Seguramente, los 5.098 kilómetros que los separaban de la capital venezolana se hicieron más largos, y las nueve horas de vuelo a Caracas parecieron eternas. Es que desde que el 15 de mayo pasado Cecilia Amenábar recibió la noticia sobre el accidente cerebrovascular del padre de sus hijos, la espera para el círculo íntimo de Gustavo Cerati se tornó interminable.
Luego de sufrir a la distancia durante una semana, en la mañana del viernes 21 la familia del ex Soda Stereo llegó a Ezeiza para abordar el vuelo 1.376 de Aerolíneas Argentinas que los reuniría con el ser amado. Eran las cinco de la madrugada cuando Lilian Clark, su madre, llegó al Aeropuerto Internacional acompañada por su hija, Stella, y sus nietos, Julián y Valentina.
“Es como si estuviera sobre un volcán. Quise viajar porque si estoy acá es peor, pues no sabemos cuánto tiempo permanecerá allá hasta que lo traigan a Buenos Aires”, confesaba antes de partir. “Mi corazón está tranquilo”.