Hubo dos frases que lo dijeron todo esta semana. Ambas salieron de boca de la titular del FMI, Kristalina Georgieva.
Primera: “Somos plenamente conscientes de que, no sólo en Argentina, en muchos países, hay presiones de la población...para aumentar el gasto cuando alimenta la inflación”. Segunda: “El ministro Massa se ha tomado muy en serio el compromiso de cumplir” y, rápidamente subrayó la importancia de que el Gobierno (todo) “se tome muy en serio la necesidad de controlar la inflación”.
Para el titular del Palacio de Hacienda fue un alivio y un apoyo, tal vez más frondoso que el que cosecha en las filas domésticas. Lo que viene para Massa es difícil. Una meta de inflación que no logra perforar el 6% mensual ya parece haber definido el partido 2022. Se corre el riesgo de debatir si el año termina en 98% o 101%. La suerte parece echada, pero el costo político de los tres dígitos se paga mucho más caro. Por eso, en su último encuentro con Georgieva, en la asamblea de primavera del organismo internacional y el BM en Washington el titular del Palacio de Hacienda habría prometido que la suba anual sería de 95%. Para el bolsillo es un disparate en cualquier caso y, seguramente, para el ala política que aprieta clavijas sobre el equipo económico, también. Sin embargo, enfocado en su objetivo el ministro apuesta a renegociar con el Club de París para desinflar el desencanto internacional sobre Argentina. Van contrarreloj porque el ex ministro Martín Guzmán había firmado un acuerdo para extender el plazo de negociación que venció a fines de septiembre.
Cerrar a fin de mes este asunto también ablandaría las caras largas en el mundo de los negocios locales, donde avizoran un 2023 con un nivel de actividad más frío de lo previsto. En algunos sectores advierten menor actividad desde julio y esto se habría profundizado en septiembre por ejemplo, en la construcción y las industrias proveedoras. Eso lentificaría el comienzo del 2023 que tendrá mucho condimento político por las elecciones.
En definitiva, este escenario en bambalinas es lo que le pone nubarrones al horizonte económico de fin de año.
Kristalina Georgieva le puso los puntos al Gobierno y lo instó a bajar la inflación
En definitiva el 6,2% de inflación en septiembre, según el Indec fue menor a lo que esperaba el propio Gobierno pero marcó nuevos rubros por encima de la media mensual, no sólo alimentos y bebidas sino también ahora indumentaria, calzado y servicios.
La gran incógnita será cómo hará el equipo económico para lograr el 60% en el electoral 2023. Eso implicaría que cada mes la suba general debiera estar a lo sumo en 3%, la mitad de lo que los incrementos marcan hoy.
En este punto estará el foco de la discusión entre el oficialismo y la oposición en el Congreso. Y también, el foco de la discusión dentro de la coalición gobernante y del Gobierno con el sector privado.
El ministro cree que una buena manera de enfriar la temperatura de lo que vendrá es ser stopper de una inflación de 3 dígitos (aunque dé 99%).