En los últimos días proliferaron en los medios ejemplos de usuarios que recibieron en julio facturas de gas con aumentos superiores al tope del 400% que estableció el Gobierno hace algunas semanas. ¿Cómo se explica esa situación? En principio, por una serie de factores que se combinaron para amplificar el impacto sobre el bolsillo de la población.
La temperatura incidió de manera central: el del año pasado fue uno de los inviernos más cálidos de los últimos treinta años. Eso permitió que miles de usuarios lograran reducir su consumo de gas entre abril y mayo de 2015. De ese modo, evitaron pagar total o parcialmente el aumento de tarifas establecido por el ex ministro de Economía, Axel Kicillof, en abril de 2014.
Esa resolución establecía que si los hogares reducían un 20% su demanda de gas quedaban exentos de la suba (siguieron pagando los cuadros tarifarios de 2001). Como durante 2015 el invierno no fue tan crudo en los grandes centros urbanos, miles de usuarios se beneficiaron con ese esquema.
Por caso, Metrogas –la mayor distribuidora del mercado, que es controlada por YPF– incrementó su facturación en 2015 en $ 80 millones durante 2015 cuando pensaba recaudar $ 300 millones adicionales por la suba de tarifas. Eso porque el invierno moderado jugó a favor de los residenciales.
Este año el escenario es completamente distinto. El invierno se adelantó y las temperaturas inferiores a los 10° C en Buenos Aires y en la zona centro del país se registraron a fines de abril y todo mayo. Como consecuencia, la gente incrementó su demanda de gas para calefaccionarse. Esos hogares que se vieron beneficiados en 2015 por temperaturas medias sufrieron este año un efecto doble. Pasaron a pagar el aumento de tarifas anunciado el 1° de abril cuando venían abonando valores de 2001. La traslación fue muy significativa: por eso hay usuarios que recibieron facturas de más de 3 mil pesos cuando el año pasado habían pagado 300 o 400 pesos.
A esa situación se le suma un agravante: como las bajas temperaturas llegaron en mayo y provocó un incremento del consumo de gas en las casas, la mayoría de los hogares sufrió el mes pasado una recategorización. Usuarios enrolados en la banda de los R1 o R2 –las primeras categorías, que pagan tarifas más bajas– se convirtieron en categoría R3, cuyo precio del gas es mucho mayor.
Eso también incidió en la envergadura de las facturas que empezaron a llegar en julio y contribuyó a que, para una parte extendida de la sociedad, el tope del 400% quedara impracticable o, en todo caso, difícil de entender. Y otro factor que obliga al Gobierno a recalcular.