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El futuro profesional

Elegir una carrera

Mandatos familiares, opiniones de amigos, publicidades de carreras terciarias y universitarias que buscan seducir y atraer alumnos, incertidumbre sobre el futuro y profesiones en riesgo. ¿Cómo identificar una “carrera del futuro”?

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Búsqueda laboral de Jóvenes. | Agencia Shutterstock

Es la época del año en la que muchos jóvenes eligen comenzar o reorienta su camino profesional, y lo hacen llenas de interrogantes y confusiones. Encuentran mucha información en internet o redes sociales respecto a cuáles son las carreras con más futuro, qué es lo que realmente hace un profesional en su día a día, cuáles son las alternativas para estudiarlas, qué contenidos tienen, entre otra información que puede ser confusa y/o sesgada dependiendo de dónde se informen.

El  World Economic Forum comparte los resultados de una encuesta reciente desarrollada por la consultora Gallup en la que el 96% de los directores académicos de las universidades consideran que están haciendo un buen trabajo al preparar a los jóvenes para la actividad profesional, mientras que menos de la mitad (41%) de los estudiantes universitarios y solo el 11% de los líderes empresariales compartieron esa opinión. ¿Qué es lo que está ocurriendo?

Sabemos que los acelerados cambios están afectando cada vez más la naturaleza del empleo y la empleabilidad en todos los sectores y actividades actuales y futuras. Conforme desaparecen, mutan o nacen nuevos modelos de negocios, la forma en la que se desarrollan los procesos y en la que interactúan los empleados entre ellos y con el mercado, redefine constantemente lo que se necesita para que un graduado esté "listo para trabajar", y para que pueda seguir estándolo.

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Cualquier persona que desee formarse profesionalmente debería tener el derecho de acceder a información objetiva para tomar una decisión. Si no son ellos, alguien está pagando por el servicio de formación que recibirán, sea público o privado, y en este servicio está confiando su futuro. Las autoridades académicas necesitan atraer alumnos hacia sus programas de formación ya que de ello dependen los eventuales ingresos o asignaciones presupuestarias; que una Carrera sea fusionada o eliminada; la continuidad de docentes; entre otras actividades académicas y no académicas cuya sostenibilidad depende del flujo de alumnos, por lo que utilizan todos los argumentos a su alcance para influenciar a los jóvenes respecto a la elección de un plan de formación. Y aunque lo hagan con la mejor intención, siempre será algo subjetivo.

En esta etapa, los jóvenes deben aprender a tomar sus decisiones basadas en datos y no en descripciones, promesas, o si tiene más o menos matemáticas o si se tarda más o menos en graduarse. Entender que la formación profesional, especialmente en la economía del conocimiento, es una herramienta que debe formarnos para gestionar y agregar valor a lo que conocemos y para lo que aún no, lo que cada vez es más y llega más rápido. Entonces, ¿no es, acaso, momento de pensar en la experiencia profesional del alumno como eje central? ¿Quién vela porque la información que reciben los interesados en una Carrera de terceros está debidamente fundada y sea confiable? ¿Qué órgano debería ser el responsable de marcar el camino o, a lo sumo, colocar las señales para que, quien deba decidir su trayecto, lo haga con la mejor información posible?

Me gusta hacer la analogía con la ley de etiquetado frontal propuesta para la industria alimenticia, la que nos permite a los consumidores elegir mejor sin tanta influencia de la publicidad y de marketing. Alguna advertencia similar podría establecerse para aquello que, durante varios años, los estudiantes van a consumir en tiempo, dinero y energía con la expectativa de un futuro mejor.

 

Etiquetado frontal

¿Y si hubiera una ley de etiquetado? ¿Cuáles serían las “etiquetas”? ¿Quién las definiría?

La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), el mayor organismo de cooperación multilateral entre países iberoamericanos de habla española y portuguesa, publicó recientemente el “Estudio FODA sobre capacidades en la producción de indicadores de ciencia, tecnología y educación superior en Iberoamérica”. Entre otros hallazgos, se destaca en el informe que no hay información sistemática de la relación del mercado laboral con las distintas disciplinas en las que forman las universidades, ni hay una medición sistemática de la vinculación del sistema universitario con el entorno socio productivo. Imaginemos si, además, nos desafiamos a pensar a futuro con la incertidumbre del hoy.

