“En Francia conocemos los retos que Argentina tiene”, dijo Romain Nadal, el nuevo embajador de Francia en Argentina en una discreto agasajo de bienvenida que se hizo en la zona de Retiro. “Este domingo estaremos muy atentos al segundo debate, como lo hicimos con el primero; pero sin intervenir por cierto”.
El lenguaje diplomático tiene un vocabulario en extremo cuidado y medido por obvias razones geopolíticas y comerciales. Por eso, el flamante embajador de Francia en Argentina puso un punto aparte y no se explayó respecto a qué se refería con eso de “en Francia conocemos los retos que Argentina tiene”. Y eso que Romain Nadal habla un perfecto español por dos motivos: nació y vivió en el sur de Francia, y por eso pasó varias vacaciones en España. Además, su padre era profesor de castellano.
¿La tuneada ultraderecha es una ola o un tsunami?
Pero con el clima electoral a flor de piel y con parte de los invitados convocados por el anfitrión Fabián Perechodnik, relacionados directa e indirectamente con la política, hubo un par de decodificaciones de la frase de Romain Nadal. De esas “versiones libres” que, es imperioso aclarar, no pueden imputarse como “lo que el embajador quiso decir”, hay una que podría ajuste a la coyuntura electoral.
Francia no tiene una multimillonaria deuda dejada a Emmanuel Macron por su antecesor como sí tiene Alberto Fernández por la gestión de Mauricio Macri; tampoco el FMI maneja su economía, ni los franceses –salvo algunos millonarios– miran a Suiza o a Bélgica como si fueran la tierra prometida como sí hacen algunos argentinos con Uruguay.
El único “reto” visible que Francia podría conocer porque tiene cierto paralelismo con la coyuntura argentina es lo sucedido en las elecciones francesas de abril 2002 (*). El escenario de ese 2002 fue el siguiente: alta abstención de votantes en la elección presidencial cuyos resultados, podría decirse, dejó un escenario de tres tercios. Es decir, Jacques Chirac –quien buscaba un segundo mandato–, tuvo 19,8 por ciento; el ultraderechista Jean Marie Le Pen –padre de Marine Le Pen–, logró un 17,2 por ciento; y Lionel Jospin –socialista y primer ministro–, un 16,3 por ciento que lo dejó fuera del ballotage, y su renuncia a la actividad política. El resto se dividió en otras fuerzas que no alcanzaron los dos dígitos.
Ese 2002 la ultraderecha de Jean Marie Le Pen olía la proximidad a la presidencia como los tiburones la sangre. Si bien la Revolución Francesa postuló “libertad, igualdad, y fraternidad, que Francia tuviera en la segunda guerra mundial el “régimen de Vichy” da cuenta que la existencia de una ultraderecha con posibilidad de acceder al poder era una posibilidad, y esta vez, por vía democrática.
El discurso de Jean Marie Le Pen hacia honor a lo que incluso hoy se considera la ultraderecha, y sobre todo, afirmaba que Francia estaba harta de una clase política corrupta y decadente; otro detalle que remite al espacio que lidera Javier Milei. Y para evitar que este político se convierta en presidente, hubo una conjunción de fuerzas políticas que volcaron el ballotage a favor de Jacques Chirac quien ganó con el 82,06 por ciento; Le Pen, sacó 17,94 por ciento. Años después, este político fue expulsado de su propio partido por su negacionismo respecto del Holocausto; y porque dijo que su hija Marine Le Pen –quien sigue buscando ser presidente– no tenía madera para ese cargo.
A veinte años de ese balotaje, Francia repitió un escenario similar con, por un lado, Emmanuel Macron quien buscaba segundo mandato; por otro, “la que no tenía madera para ser presidente”. Sí, en abril de 2022 , Marine Le Pen fue con Macron a una segunda vuelta como adversario. Él sacó 27,6 por ciento de los votos; Le Pen 23,4 por ciento. Como en 2002, muchos de quienes quedaron afuera de este embate electoral comprendieron que, otra vez, la extrema derecha podría acceder al gobierno. El resultado del balotaje fue 58,55 por ciento contra el 41,45 por ciento: Macron logró su segunda presidencia. El embajador Romain Nadal sin duda, asistirá a menos de dos meses de arribo a Argentina, a un escenario que él conoce.
(*) En la edición impresa, por error, dice 2022 en lugar de 2002.
EI / ED
