En un nuevo aniversario por la lucha de las mujeres por la igualdad, el reconocimiento y ejercicio efectivo de sus derechos, el Suplemento Educación entrevistó a la politóloga de la Universidad de Buenos Aires, Luciana Berman, quien describe una guía por los principales avances y desafíos de las mujeres en materia política.
Berman da cuenta de los pasos que se han dado en materia de paridad de género, pero también señala los temas que aun están pendientes: “aún hay muchos techos de cristal que impiden que las mujeres logren puestos de decisión tanto políticos, como económicos y culturales. Por un lado, las leyes de paridad, más que necesarias para los poderes legislativos, aún no han alcanzado a los poderes ejecutivos”, afirmación que refuerza con números: “En 37 años de democracia sólo tuvimos una mujer presidenta y sólo hubo gobernadoras en seis provincias (Buenos Aires, Catamarca, Río Negro, Santa Cruz, Santiago del Estero y Tierra del Fuego)”.
¿Qué cambió en la política argentina desde la década de 1980, cuando además del retorno de la democracia, el concepto “techo de cristal” se popularizaba, hasta nuestros días?
Por suerte cambiaron muchas cosas, aunque aún faltan otras para eliminar los techos de cristal y lograr la igualdad. En primer lugar, se aprobaron dos leyes con casi 20 años de diferencia que legislan en favor de las candidaturas femeninas en el Poder Legislativo Nacional. Primero la ley de cupos que establecía que las listas debían estar compuestas por al menos un tercio de mujeres. A esa ley le siguieron algunos decretos reglamentarios que garantizaban que las mujeres sean candidatas expectables de conseguir una banca, porque la política machista las dejaba al final de la lista. En segundo lugar, en 2017 se sancionó la paridad, que obliga a que las listas legislativas nacionales estén compuestas 50% por varones y 50% de mujeres. Esta ley apunta a la igualdad legal entre varones y mujeres que hacen política partidaria y quieren ser candidatos/as. A nivel nacional y legislativo, esos fueron los dos grandes cambios. Por suerte también estos años estuvieron acompañados de sanciones de leyes de paridad a nivel subnacional que garantizan la norma en los legislativos provinciales, dado que se rigen por sus propias leyes.
Otros cambios relevantes en la política argentina son la reciente existencia de un Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad que creó el presidente Alberto Fernández, dándole prioridad a la temática, y la apertura del ex presidente Macri y el actual presidente para debatir un proyecto de ley de legalización del aborto.
Ahora bien, todos esos avances fueron y son muy importantes, pero aún hay muchos techos de cristal que impiden que las mujeres logren puestos de decisión tanto políticos, como económicos y culturales. Por un lado, las leyes de paridad, más que necesarias para los poderes legislativos, aún no han alcanzado a los poderes ejecutivos. En 37 años de democracia sólo tuvimos una mujer presidenta y sólo hubo gobernadoras en seis provincias (Buenos Aires, Catamarca, Río Negro, Santa Cruz, Santiago del Estero y Tierra del Fuego). Y esto no es porque la competencia es igual para todos y todas y la aleatoreidad electoral ha hecho que ganen las elecciones varones, esto ocurre porque las mujeres no han tenido las mismas posibilidades de competir para los cargos ejecutivos.
Esto demuestra que las acciones afirmativas son más de necesarias y exitosas, dado que desde que el Poder Legislativo está regido por el cupo y, posteriormente, la paridad, las mujeres han logrado el acceso a la competencia. Y en aquellos ámbitos donde estas leyes aún no existen las mujeres están mucho más restringidas. Como decía, es el caso de los poderes ejecutivos nacionales y provinciales, pero también es el caso del Poder Judicial. Este último, actor clave en la resolución de diversos conflictos. En materia electoral, en los meses precedentes ha debido actuar en los casos de los reemplazos de los/as diputados/as que dejaron sus bancas porque asumieron cargos en el gabinete nacional, en embajadas, etc. Si el Poder Judicial accionara con perspectiva de género, los conflictos que surgieron alrededor de estos reemplazos se habrían resuelto en favor de las mujeres para “lograr el equilibrio entre hombres y mujeres en la composición de la Cámara de Diputados de la Nación” (http://www.ela.org.ar/a2/index.cfm?muestra&codcontenido=4177&plcontampl=38&aplicacion=app187&cnl=3&opc=47). Lo hizo en dos casos (Liliana Schwindt y Adriana Cáceres), pero en el reemplazo de la ex diputada Elisa Carrió no.