Centrados en la experiencia del futuro estudiante, imaginémoslo ingresando a una plataforma oficial en busca de información sobre las diferentes carreras e independientemente de la institución educativa en donde decida cursar. Allí podía visualizar, de forma simple, la saturación del mercado laboral actual (y esperado) para la profesión analizada; el ingreso promedio actual; las posibilidades que brinda para emprender por cuenta propia; la posibilidad que brinda para trabajar de esa profesión en el exterior (existen Carreras que requieren validaciones para ejercer); el riesgo de automatización o sustitución a futuro que podrían enfrentar los profesionales conforme avanza la tecnología; la posibilidad de reconversión futura (existen programas cuya base de formación prepara mucho mejor a las personas para lo que se conoce como reskilling o upskilling ante cambios o disrupciones de mercado). Para esta información solo se requieren consolidar estudios y reportes existentes, sumando a los sectores de Gobierno, empresas y considerando tendencias tecnológicas y sectoriales.

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Existen varias herramientas para sumar información al “etiquetado de carrera”. Desde hace varios años, el sitio Will Robots Take my job? (¿los robots me quitarán el trabajo?, basado en el estudio de Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne sobre el futuro del empleo) viene relevando estadísticas laborales y encuestas para estimar el riesgo de automatización, crecimiento estimado para 2030, salario promedio, además de destacar las cualidades que debe tener (o desarrollar) un profesional para sostenerse a futuro. Por otra parte, Pearson (empresa de aprendizaje líder en el mundo) cuenta con la plataforma Future Skills (habilidades del futuro) que fue desarrollada considerando siete megatendencias que tienen el poder de influir fuertemente en el futuro del empleo y las habilidades en 2030, como el cambio tecnológico, la globalización, el cambio demográfico, la sostenibilidad ambiental, la urbanización, el aumento de la desigualdad y la incertidumbre política, y cómo estas impactarán en un sector o actividad específica. Aunque la plataforma se enfoca en estudios realizados en Estados Unidos y Reino Unido, los límites geográficos carecen de sentido ante la fuerte interconexión, el trabajo remoto y la movilidad de talento a nivel mundial, por lo que – en gran medida – las conclusiones se aplican a cualquier país. En la web Future Skills cualquier persona podrá ingresar sus datos y conocer en segundos cuáles serán las habilidades que necesitará desarrollar para ser exitoso en su actividad en el año 2030, cual es el potencial de crecimiento que tendrá su mercado y cómo se compara con otras actividades profesionales similares. Esta es una buena manera de seleccionar qué capacitación tomar para estar más preparados para el futuro inmediato.

Además de lo que ocurrirá en el mundo, cada país debería realizar un relevamiento del grado de saturación de su mercado profesional actual y determinar los profesionales futuros requeridos a partir de definir políticas de desarrollo de largo plazo.  Existen diversas cámaras sectoriales y consultoras que realizan estudios de niveles salariales todos los años. Existen Cámaras profesionales que relevan necesidades laborales actuales y a futuro; diversas organizaciones que realizan estudios de prospectiva tecnológica y sectorial.

Tal vez, un sello o etiquetado de carrera podría evitar la pérdida de tiempo y costos al alumno (y a la sociedad, en el caso de la oferta pública); reducir la deserción; mejorar la empleabilidad futura; dar chances a la transformación profesional; promover las ofertas académica más orientadas al mercado y en línea a una estrategia de desarrollo del país; entre otras.

Si el futuro del trabajo se trata de habilidades (duras y blandas) para formar a profesionales para muchos trabajos que dejarán de existir

Incluso, una etiqueta que demuestre debilidades en una carrera podría impulsar a la readaptación de programas y contenidos para que sigan siendo relevantes ante nuevos contextos. Por ejemplo, tal como cita Diana El-Azar (Directora senior, Comunicaciones Estratégicas y Liderazgo de Pensamiento, Proyecto Minerva) en su artículo “4 tendencias que darán forma al futuro de la educación superior” "a los estudiantes de periodismo se les podría haber enseñado alguna vez cómo producir historias largas que podrían publicarse en un periódico; más recientemente, se les ha enseñado cómo producir piezas más cortas y publicar contenido para las redes sociales. Habilidades más duraderas serían: cómo identificar y relacionarse con los lectores, cómo componer una pieza escrita; cómo elegir el medio adecuado para su público objetivo. Estas son habilidades que cruzan los límites de las disciplinas y se aplican por igual a investigadores científicos o abogados".

Si el futuro del trabajo se trata de habilidades (duras y blandas) para formar a profesionales para muchos trabajos que dejarán de existir, otros tantos que nacerán y muchos que se readaptarán, no podemos seguir pretendiendo elegir una carrera solamente en función a un título, Universidad o contenidos, sino que se convierte en relevante acompañar con una serie de indicadores o alertas que ayuden a tomar una de las decisiones más importantes de nuestras vidas, especialmente en la veloz, cambiante y desafiante economía del conocimiento.

 

*Ingeniero especialista en estrategias, innovación y transformación digital, autor del libro Inspiración Extrema, Head of Innovation & Digital de Stefanini Argentina y conferencista. Miembro de la Comisión Directiva del Buenos Aires Tech Cluster.