Quizá Eduardo Costantini esté arrepentido de haber abierto el remate en la gala de Fundaleu al ofertar $ 480 mil por un elegante par de aros de esmeralda, oro rosa y brillantes. Su idea era regalárselos a su novia, presente en la comida que esa fundación hizo para recaudar fondos. Pero por su amigo y empresario Marcelo Devoto, Iván de Pineda y Susana Giménez, terminó envuelto en una puja con un tercero, Agustín Trajtenberg y los aros terminaron en manos de este último por $ 2 millones. Aunque la “originalidad” de ese remate fue que se logró con la sumatoria de lo ofrecido en la contienda por Costantini y Devoto, quienes donaron así, poco más de un millón de pesos recibiendo a cambio un aplauso de los invitados por su “espíritu solidario”. A Devoto se lo notó satisfecho por esa “acción desprendida”, a Costantini la sobriedad gestual de su rostro le jugó en contra.
Zorro en el gallinero
Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Fuera de la función pública y aún no cumplido el plazo que el decoro marca, Juan José Aranguren ya se acomodó del otro lado del mostrador y no solo con una consultora. De manera solapada, se encuentra asesorando a la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la Argentina. Y esto hizo que muchos estacioneros ya ironicen diciendo que la Confederación puso “al zorro dentro del gallinero”. En especial los estacioneros de GNC con quienes más se encaprichó Aranguren cuando era ministro de Macri.
Nieve para el estres
A quien le pegó muy mal el resultado de las PASO fue a Francisco “Caico” Macri, el hijo del Presidente. A punto tal que un par de días después de ese domingo 11, se fue a Bariloche para bajar el estrés emocional con la nieve y la montaña. El joven necesitaba ese aire lejos del clima pos-PASO de Buenos Aires para poder retomar con la cabeza despejada el proyecto que desarrolla con la cadena internacional HBO: un documental sobre la vida deportiva de Juan Manuel Fangio.
La ultima comida
El sí se va, pero en marzo. Aunque la proximidad de su país de origen le implicará una mudanza no traumática, igualmente el embajador uruguayo Héctor Lezcano estaba entusiasmado por la convocatoria que tuvo su última celebración del Día Nacional de Uruguay. Tannat –vino oriental que va mejorando de a poco–, delicatessen cárnicas y, en los distintos rincones del primer piso de la residencia, tres temas en boca de diferentes oradores: economía argentina y elecciones de octubre; Jair Bolsonaro y la cuestión del Amazonas, y la postura de Emannuel Macron ante los comentarios descalificatorios del brasileño, además de la amenaza de no sumarse al acuerdo Unión Europea-Mercosur. También hubo momentos para salir de la “alta política” y consultarse –solo entre diplómaticos– quiénes participarían del torneo de golf auspiciado por la Embajada de Vietnam.
