Los hechos de la historia están en constante reinterpretación. A 74 años de uno de los eventos más relevantes de la historia argentina como fue la irrupción en la vida pública del peronismo, Roberto Baschetti vuelve sobre el movimiento, junto a otros prestigiosos intelectuales, en El Atlas del peronismo, un libro de Capital Intelectual que reúne diversos artículos que pretenden construir un aporte a la comprensión del movimiento y repasar alguna de sus diversas aristas.
Para profundizar sobre ello, Educación dialogó con Baschetti sobre su artículo Un vuelco histórico.
En tu artículo Un vuelco histórico publicado en El Atlas del peronismo (Capital Intelectual) escribiste sobre aquella semana que derivó en los acontecimientos de la jornada del 17 de octubre. ¿Qué fue lo que pasó?
El 4 de junio de 1943 un movimiento revolucionario puso fin en Argentina a un período de fraude electoral y corrupción económica que luego pasaría a la historia como la “Década Infame”. Un grupo de poder emergente desde la primera hora fue el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que en su seno brilló con luz propia el coronel Juan Domingo Perón, del arma de Infantería, un oficial inteligente y de amplia cultura general que sobresalía sobre sus pares y que era visualizado por muchos de estos como un referente obligado a la hora de tomar decisiones. Estratega consumado y hábil político, Perón entendió rápidamente que tenía que conformar una fuerza propia que le fuera fiel. En tanto sus camaradas de armas pujaban por cargos importantes en el gobierno nacional, él eligió estar al frente de una oscura Secretaría de Trabajo anquilosada en el tiempo. De inmediato, se relacionó con el movimiento obrero y comenzó a otorgarle olvidadas conquistas sociales. Los trabajadores, a su vez, encontraron un interlocutor válido para hacer valer sus derechos laborales conculcados. La relación se afianzó, se consolidó y se agrandó.
Perón comenzó a tener vuelo propio, lo que originó recelos, envidias y pujas por un sector del elenco gobernante que aspiraba a sacarlo del medio definitivamente. Para octubre de 1945, Perón ocupaba simultáneamente tres cargos: vicepresidente de la Nación, subsecretario en el Ministerio de Guerra y titular del ya por entonces Ministerio de Trabajo y Previsión. Una componenda de sectores de la Marina y el Ejército (contralmirante Héctor Vernengo Lima, general Eduardo Ávalos) logró desalojarlo por la fuerza de todas aquellas funciones. Pero los hechos terminarían dando un vuelco histórico.
El miércoles 10 de octubre se le permitió a Perón hablar públicamente para despedirse de los trabajadores. Su emotivo discurso encontró eco en aquellos que sentían que quedaban desprotegidos. Al día siguiente, Perón solicitaba licencia al Ministro de Guerra a la espera de su retiro.
El día 13, Perón fue detenido y enviado a la Isla Martín García. La noticia de su confinamiento comenzó a movilizar a los gremios. Perón lograría que lo revise un médico que le diagnosticó un ataque de pleuresía, lo que a su vez derivó en gestiones para devolverlo al continente e internarlo en el Hospital Militar.
El 15 de octubre se informó oficialmente el traslado de Perón al nosocomio militar, hecho que ocurrirá 48 horas más tarde. Al día siguiente, en Berisso, los obreros del sindicato de la carne comenzaron una movilización, primero hasta La Plata, donde hubo escaramuzas con los estudiantes universitarios antiperonistas, y luego hacia Avellaneda para cruzar a la Capital Federal en la madrugada del día siguiente. Allí y en miles de lugares del conurbano bonaerense la intención era la misma: ir al centro de Buenos Aires y exigir la libertad de Perón.
El miércoles 17 de octubre, a las 2 de la madrugada, Perón fue llevado al undécimo piso del Hospital Militar. Todos los dirigentes gremiales de los diferentes sindicatos reunidos para la ocasión, luego de una ardua discusión, aprobaron una huelga general en apoyo a Perón, para el 18 de octubre. Sin embargo, las masas, pasando sobre sus dirigentes, comenzaron a movilizarse inmediatamente. El centro de Buenos Aires se vio invadido por una multitud entusiasta y, a la vez, firme en su reclamo. Perón liberado hablaría en la Plaza de Mayo bien entrada la noche. Cuatro meses más tarde (24 de febrero de 1946) sería ungido presidente por el voto soberano.
¿Cuáles son los desafíos, en términos históricos y también sociológicos, de volver a contar aquellos eventos a 74 años de ocurridos?
Las acciones que relaté en la pregunta anterior y que derivan en el 17 de octubre, conforman parte de una trilogía que por peso específico ocupa un espacio importante en las luchas populares argentinas contemporáneas. Súmesele a aquel evento del ‘45, el Cordobazo del 29 de mayo de 1969 y la revuelta popular de diciembre de 2001. En las tres puebladas queda claro el rol de un sujeto histórico (el pueblo) que sale a la calle en inferioridad de condiciones (y se impone) para hacer valer una propuesta que dé cauce y contenga sus aspiraciones por una vida mejor y que aparte del camino democrático a aquellos que confabulan, ejercen dictaduras o falsean con sus acciones, plataformas electorales que luego no cumplen o tergiversan en un ciento por ciento.
Sos un autor con una extensa bibliografía. Entre tus libros y la participación que tuviste en ediciones como la de El Atlas del peronismo, te convertiste en un escritor identificado con el movimiento. Para un lector que está incursionando en la biblioteca Baschetti, ¿qué tres libros o artículos le recomendarías?
Como experto en peronismo he confeccionado para la Biblioteca Nacional innumerables bibliografías sobre el tema. Seleccionar tres textos, trabajos o documentos al respecto es una tarea ímproba y con altas posibilidades de dejar de lados otros escritos valiosísimos. Pero bueno, la pregunta está planteada y debe contestarse. Veamos: La comunidad organizada de Juan D. Perón (de vigente actualidad). Perón: La construcción de un ideario, escrito por Carlos Piñeiro Iñiguez. Los dos tomos de la Correspondencia Perón-Cooke. Y permítaseme un cuarto: Perón reflejos de una vida por Horacio González.