Empresario compro “hasta las paredes” en una gala porteña. Comenzó la recta final para muchas de las organizaciones que buscan en su comida anual conseguir el momento del apogeo de su fuente de recaudación para continuar proyectos en desarrollo y delinear los del año próximo. En general, éste es el fin principal de estas entidades, estén relacionadas con la salud, la educación, la investigación y, por supuesto, el arte en su expresión más llana. La semana que pasó le tocó al Museo de Arte Moderno, que se puso como objetivo recaudar un millón de pesos para, además de continuar con planes de futuras exposiciones, aportar a San Telmo un bar dentro del edificio que fue concebido en sus orígenes como una fábrica donde, por ejemplo, trabajó Aristóteles Onassis cuando aún su imperio naviero era mucho menos que un sueño. Esa información la aportó incluso una invitada argentina cuyo padre es primo del fallecido magnate griego. Para dar un toque acorde a la modernidad que expresa el museo, todos los invitados se ubicaron en extensas mesas paralelas y no había un código de vestimenta exigido. Es decir, ningún smoking aunque sí mucho traje azul y artistas locales vestidos de jean o de manera relajada. Lo mismo corrió para las mujeres.
Durante la noche, hubo sólo un espacio para que el afecto de los invitados por el arte y el museo se tradujera en una manifestación más palpable que en comentarios elogiosos. Y fue cuando se invitó a comprar por 6 mil pesos unos ladrillos de peltre –más de cien– con la firma de Libero Badii y de Benedit. En algunos espacios del salón, el afecto se manifestó “en exceso”: por ejemplo, una coleccionista compró diez, uno para ella y el resto para sus nueve amigos invitados. Pero quien superó a todos fue Carlos Rosso, titular de Related Group, quien compró literalmente las paredes –84 metros en total–, que diseñó en paneles multicolores desmontables la artista plástica Graciela Harper. Además, compró la instalación lumínica. Sin ceder la cifra de la transacción, Rosso sí dijo que su idea era ubicar parte en el hall del edificio que está construyendo en Puerto Madero y parte pasaría a la colección del museo que el argentino Jorge Pérez tiene en Miami. Harper, presente en la cena, feliz.
De regreso y de civil. A 19 meses de su primera visita a la Argentina, Barack Obama regresa con un traje que ya usaron en el país Bill Clinton e incluso Al Gore: el de conferencista. Incluso los tres comparten la misma agencia para la gestión de estas presentaciones dentro y fuera de Estados Unidos. Aunque en este viaje Juan Verde sumó un plus para convencer a Obama de ser el único orador de la Cumbre Economía Verde –organizado por la Advanced Leadership Foundation– en Córdoba. El español dirige dicha fundación, pero conoce a Obama ya que trabajó en sus campañas y fue parte de su gabinete, y además ultiman todos los detalles el ex embajador Noah Mamet y Richard Willmott. Serán sólo 48 horas las que Obama esté en el país, con reencuentro con Macri –aún no confirmado– y un banquete para cien empresarios y políticos en un hotel porteño.
Alianza festiva. Una tarea estrictamente personal atañe este tiempo al matrimonio de Sergio Massa y Malena Galmarini: los detalles finales del cumpleaños de 15 de Milagros Massa. Y si en la política la “ancha avenida del medio” a veces tiende a conectar con transversales de color oficialista, en la organización de tamaño festejo familiar los Massa-Galmarini no dudaron en tender lazos con Bárbara Diez, la esposa de Horacio Rodríguez Larreta.
Las damas importan. El armado del viaje a Santiago del Estero puso a Margarita Barrientos como figura para reforzar el viaje de Macri a esa provincia. Pero la presencia de Juliana Awada traccionó algo más, ya que en Santiago la comunidad sirio-libanesa tiene una fuerte presencia.