fuente de ingresos o como un segundo empleo.
Señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que cerca del 16% de la fuerza laboral mundial está involucrada de alguna manera en la economía de plataformas. En el caso específico de América Latina y el Caribe, se estima que alrededor de 12 millones de personas dependen principalmente de estas actividades para su sustento, mientras que aproximadamente 21 millones las utilizan como una fuente secundaria de ingresos.
A nivel global, el fenómeno del trabajo en plataformas digitales evidencia una transformación profunda en los hábitos de consumo, que a su vez imponen dinámicas laborales aún no reguladas adecuadamente en muchos países. Un ejemplo destacado es España, que en 2021 sancionó la llamada “Ley Rider”, una normativa pionera que reconoce la relación laboral de los repartidores de plataformas digitales, contrarrestando la figura de la falsa autonomía. Tres años más tarde, en diciembre de 2024, Glovo España se convirtió en la primera gran plataforma que formalmente contrató a sus repartidores tras disputas legales extensas y una deuda de 267 millones de euros con la seguridad social.
También, en abril de 2025, Brasil fue escenario de una huelga de repartidores que duró dos días, motivada por múltiples casos de inseguridad y violencia que sufrieron estos trabajadores.
Economía de plataformas: por qué la participación de mujeres sigue siendo baja
En Argentina, algunas jurisdicciones han avanzado en la propuesta y puesta en marcha de un Registro Provincial, Único y Obligatorio para trabajadoras y trabajadores de Plataformas de Aplicaciones (APP). La finalidad de este registro es clara y concreta: identificar tanto a empleadores como a empleados dentro del ecosistema digital para que las empresas respondan formalmente ante la Autoridad de Aplicación, que suele ser el Ministerio de Trabajo provincial.
El debate contemporáneo sobre el trabajo en plataformas digitales ya no gira en torno a frenar la economía digital, sino en cómo garantizar que la innovación tecnológica y algorítmica no se sustente en una ficción de autonomía que sobrecarga a los trabajadores con tareas para simplemente sobrevivir.
MV/ff