Por otro lado, la deuda también está en la composición de los gabinetes, que corresponden a cargos no electivos, sino designados por el/la presidente/a a nivel nacional y por los/as gobernadores/as a nivel provincial. En estos casos, las mujeres suelen ocupar carteras ministeriales ligadas a desarrollo social, familia, niñez, etc. Pero no logran ser designadas en cargos que suponen mayor responsabilidad política como economía/hacienda, la jefatura de gabinete, entre otros.
Es decir que los techos de cristal de a poco se han roto en algunos aspectos de la política argentina, pero siguen muy vigentes y firmes en otros. Además, no olvidemos que los techos de cristal están presentes en todos los ámbitos y sectores.
Existen posturas contrapuestas sobre las leyes de paridad, cuotas u otros mecanismos de confección de listas. ¿Cuál es tu opinión sobre ellos? ¿Son útiles? ¿Para qué? ¿Cómo se distribuyen en el país estos mecanismos?
Toda medida afirmativa que legisle en favor de minorías culturales (no numéricas) es útil. Primero porque permite que las mujeres puedan competir y hacer uso de su derecho a ser elegida como representante. Segundo, porque visibiliza la problemática de la falsa igualdad real. Y digo falsa porque no existe en ámbitos donde no todos/as tienen las mismas posibilidades para competir. Tercero, porque permite que las mujeres puedan desarrollar sus propias carreras políticas. Cuarto, porque, de a poco, allanan el camino hacia una igualdad sustantiva. Por lo tanto, estas medidas son útiles y necesarias. En mi opinión, por supuesto que la paridad es mucho más efectiva que la cuota. De todas maneras, siempre va a depender de la letra chica de la ley y de los decretos reglamentarios que surjan luego. No es lo mismo una ley de paridad que diga que la lista debe estar compuesta en su totalidad por un 50% de mujeres y un 50% de hombres a una que además aclare que debe haber alternancia y secuencialidad de principio a fin. La primera sólo ayuda a que la composición de la lista sea paritaria y la segunda, además de eso, legisla sobre la posibilidad que tienen las mujeres de ocupar bancas, en los casos donde los lugares en juego sean más que uno. Esto último tiene que ver con cómo se combina la ley con el sistema electoral. No es lo mismo la paridad en Salta que tiene un Senado compuesto por un Senador por departamento que Neuquén que tiene 35 diputados por distrito único, por citar dos ejemplos.
Con respecto a la distribución de las leyes, en estos últimos años hemos tenido unas nuevas olas paritarias que llevaron a distintas provincias a sancionar la ley. Las pioneras fueron Córdoba, Santiago del Estero y Río Negro allá por los 2000. En 2016 se sumaron Buenos Aires, Salta Neuquén y Chubut. En 2018 Catamarca, Santa Cruz, Mendoza, Misiones, CABA y Chaco. Recientemente, la ley se ha sancionado en Formosa en 2019. El resto de las provincias está regida por una ley de cuotas mínima del 30%, a excepción de Entre Ríos que tiene la cuota más baja del país y es del 25%.
¿Cuáles son los desafíos que tienen las mujeres en el marco de las campañas electorales?
El principal desafío es desvincularse de los estereotipos de mujeres amas de casa, criadoras de sus hijos/as y cuidadoras de los adultos mayores. Creo que en los últimos tiempos hubo un avance en torno a eso. En la campaña de la Provincia de Buenos Aires en 1983 Elva Roulet (vicegobernadora electa) le hablaba directamente a las amas de casa. Y las políticas públicas que proponía eran en base a que las mujeres tuvieron beneficios sociales, pero se quedaran en las casas. Hoy en 2020 ya no se les habla más a las mujeres sólo como amas de casa. Se les habla como profesionales, trabajadoras fuera de las casas y, sobre todo, se les habla específicamente para salir de esos estereotipos de mujer complaciente del varón. Creo que hay que seguir ese camino.
Sin dudas, desde el retorno de la democracia a la actualidad se ha avanzado mucho, tal como lo expresa Berman. “los techos de cristal de a poco se han roto en algunos aspectos de la política argentina, pero siguen muy vigentes y firmes en otros. Además, no olvidemos que los techos de cristal están presentes en todos los ámbitos y sectores, concluye invitando a la reflexión y a continuar con los debates del presente y de cara al futuro.