ESPECTACULOS
Lanzani - Oreiro

Conciencia ecológica

Estrenaron la película Los últimos, acerca de las consecuencias desmedidas de la explotación ambiental. Creen que el futuro que muestra el film está a la vuelta de la esquina.

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Postales. Oreiro y Lanzani en la ópera prima de Nicolás Puenzo, hermano de Lucía e hijo del ganador del Oscar por La historia oficial. | Marcelo Aballay
Cuando la nota es en un bar, en general un periodista apoya el grabador sobre una pila de servilletas de papel, intentando que se filtren un poco menos los ruidos que genera el contacto de lozas, cucharas y madera. Y como las manías de los artistas a veces sorprenden, primero se pregunta si molesta. Natalia Oreiro bromea y dice que un poco, pero aunque confiesa tener TOCs prefiere no hablar del tema. Peter Lanzani tiene menos reparos y cuenta que el volumen del estéreo del auto lo pone en múltiplo de cinco: “No sé por qué. Me convendría par o impar porque hay una diferencia grande entre cinco y diez, pero bueno…”. Ambos son parte de Los últimos, ópera prima de Nicolás Puenzo. Para Lanzani, es el primer contacto; para Oreiro, es la tercera vez con una de las familias fundamentales del cine nacional. “Lo primero que hago con ellos es Infancia clandestina, donde son productores, y luego viene Wakolda. Ahí conocí a Nico. La fotografía de esa película es increíble.
Creo que él tiene talento en muchas áreas, pero creo que en fotografía es extraordinario –cuenta la actriz–. Toda su familia transpira cine y es bellísimo trabajar con ellos por la paz que transmiten. En mi caso, necesito que me transmitan tranquilidad y seguridad. El actor es tan inseguro… Cuando me llamaron dije que sí antes de leer el guión”. Para el protagonista de Un gallo para Esculapio, “Puenzo estaba muy plantado en el set y tenía muy en claro qué película quería contar. Si bien habíamos hecho un estudio antes, siempre tiene una respuesta para todo”.
—Hablábamos de TOCs y, en general, gente tan metida en el mundo del cine podría estar llena de obsesiones.
OREIRO: De Puenzo padre no tengo idea porque no me dirigió, pero Lucía y Nicolás son muy seguros. Igualmente esta película es muy particular porque se mandó con algo superjugado, con una temática muy dura y compleja. Es un film más indie; sin embargo, tiene una superproducción, unos paisajes… Es muy compleja de articular.
—La película muestra un futuro signado por la guerra por los recursos naturales. ¿Cómo se llevan con esa temática?
LANZANI: Aprendí muchísimo. Fuimos a Bolivia a contar un futuro post apocalíptico y nos encontramos con un presente... Es muy actual. Semana a semana, en las noticias salían cosas que estaban dentro del guión...
O: Es una Latinoamérica que está a la vuelta de la esquina. Estamos hablando de refugiados, de desplazados ambientales por una explotación desmedida.
—¿Cómo repercuten estos temas en la crianza de tu hijo?
O: Trato de consumir alimentos naturales y orgánicos, pero no sabemos qué estamos comiendo y tomando. Están contaminados aire, tierra y agua. Es difícil vislumbrar un futuro… Me costó mucho ser mamá, en el sentido de tomar la decisión de traer a alguien al mundo, pero al mismo tiempo creo que son ellos los que vienen con una conciencia distinta a la que tenía la generación que nos antecede. En ese sentido intento tener una mirada más luminosa, pero claro, los que toman las decisiones no son niños…
L: Es difícil cuando las decisiones las toman unos pocos y las sufren todos. El primer lugar donde estuvimos en el rodaje fue Poopó, al lado del segundo lago más grande de Bolivia, que estaba seco por completo. Fuimos a hacer una excursión y de la nada nos encontramos con un viejito que vivía solo con diez perros. Con mi cámara lo pude entrevistar un poco y encontré a mi personaje en él. Seguimos un poco más y en una casa encontramos a tres mujeres. La más grande nos contó que su generación se enfermaba de cáncer por tomar agua no potable, contaminada por la minería.
—Ambos arrancaron de muy chicos en el medio. ¿Cómo vivieron la exposición y cómo creen que es ahora?
L: A mí lo que me ayudó y salvó fueron mis pilares: mi familia y mis amigos. Es un mundillo difícil y hay gente muy mala también, que tal vez ni te das cuenta de cómo es. Por eso son esenciales la familia y los amigos. Es el punto más claro en la vida de todos.
O: Estaba muy sola. Vine a Buenos Aires a los 16 y mi familia se quedó en Uruguay. Vivía en una habitación de servicio, aunque claramente era otra época. Creo que la exposición no era la de hoy. Hay una globalización donde una noticia, por más que sea falsa, se duplica al instante y algo se va de las manos. En un punto, eso puede afectar a cualquiera. No creo que tenga que ver necesariamente con la edad. Cuando era chica hablaba mucho y me costaba entender el recorrido que podía llegar a tener algo que decía. Con los años me fui conociendo mejor y aprendí a resguardarme.