El pasado miércoles falleció Mariano Mores, a los 98 años. Sin dudas, se lo recordará por sus tangos pero también por su fina estampa: una sonrisa eterna, señal de bonhomía; traje impecable (casi siempre con moñito y un pañuelo de gasa; todo inmortalizado en la estatua que solía verse en la esquina de Chile y Balcarce) y un gesticular entusiasta, siguiendo los impulsos de la música. Ese glamour y esa perspectiva expansiva que le brindó a la música porteña se vieron reflejados en la despedida de sus restos, con todos los honores, en el Teatro Colón.
Mores fusionó alta cultura y cultura popular, rigurosidad compositiva y masividad; transitó por indagación poética y filosófica así como por el multitudinario fenómeno del cine argentino en la década del 50 y 60. Ese entrecruzamiento de lo local y lo universal, de lo coyuntural y lo atemporal, seguramente hará que persista en los oídos de muchísimas generaciones, no sólo argentinas, sino de todo el mundo. Siendo el tango Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, declarado por la Unesco en 2009, y siendo Mores autor de tangos internacionalmente ejecutados como Taquito militar y Uno, la melodiosa persistencia parece asegurada.
El arte formó parte de la familia del pianista: un abuelo flautista y director; padres bailarines de tango; hermano Enrique Lucero, cantor. Marianito –hasta sus últimos días, con afecto así solía ser llamado– se unió a la cantante Myrna Mores, de quien adoptó el apellido; fueron matrimonio hasta que ella falleció, en 2014. Tuvieron dos hijos: Nito y Silvia. Nito, cantante, acompañó la carrera de su padre, lo mismo que su esposa, Claudia; él murió en 1984, a los 39 años, dolor que Mariano siempre cargó. Pero Gabriel Mores, hijo de Nito, también cantante, sigue con la historia del clan (por ejemplo, el 9 de abril dio un concierto bajo el lema Un apellido que es leyenda, en el Coliseo Podestá de La Plata). Silvia, también cantante, es además madre de la conductora de televisión Mariana Fabbiani.
La biografía de Mariano Mores está llena de gigantes de la música y la poesía, llena de teatros y éxitos. Hizo tangos a los que les pusieron letra Enrique Santos Discépolo, José María Contursi, Cátulo Castillo, Homero Manzi. Participó de películas junto a Mirtha Legrand (La doctora quiere tangos), Fernando Lamas, Osvaldo Miranda (Corrientes, calle de ensueños) y Diana Maggi (La voz de mi ciudad). Trabajó con Francisco Canaro, quien grabó el célebre Cuartito azul, En esta tarde gris, Gricel; Edmundo Rivero cantó su Cafetín de Buenos Aires; Mercedes Sosa, su Cristal.
Muy rápido ganó reconocimiento; se hizo amigo de Perón, y creó su propia orquesta, con la que logró introducir el tango en el Teatro Colón en 1952. Todo fue éxito de ventas de discos, casetes y CDs; presentaciones en el Luna Park repleto y giras mundiales: México, Estados Unidos, Japón... Su Tanguera fue parte del éxito del musical Tango argentino en Broadway, cuando en 1983 Juan Carlos Copes y María Nieves bailaban los tangos de Mores en Nueva York, y fue el título con el que Mora Godoy se proyectó en el mundo. Daniel Barenboim ha dirigido su Firulete. A los 90 años, seguía tocando y grabando. En 2012 le había entregado la batuta a su nieto Gabriel.