Tanto las perpetuas urgencias financieras argentinas como la gran sintonía política entre ambas capitales, Washington y Buenos Aires, podrían explicar esta nueva relación; sin embargo, ¿puede ser que detrás de la presente coyuntura se esconda un cambio a nivel de gran estrategia en ambas naciones?
Por parte de los Estados Unidos, el repliegue (tanto real como amenazado) de otras regiones del mundo para concentrarse en la rivalidad con China puede tener el efecto de un EE.UU. más concentrado en nuestra región. Se impone el paralelo de su accionar internacional previo a la Segunda Guerra Mundial. Bajo este panorama podemos analizar la creciente presión militar de Washington sobre Venezuela, así como sobre el gobierno de Petro en Colombia, el redoblar de su guerra contra el narcotráfico y la exacerbación de los controles migratorios. Habría que ir muchas décadas atrás en el tiempo para encontrar otro momento histórico en el que Latinoamérica haya ocupado un lugar tan central en el pensamiento estratégico de los Estados Unidos.
En esta óptica, podríamos encuadrar el inusitado apoyo de Trump al presidente argentino. La búsqueda de evitar condiciones financieras locales adversas al Gobierno que dañen su performance electoral no debe ser vista solo como un tema de agenda económica: lo que se busca es fortalecer a un aliado crecientemente percibido como estratégico. El contexto sudamericano es clave para entender esto: dos gobiernos históricamente cercanos a Washington, como los de Chile y Colombia, son gobernados por fuertes opositores a Trump, al igual que el mayor país de la región, Brasil. La creciente alianza con la Argentina opera como un sustituto necesario desde el punto de vista estadounidense.
El derrotero arriba descripto encuentra un fuerte correlato en las posturas del actual Ejecutivo en Buenos Aires. Las reformas impulsadas por el Gobierno que tienen como destino final la dolarización encierran, también, una fuerte conclusión: luego de décadas de fracasos económicos, es mejor ceder soberanía monetaria para lograr la esquiva estabilidad y atraer inversiones. Esta visión económica tiene un correlato geopolítico: después de décadas de declinación internacional, la Argentina debería sacrificar, al menos en parte, un accionar más independiente por una alianza con Washington bajo la cual perseguir el interés nacional.
¿Será este acercamiento entre la Argentina y los Estados Unidos algo coyuntural o un fruto natural de las respectivas grandes estrategias? El futuro cercano ofrece algunas pistas. Primero, el resultado de las elecciones legislativas tienen la capacidad de sellar el futuro político del proyecto de Milei. La condicionalidad que la última semana Trump adjuntó a la ayuda prestada a la Argentina es clara muestra de esto. Dolarización y alianza con EE.UU. no son en absoluto parte de la visión estratégica de la coalición mayormente peronista que disputa el poder desde la oposición. El valor estratégico relativo de la Argentina claramente aumentará o se devaluará dependiendo de las próximas elecciones en la región. Se vota en Chile el mes que viene, en Colombia en el próximo mayo y en Brasil en menos de un año.
Finalmente, Trump no cuenta con la posibilidad de reelección. Dentro de su coalición, imperan los sentimientos aislacionistas, que ya ven con malos ojos la ayuda otorgada a la Argentina y un triunfo demócrata en 2028 eliminaría el impulso que la afinidad ideológica está otorgando a la relación bilateral.
*Universidad Torcuato Di Tella, MA University of Delaware.