Hubo tranquilidad en el larretismo el fin de semana último. Ninguna reunión de urgencia convocada un sábado casi a medianoche para atender la crisis que generó el posteo de Bárbara Diez y las sucesivas respuestas que la organizadora de fiestas se encargó de responder para aclarar que no hubo “cigüeña alguna”, y señalar quien la reemplazó en el esquema familiar que alguna vez se imaginó presidenciable.
Después de agitar la siesta de aquel sábado 10 de septiembre y convertirse en TT (trending topic) en los WhatsApp del círculo rojo, del amarillo, y de todo el espectro cromático y también político-partidario, Bárbara Diez se llamó a silencio instagramero. Previamente, borró el posteo habiendo experimentado la reacción en cadena que puede provocar. El daño –si fue eso lo que buscó– estaba consumado.
Ese famoso posteo y las respuestas que ella sumó, incluso dividió aguas entre grupos varios. De un lado quienes celebraban su valentía –una actitud que le duró menos de 96 horas–; del otro, cierta actitud oportunista en pos de, quizá, un posible beneficio que se le estaría cercenando. O también, de cierto hartazgo de que otros y otras no vean lo que ella parecería conocer mejor que nadie. Al margen, exhibió cierta puerilidad al postular que una persona que rompe el voto marital es poco confiable. La iglesia católica está llena de personas de comunión dominical constante sin por eso ser ciento por ciento confiables las veinticuatro horas del día.
Pero ese cimbronazo que provocó la mencionada publicación en Instagram hizo menos visible que Bárbara Diez también eliminó de su cuenta otro posteo, uno con un cita de Jorge Luis Borges, una explicación y muchas fotos. Un armado visual que mostraba el desarrollo de una pieza artística de su autoría inspirada en ¿el bidet de Marcel Duchamp combinado con Plegarias atendidas de Truman Capote?. ¿O quizá con El gran teatro, la novela de Manuel Mujica Láínez?
En Disney, todavía no tienen fecha de lanzamiento de la Planners, la serie de Bárbara Diez.
Como sea, la wedding planner retiró el posteo y aplacó su atisbo de rebeldía contra cierta elite argentina. En las imágenes, Bárbara Diez exhibió un inodoro con tapa azul y estructura tapizada con páginas del blue book (la guía azul). Y luego de citar la siguiente frase de Jorge Luis Borges: “La más sincera de las pasiones argentinas, el esnobismo”, explica qué es dicha guía azul. “ Desde 1897 y hasta el 2009, el Libro de Oro, el Libro Azul (cuyo nombre alude a la sangre azul de sus miembros) y la Guía Social Argentina fueron faro y meca para las familias ‘patricias’ o la ‘gente como uno’, según Landrú. Un compendio exclusivísimo de apellidos de un pequeño círculo de familias, ordenado alfabéticamente junto con sus teléfonos, direcciones, estancias, lugares de veraneo y hasta los días de la semana en los que recibía visitas. Hoy comparto parte de mi Colección de guiños Sangre Azul.”
Si una imagen vale más que mil palabras, decorar un inodoro con las páginas de la guía que reunía a los integrantes de las “familias patricias” de Argentina, denota una intencionalidad que no requiere demasiada explicación. La metáfora es básica, sencilla y directa. Ambos posteos, el del sábado 10 de septiembre, y el del inodoro decorado con guía azul, tienen un hilo conductor: denunciaban algo. Demasiada osadía para Bárbara Diez. Quizá por eso, recapacitó –aconsejada, presionada, o luego de meditar posibles consecuencias– y ambos posteos fueron eliminados de su cuenta de Instagram.
