Festejo diplomático temático del 4 de julio en Buenos Aires. Quien esperaba al menos una frase quizá polémica acerca de la decisión de Thomas Griesa –o sobre su persona– por parte del titular de la embajada o de algunos de sus funcionarios se fue con las manos vacías. Cintura para sortear con una sonrisa cualquier pregunta espinosa les sobra tanto a Kevin Sullivan como a sus predecesores. Esto hace que a veces se extrañen las ocurrencias de James “se me escapó la tortuga” Cheek. Hay esperanzas de un escenario más colorido cuando arribe finalmente Noah Mamet, elegido embajador para la Argentina por el propio Obama. Se supone –o presupone– que un hombre que vive en Santa Mónica y que tiene contactos con personajes de Hollywood puede permitirse una dosis de frivolidad que los diplomáticos de carrera observan con cierto horror. Un horror que a Obama no parece importarle. Para España, por ejemplo, designó a James Costos, amigo de Noah Mamet, quien como explicó esta semana en una recomendable y colorida nota al diario español El País, “cuando el presidente te pide que te unas a su administración, en un puesto oficial, la única respuesta posible es sí. Por eso lo hice. Porque me lo pidió. Yo tenía una carrera formidable en HBO y una vida maravillosa con Michael en California”. Vale aclarar que Michael es Mr. Smith, su pareja, ambos posaron en la entrevista en una producción digna de la revista Caras.
Tres al hilo. Pero en la noche fría del 2 de julio, en el Palacio Bosch, tres temas y un personaje dominaron las poco más de tres horas que duró el festejo patrio norteamericano. Los temas: desenlace del conflicto con los fondos buitre, el Mundial de Brasil y Amado Boudou. El personaje: el juez Ariel Lijo, quien disfrutó de sus quince minutos de fama en un decorado palaciego y con una larga fila de invitados que esperaron para saludarlo. Ni la presencia de un sonriente Héctor Magnetto –quien llegó terminado ya el discurso del Sullivan– generó tanto entusiasmo y, mucho menos, saludos calurosos. Finales de la “historia Griesa” los hubo variados aunque, como se observa en los medios, incluso los opositores esperan un desenlace lo más favorable posible. Incluso un banquero presente –fanático de San Lorenzo– dijo que “hay que tener paciencia y esperar porque Argentina tiene todo para ganar”. Al respecto, Sullivan en su discurso siguió una tónica similar: “Cada uno tendrá su visión, pero déjenme decirles que la mía (...) es bastante optimista. La resolución por parte de la Argentina de algunas cuestiones pendientes de larga data, como los juicios en el Ciadi y la deuda con el Club de París, abrió recientemente un panorama más favorable para las inversiones, el desarrollo económico y nuestra relación bilateral. Y esperamos que ahora el país logre negociar una solución definitiva con los acreedores privados que no ingresaron al canje. (...) Quisiera valorar la voluntad de la Presidenta (...) de transitar este camino difícil pero esencial. Esa voluntad de potenciar nuestra relación también se vio en la forma en que fue recibido nuestro viceministro de Energía, Dan Poneman, hace unas semanas, cuando acordamos profundizar nuestra cooperación en esta área tan estratégica”. En la charla que mantuvo en privado con los periodistas, Sullivan sostuvo esa línea discursiva. Previo a esos minutos con la prensa, dio detalles numéricos de la relación entre ambos países como, por ejemplo, que casi 700 mil argentinos viajaron a Estados Unidos en 2013 o que hay cinco mil norteamericanos estudiando en Argentina.
Despecho y ponzoña. En Intimidad, su autor, Hanif Kureishi, le hace decir a uno de los personajes: “Cómo podés decir que me amás si ni siquiera sabés cómo lastimarme”. Si se sigue esta premisa, podría afirmarse que Luciana Salazar sí amó –o aún ama– a Martín Redrado ya que en su diatriba tuitera le asestó un golpe más ponzoñoso que el llamarlo “maltratador”. La rubia escribió: “Su nombre de pila es Hernán Pérez pero no le gusta que lo llamen así”. Algunos periodistas saben, por haberlo padecido, lo que es capaz de hacer el rubio con quien se mete con eso.
Los 90’, reloaded. Aunque el combo “Miami +sensual novia+bronceado en invierno” resulta menemista, Pepe Scioli se alejó del frío y con su pareja pasó allí unos días donde con los pómulos maquillados con sendas banderas argentinas vio en un bar el triunfo de la Selección frente a Suiza.
Razones desconocidas. Poco más de dos meses duró la estadía de Pablo Lanusse en el Frente Renovador. El ex fiscal trabajaba en dupla con Adrián Pérez en temas relacionados con propuestas futuras de, entre otras cosas, “descentralización y modernización e independencia del Poder Judicial y Consejo de la Magistratura”, según se informó cuando se anunció su ingreso a la troupe massista. Los motivos de su alejamiento repentino aún se desconocen; sólo se le atribuye una frase dicha hace unos días a un dirigente con cuyo espacio político el ex fiscal también coqueteó antes de elegir al tigrense y a quien llamó para saludarlo por su natalicio. “Esto es un infierno”, le dijo Lanusse cuando el cumpleañero le preguntó sobre ese frente.
Viajero. No tiene fama de futbolero, pero Eduardo Costantini podría tener dos razones para viajar al Mundial: una, que Argentina siga avanzando; dos, que lo haga Brasil, ya que su mujer, Clarice, defiende los colores verdeamarelos. Por ahora, espera que la expo de Le Parc, que esta semana se inaugura en el Malba, genere un nuevo récord de visitantes. Viene entusiasmado porque hace unos días regresó de Nueva York, donde participó de la apertura de la retrospectiva de Jeff Koons que se exhibe en el Museo Whitney. Costantini fue invitado con los coleccionistas vip de Koons, ya que prestó a ese museo Pluto & Proserpina, una de las dos obras que el empresario adquirió del artista, para decorar su emprendimiento Oceana Bal Harbour, en Miami.