Fue una semana antes de ganar las elecciones cuando la entonces senadora y candidata Cristina Fernández llegó a Rafaela, provincia de Santa Fe, invitada por el empresario local José Luis Basso, para conmemorar la exportación número 8000 de su fábrica de válvulas. Allí, la esposa de Néstor Kirchner destacó el modelo productivo que se lleva adelante en esta ciudad enclavada en el corazón de la pampa gringa, que alberga a más de 450 industrias y un sector agropecuario floreciente, basado en la producción de leche.
Entre otras declaraciones, en aquel entonces recalcó que Rafaela es "un ejemplo de la Argentina que reclamamos, necesitamos y estamos construyendo, por su calidad de trabajo y la competitividad de su gente. Esto es lo que los argentinos estamos necesitando, demandando y construyendo. Muchas gracias por el ejemplo".
Esto fue hace poco más de un año, el 19 de octubre de 2007. Hoy la economía de Rafaela transita un momento muy difícil, en una crisis que comenzó en marzo de este año de la mano del conflicto entre campo y el Gobierno nacional.
El coletazo fue inevitable para esta comunidad agrícola-industrial, cuyo sólido entramado económico se vio afectado, principalmente, por la desesperante situación de los productores, y, por otro lado, las constantes intervenciones oficiales en las exportaciones. Pero el sector más perjudicado, sin duda alguna, es el comercio minorista, el que mueve la llamada "economía real" y rige el termómetro social.
Un indicador que muestra un preocupante estado en vísperas de Navidad, época donde el consumo debería generar reactivación en el sector comercial y de servicios, pero en cambio se encuentra en pleno proceso de freno, y en algunos casos un retroceso que alcanza el 40 % con respecto al año pasado, que amenaza con extenderse más allá del nuevo período. (Ver nota relacionada).
La importancia de Rafaela radica en ser el epicentro comercial de una región que incluye 47 pequeñas localidades nucleada en el Departamento Castellanos, figura que según las estadísticas del IPEC, desde 2007 contiene a 175.317 habitantes, de las cuales Rafaela es su capital y resguarda a poco más de 100 mil personas, según otro informe del INDEC fechado en el mismo año.
La producción de leche, cereales y soja son los pilares de la economía. Luego, la masa de trabajadores que genera una industrialización fuera de serie y un comercio y servicios cada vez más numeroso –entre los tres rubros ocupan al 89 % de los trabajadores, según datos oficiales- son los que completan el campo de consumidores dentro de esta región que funciona prácticamente en soledad. Es por eso que Rafaela, en el decir popular, se ganó el mote de “La isla” y “La perla del oeste”, porque los embates propios de los vaivenes económicos argentinos suelen esquivar este punto de la geografía santafesina.
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Pero el conflicto campo-Gobierno fue el detonante que dañó gravemente este floreciente tejido económico. Y esto pudo notarse en profundidad durante el paro, donde los comerciantes del microcentro se adhirieron en un 90 por ciento a las medidas de fuerza del sector primario, manteniendo sus puertas cerradas durante un día entero, en sintonía con los productores que decidieron no comercializar, revelando el gran malestar en la localidad por la puja política.
No sólo la pelea política cortó el flujo de dinero provocado por las inversiones de la soja –que generó un boom de la construcción que dio origen a los edificios más altos y modernos de la ciudad- sino que también dañó irremediablemente la cadena de pagos que comienza en el sector agropecuario y termina en los comedores, servicios, restaurantes, tiendas de ropa, negocios de maquinarias, grandes tiendas comerciales. Esta cadena de pagos rota es la herida de una economía en la cual el agro jugó un papel decisivo desde la fundación de la ciudad, hace más de 127 años.